La noticia de la detención en Palermo de Mario Di Ferro, chef y propietario del lujoso restaurante "Villa Zito", ha dado la vuelta a Italia. El juez de instrucción ordenó la medida cautelar por haberles suministrado a sus clientes, muchos de ellos vip, dosis de cocaína. Entre estos, como se sabe, también está Gianfranco Miccichè, expresidente de ARS (Asamblea Regional de Sicilia) y excandidato a la Región de Sicilia. El senador de Forza Italia (al menos por ahora) no tiene que responder ante los magistrados por esas dosis compradas por Di Ferro porque no ha sido investigado. Pero ciertamente no se cree que pueda sustraerse al juicio de la opinión pública que ve al parlamentario caer de nuevo en vicios indignos de un hombre de las instituciones. Ya en los años en que estuvo en el Ministerio de Economía, de hecho, Miccichè terminó en todos los periódicos por temas relativos al uso de ciertas sustancias. Al final, la investigación se detuvo solo en el traficante. "Rumores", los había llamado. "Rumores nunca confirmados". Rumores, según él, también serían los que le conciernen, siempre por cuestiones de drogas, en estos días. Y que refieren a un Miccichè que se presentó en Villa Zito a bordo de un auto azul, el que le dieron para ir al Parlamento, con luces intermitentes y custodia para abastecerse con la cocaína del chef. Imágenes impropias inmortalizadas por algunas cámaras. "Iba allí para sentirme bien con amigos, para relajarme, con gente de enorme simpatía. No para comprar drogas", se defendió el senador. Lástima que haya pruebas irrefutables en su contra. Entre estas, en la orden cautelar para Di Ferro y cinco de sus empleados, hay claras intercepciones telefónicas (por cierto, con la reforma Nordio hubiera sido imposible conocer estos hechos) y hasta 411 contactos entre Micciché y el dueño del restaurante. Además, según las investigaciones, el hombre de Forza Italia compraba hasta "cinco" o incluso "diez dosis" a la vez. Y habría ido a Di Ferro al menos 15 veces desde el 19 de noviembre del 2022 hasta el 1º de abril pasado.
Los dos, según la fiscalía, incluso habían llegado al punto de hablarse en clave: "Te mando pasta al horno", le dijo Di Ferro al senador. Una forma de hablar similar a la de las organizaciones mafiosas, que utilizan los términos más singulares para no meterse en líos si son interceptadas. Pese a ello y a pesar de la polémica montada con razón sobre el escándalo, Miccichè, berlusconiano irreductible y delfín, en su momento, del hombre de la mafia Marcello Dell'Utri (condenado por concurso externo, sentencia cumplida), dice estar "en paz con su conciencia". Nosotros, en cambio, decimos que debería avergonzarse y luego renunciar. Miccichè no tiene vergüenza, no conoce el significado de Estado, y mucho menos de la ética. Ni hablar de esa "cuestión moral" que Enrico Berlinguer recordaba a todos los parlamentarios, de todos los colores. Miccichè debe renunciar porque ha manchado con sus acciones a la institución que representa, el Senado. E incluso traicionó a su premier, Giorgia Meloni, quien hace tan solo tres días declaró abiertamente la guerra a las drogas con motivo del "Día contra las drogas". Pero además de la marca que le quede, Miccichè debe abandonar el Parlamento porque podría ser chantajeado. Cualquiera que se drogue se convierte en una posible víctima, especialmente si es una figura política como la suya. Miccichè debe dimitir inmediatamente porque ha contribuido conscientemente, aunque sea con la compra de pequeñas dosis, a la financiación de Cosa Nostra. El expresidente de ARS debe tener muy presente que la cocaína no circula en Palermo sin pasar primero por las manos de las familias de Cosa Nostra, y que sin su consentimiento no puede ser vendida al por menor. Y de hecho no es casualidad que la investigación, coordinada por el fiscal adjunto Paolo Guido, naciera de manera completamente inesperada de otra, relativa a la mafia, en la cual el chef Di Ferro fue interceptado porque presuntamente tenía relaciones con "un destacado exponente de Cosa Nostra" y por "acordar una cita privada con el mismo". Abastecerse de cocaína en Palermo, en cuyo comercio en Europa Cosa Nostra solo es superada por la 'Ndrangheta, significa contribuir, aunque sea con poco en comparación con las grandes sumas que maneja Cosa Nostra, a engrosar los bolsillos de una organización que llevó a cabo las masacres. Con todo respeto por los mártires de la justicia caídos por mano de Cosa Nostra, a la que asestaron duros golpes a partir de la incautación de ingentes cargamentos de droga (especialmente heroína) con la que Cosa Nostra logró dominar, sin ser molestada, durante décadas. Algunos de esos mártires fueron los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, a quienes está dedicado el Aeropuerto de Punta Raisi. Un homenaje que el senador Miccichè nunca apreció. "Le pondría al aeropuerto de Palermo el nombre de Arquímedes -dijo en el 2012- o el de otras figuras de la ciencia, figuras positivas". A la luz de todo esto, está muy claro, para concluir, que el senador Miccichè debe presentar su dimisión de inmediato porque no es digno de ocupar ningún cargo público. Imagen de portada: Paolo Bassani
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