Nuevas revelaciones sobre el proyecto de atentado contra Di Matteo.
Y el Estado ¿dónde está?
Por Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo - 26 de Febrero de 2015
“Nino Di Matteo tenía que morir a toda costa” cuenta el colaborador de justicia Carmelo D’Amico. El nuevo arrepentido les explica a los magistrados que en abril del año pasado algunos boss sicilianos que estaban detenidos en la cárcel milanesa de Opera esperaban “de un momento a otro” la noticia del nuevo atentado. “Me lo dijo el jefe mafioso Nino Rotolo – especifica D’Amico –. Yo socializaba con él”. Y agrega: “Había escuchado a Rotolo mientras hablaba de algo grave con Vincenzo Galatolo y se referían a una persona pero la llamaban con un apodo. Un día le dije que quería saber más. Y me dijo que Di Matteo tenía que morir a toda costa”. Hoy las declaraciones del ex boss de Barcellona Pozzo di Gotto, Carmelo D’Amico, se escuchan en todos los medios nacionales de comunicación.
Las mismas se cruzan peligrosamente con las afirmaciones anteriores del ex boss de Acquasanta, Vito Galatolo, y del ex “regente” del mandamento (territorio mafioso) de Resuttana, Vincenzo Graziano. Pero también son los dichos de algunos niños que frecuentan el “Tennis Club Palermo 2” los que hicieron aumentar la tensión alrededor del Fiscal Nino Di Matteo. Hace algunos días los chicos dijeron que habían visto a dos hombres apostados con un fusil frente al ingreso secundario del círculo de tenis de calle San Lorenzo. “Estaban en una casa en obras de reestructuración” explicaron a sus padres. En ese momento, en ese preciso lugar se encontraba presente el Dr. Di Matteo provocando que creciera el estado de alarma.
Todo esto es solo la crónica aséptica de los hechos que se han conocido entre ayer y hoy. Pero ¿dónde está el Estado? ¿Dónde están sus máximos representantes? Si no es ahora el momento de hacer sentir su voz ¿cuándo sería? La pregunta está dirigida en primer lugar al nuevo Presidente de la República, Sergio Mattarella. A una persona que ha sentido en su propia piel el dolor provocado por la pérdida de un familiar por manos mafiosas no habría nada más que agregar. Sólo la urgencia de una toma de posición por su parte – sin peros – a favor del magistrado condenado a muerte por el Jefe de Cosa Nostra. Es sabido que la palabra puede matar o puede salvar. Un Jefe del Estado es totalmente consciente del poder de su verbo capaz de cambiar el curso de la historia. Y es exactamente para impedir que este proyecto de atentado pueda llegar a ser perpetrado que deseamos una rápida intervención de Sergio Mattarella.
Presidente, haga oír su cercanía al Dr. Di Matteo, vigile con firmeza a fin de que las promesas del Ministro del Interior, Angelino Alfano, de asegurar lo antes posible el dispositivo anti-bomba “jammer” para la escolta del magistrado palermitano, que se cumplan antes de que llegue a ocurrir un eventual atentado. Al Jefe de Estado le pedimos que tutele con todas sus fuerzas la búsqueda de la verdad que están llevando a cabo hombres como Nino Di Matteo en nombre de todas las víctimas de la mafia, del terrorismo y de sus familiares.
Si, en su calidad de Presidente del Consejo Superior de la Magistratura, defendiera la labor de un puñado de magistrados que se encuentran constantemente bajo ataque por un poder político corrupto hasta la médula, que tiene un gran temor por la investigación sobre la “negociación”, haría justicia a quienes han pagado con su vida el sueño de un País libre. Por lo tanto el llamado que hacemos es urgente: Presidente, lo antes posible de una muestra de discontinuidad, lance una señal de apoyo a Nino Di Matteo para que esos poderes criminales (dentro y fuera de Cosa Nostra), que lo único que esperan es que el blanco quede completamente aislado para poder herirlo de muerte, se den cuenta de que el Estado está presente. Hágase promotor de un mensaje que involucre al Presidente del Senado, Piero Grasso, a la Presidenta de la Cámara, Laura Boldrini y al mismo Primer Ministro, Matteo Renzi, quienes muy a menudo guardan silencio. Sirva de ejemplo, Presidente, de modo tal que nunca más se tenga que hacer la crónica de una muerte anunciada, y que no haya más justos que sacrificar. De lo contrario no habrá justificaciones.
“¿Si yo no soy para mí, quién es para mí? ¿Y si yo soy para mí, qué soy yo? ¿Y si no es ahora, cuándo?” la célebre frase del rabino Hilel comprendida en el libro de Primo Levi nos impone una reflexión sobre el sentido de nuestra existencia. La alternativa es la de volverse cómplices de un sistema que tarde o temprano nos engullirá. Y entonces este es el tiempo de hacer sentir nuestra voz. Si no es ahora ¿cuándo?