Jueves 2 Mayo 2024

Organismos de derechos humanos buscan quitarle el cepo ideológico a la iniciativa

Antes de compartir las opiniones de los protagonistas me parece importante dejar una cuestión en claro, y es la inmensa diferencia entre la violencia política -que la hubo, la hay, y esperemos la dejé de haber- y el terrorismo de Estado. Diferencias que quizás haya gente que todavía no ha podido comprender.

La juventud, en particular la de estos días, viene a explicarnos, qué hay otra forma de hacer política e incluso de discutirla. El respeto y la no violencia, cómo lo predicaba Gandhi, son esenciales a la vida democrática. Y dentro de esto debemos distinguir los distintos niveles de ofensa o de desobediencia civil -que deben ser encausados dentro del estado de derecho-, respecto de la violencia sistematizada de organizaciones privadas amparadas por el aparato represivo del Estado, lo cual es sin lugar a dudas parte del terrorismo de Estado.

Gastón Grisoni, en representación de Crysol -que nuclea a expresos y expresas políticas del terrorismo de Estado-, dialogó con La Diaria, respecto a la inminente aprobación del proyecto de ley que pretende reparar de manera simbólica, moral y económica a las “víctimas de los grupos organizados y armados con fines políticos e ideológicos”. Un proyecto promovido durante años por facciones de extrema derecha -que buscan equiparar la violencia política con el terrorismo de Estado-, y que ahora llegan al Parlamento de la mano de Cabildo Abierto con la venia de la coalición de gobierno capitaneada por Luis Lacalle Pou. El proyecto -que a priori cuenta con los votos suficientes- inminentemente será aprobado. Una situación ampliamente rechazada desde los sectores progresistas y la izquierda. Por fuera de esta discusión central ahora el debate está atravesado por quitarle el cepo ideológico al proyecto, que por el momento solo incluye -de manera privilegiada- a las "víctimas de la guerrilla", y se busca al menos ampliarlo de manera que también sean contempladas otras víctimas de la violencia política y del terrorismo de Estado.

Grisoni refirió que el 17 de agosto de 1961 -fecha en que fue asesinado el profesor Arbelio Ramírez- “Es realmente una fecha significativa en cuanto al comienzo de la violencia política en Uruguay, nadie puede objetarla”. Según Crysol es menester que "el Estado asista a los familiares de los civiles que fallecieron como resultado de la violencia que vivió nuestro país y que no fueron resarcidos hasta el momento”. También hacen énfasis en qué “miles de niños y adolescentes de la época que son familiares de expresas y expresos políticos no han sido reparados por el Estado hasta el momento ni son considerados víctimas de la actuación ilegítima ni del terrorismo estatal”.

La Diaria también dialogó con el senador por Cabildo Abierto, Guillermo Domenech, quién alegó no conocer "el acontecimiento", referido al crimen contra Ramírez. También dejó en claro que las fechas que delimitan el período del proyecto de ley, fueron establecidas por el propio Tabaré Vázquez

Arbelio Ramírez fue víctima de las bandas fascistas de los años 60

El 17 de agosto de 1961, quedó registrado como un día histórico en la lucha del pueblo uruguayo y también latinoamericano. Aquel día Ernesto Guevara, el Che, dio una importante y excelsa charla en el Paraninfo de la Universidad de la República, en la que desglosó con mucha claridad la situación geopolítica de aquellos años, y la inminentemente transformación en la que se encaminaba el mundo de mano del capitalismo. Aquel día, el Che remarcó, ante un auditorio atiborrado de jóvenes -que veían en el argentino la encarnación de la revolución-, que en Uruguay estaban dadas las condiciones para continuar un proyecto de lucha popular dentro del marco de la democracia que había en el país.

También, como si fuera poco, advirtió “nosotros iniciamos el camino de la lucha armada, un camino muy triste, muy doloroso, que sembró de muertos todo el territorio nacional. Tengo las pretensiones personales de decir que conozco América, y que cada uno de sus países, en alguna forma, los he visitado, y puedo asegurarles que, en nuestra América, en las condiciones actuales, no se da un país donde, como en el Uruguay, se permitan las manifestaciones de las ideas. Se tendrá una manera de pensar u otra, y es lógico; y yo sé que los miembros del Gobierno del Uruguay no están de acuerdo con nuestras ideas. Sin embargo, nos permiten la expresión de estas ideas aquí, en la Universidad y en el territorio del país que está bajo el Gobierno uruguayo (...). Ustedes tienen algo que hay que cuidar, que es precisamente la posibilidad de expresar sus ideas; la posibilidad de avanzar por cauces democráticos hasta donde se pueda ir; la posibilidad, en fin, de ir creando esas condiciones que todos esperamos algún día se logren en América, para que podamos ser todos hermanos, para que no haya la explotación del hombre por el hombre ni siga la explotación, o se mitigue la explotación del hombre por el hombre, sin derramar sangre, sin que se produzca nada de lo que se produjo en Cuba, que es que cuando se empieza el primer disparo, nunca se sabe cuándo será el último".

Poco tuvo que esperar el pueblo uruguayo para caer en la espiral de violencia. Al cierre de la presentación del Che, pasadas las 21:40 horas, de aquel 17 de agosto, una pequeña multitud se aglomeró sobre calle Eduardo Acevedo, en una de las puertas del IAVA -que por estos días está tomado por los estudiantes en protesta-, entre los que se encontraba el profesor Arbelio Ramírez, quién había presenciado el evento e incluso lo había registrado en un pequeño grabador amarillo.

Según escribió en aquellos días, Guillermo Chifflet, apenas el Che salió del lugar en su vehículo, junto con su escolta, hubo una serie de disparos contra la multitud. Uno de ellos impactó contra Ramírez en la zona del cuello, dándole muerte de forma inmediata. El agresor escapó a pie por calle Lavalleja hasta Tristán Narvaja, dónde ingresó en el local del MEDL, el Movimiento Estudiantil para la Defensa de la Libertad, una facción de extrema derecha que estaba financiada por la embajada de los Estados Unidos, cómo pudo reconstruir Víctor Bacchetta en su libro 'El asesinato de Arbelio Ramírez, la República a la deriva'. Estás facciones -precursoras en cierto aspecto de organizaciones cómo la JUP- marcaron la antesala de un terrorismo de Estado que se perfeccionarla de la mano de la CIA y del maestro de torturadores, Dan Mitrione.

El asesinato del profesor Ramírez es para un amplio espectro el primer asesinato político de la década del 60. Un crimen aún impune.

Foto: Retta Libros