Miércoles 8 Mayo 2024

¿Lo recuerdo a Matías Santana? Sí, perfectamente. Un joven alto, de mirada profunda, cuyo rostro refleja esa sinceridad del alma dibujada en sus facciones. Esa inconfundible transparencia alineada a una lucha que lleva adelante, desde que vino al mundo haciendo parte del pueblo mapuche, en territorio Argentino. Hace pocas horas, desde la Gremial de Abogados y Abogadas me dan la mala nueva de que a Matías lo han detenido, tal como se aprecia en la foto de portada. Años atrás él lucia pelo largo y llevaba una vincha en la cabeza. Hoy tiene el pelo corto, y sus ojos reflejan indignación. Veo tristeza en ellos. Veo una escena que repudio y me subleva porque es la escena recurrente del autoritarismo y la impunidad, que campea por esos lares, a paso firme, como si detener mapuches fuese una tarea enaltecedora. El whinca -hombre blanco- como siempre, equivocado, hasta el hueso.

Me avisan los abogados, que ya los imagino preparándole su defensa, que a Matías lo han detenido porque pesa sobre él una orden de captura -vaya uno a saber cómo, por quién y cuándo fue elaborada, y bajo que circunstancias (estimo arbitrarias, por cierto)- desde tiempos en que fuerzas policiales desalojaron -brutalidades habituales, de por medio- la comunidad Lafken Winpul Mapu, en Bariloche, allá por comienzos de octubre de hace dos años.

Me agregan los defensores de Matías que su captura se concreta en el marco de una causa que armaron a partir del incendio de una casilla de gendarmes, que obviamente les fue endilgada a los mapuches, y en este caso a Matías.

Hoy, Matías es padre de dos hijos pequeños, los que tuvieron el infortunio de presenciar el procedimiento policial de su captura, a las siete de la mañana del pasado 17 de febrero. Violentado a la vista infantil, Matías, no tuvo otra alternativa que aceptar su suerte. Esposado a la espalda, asumió la situación, y ahora aguarda el curso de los acontecimientos.

¿Matías, como tantos otros mapuches detenidos oportunamente, tendrán las debidas garantías procesales?

La Gremial de Abogados y Abogadas trabaja con ahínco sobre ese rumbo. Ese muy sacrificado sendero, en el que hay que demostrar (y mostrar a los cuatro vientos) que el poder dibuja situaciones para conveniencia política, porque los pueblos originarios, por sí mismos, no son ni más ni menos que un asunto político que hay que resolver y presentarlo a la opinión pública, con el ropaje terrorista. Porque para el poder el legítimo reclamo de los pueblos originarios, es puro terrorismo, es pura farsa, es pura movilización, que no merece más que la criminalizarla, lisa y llana. Porque ya desde el vamos, para el whinca, ser mapuche es ser terrorista. Ese terrorista de la semana, del mes, del año.

Los pueblos originarios de la Argentina resisten estas demoledoras injusticias y hay sobrados casos que lo demuestran, desde mucho, pero mucho antes del caso Santiago Maldonado, y bastante después también. Recordemos, por ejemplo el asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel, en el 2017; otras detenciones arbitrarias; el caso de extradición del Lonko Facundo Jones Huala; los episodios de desalojos de comunidades, siendo el más destacado el de Bariloche, con el arresto de siete mujeres con sus niños. Y ahora el caso de Matías, que se suma a los de Yessica Bonnefoi y Gonzalo Coña. Y solo estoy haciendo un muy breve repaso de las maliciosas manipulaciones judiciales que se cometen asiduamente para hacer del mapuche y de su lucha, un acto o una corriente ideológica sustentada en el terror, pisoteando derechos, como si tal cosa, y lo que es peor, a la vista pública local e internacional, la que no pocas veces se muestra indiferente o insensible, con las excepciones de siempre, especialmente de las organizaciones de DDHH, de los colectivos en resistencia y del periodismo alternativo, que no está, ni sometido, ni adulado por el poder. Y mirando un poco hacia el horizonte, algo similar, pero en mayor escala, sucede allí en Palestina.

¿Lo recuerdo a Matías Santana? Sí, perfectamente. Y sé, también, que en este preciso momento (para este lunes estaba prevista la definición de cargos en su contra) está llevando con entereza ideológica y madurez emocional su momento más firme de resistencia, como siempre lo ha hecho, en otras circunstancias, en otros episodios.

Circunstancias y episodios de absoluta y legítima resistencia, que estuvieron y están muy distantes del terrorismo que se pretende -burda y tendenciosamente- adjudicarle, racismo y discriminación de por medio, ejercidas por el poder, que en definitiva, cuando hace ese tipo de prácticas, no hace más que sentarse sobre los pilares de un terrorismo de Estado. ¿Hay dudas?

Foto: Facebook