La publicación de la Iglesia, por hacerse a un costado de la justicia,se sigue ahondando el debateLa complicidad de la iglesia con la dictadura cívica, militar y empresarial en Argentina, ha sido más que confirmada, por la justicia y por las víctimas del terrorismo estatal. Una de las figuras más destacadas de esos años y a la que mucho se señaló por su silencio frente a las torturas y desapariciones, fue la de Jorge Bergoglio, ex arzobispo de Buenos Aires, hoy convertido en la máxima autoridad católica a nivel mundial. Unos 16 años atrás, Madres de Plaza de Mayo pidió a la justicia federal de San Martín, en Argentina, que citara a declarar a Federico Gogala, excapellán del Hospital Militar en Campo de Mayo, durante los años de dictadura, pero el pedido no fue tomado en cuenta, y la iglesia continuó, en este caso, siendo amparada bajo el más absoluto silencio. Poco tiempo atrás en Antimafia Dos Mil difundimos que la Conferencia Episcopal Argentina desclasificó informaciones sobre los vínculos del Vaticano y de su institución con la dictadura. El extenso informe fue dividido en tres libros, preparados bajo el sesgo de la iglesia, ya que los documentos originales no fueron difundidos. El primero de ellos, La verdad los hará libres -publicado semanas atrás-, revela algunas informaciones que demuestran que la iglesia católica conocía perfectamente la situación criminal que padecían las y los presos clandestinos del régimen político, militar, civil y empresarial. A pesar de “servir” al Señor, el sacerdote Gogala mantuvo un cuidadoso silencio sobre lo que habían visto sus ojos en aquellos días en Campo de Mayo, y no dio a conocer estos hechos hasta noviembre de 2013, cuando finalmente llegó el testimonio a la Conferencia Episcopal Argentina, que acusó recibo, y lo archivó. La confesión, escrita en octubre de 2007, contó con el más cómplice de los silencios, y la más grave de las indiferencias. La institución regente de la moral y los valores humanitarios demostraba, una vez más, ser la peor de las harpías. Luis Liberti y Federico Tavelli fueron los teólogos que se encargaron de transcribir algunos fragmentos del testimonio de Gogala, de siete páginas, titulado “Todo lo que yo sé acerca de la Maternidad Clandestina en el Hospital Militar de Campo de Mayo en los años setenta”. En la maternidad de Campo de Mayo, “algunas parturientas -redactó Gogala- eran presas o incomunicadas”. Incluso, relató que una de ellas "estaba muy triste porque la separaron de su criatura”. Posteriormente, la vio sentada en la parte trasera de “un coche particular”. “La puerta del conductor estaba abierta, pero el conductor no estaba adentro. En el asiento trasero estaba sentada la señora presa. Comprendí que la estaban devolviendo a la cárcel clandestina”, dijo, y contó que acto seguido, se acercó al auto “un oficial del Cuerpo Comando, es decir, no era médico, con grado de capitán o mayor, con apellido”. Y continuó: “Al verme a mí al lado del coche se vino casi corriendo y, con cara seria, me dijo: ‘Padre, con estas personas usted no debe hablar’. Después se sentó rápido en el coche y arrancó y se llevó a la señora presa”. Las órdenes para el excapellán fueron claras, según el testimonio citado en el segundo tomo del libro de la CEA, y Gogala, obedeció. Las críticas a la publicación apuntan a que esta y otras informaciones se publicaron parcialmente censuradas, lo que ha generado gran descontento, principalmente en la organización de Abuelas de Plaza de Mayo. A raíz de las confesiones de Gogala, la abogada de Abuelas, Carolina Villella, dijo a Página/12 que solicitará a la justicia que se tomen medidas y pedirá más información sobre el caso, además del acceso a todos los archivos que mantiene guardados la Iglesia. Villella lamentó que el cura, fallecido años atrás, no fue llamado por la justicia para declarar. Además, recalcó que para quienes fueron y aún son víctimas del terrorismo de Estado, “hubiera sido importante contar con esta información mientras era posible ampliarla”. Y agrega: “Eso hubiera demostrado un compromiso real de parte de la iglesia de avanzar en las investigaciones”. Aparentemente, el documento tiene fecha de escrito octubre de 2007. Según el cuerpo de abogados de la organización, tres meses antes habían pedido a la justicia que Gogola se presentara a dar testimonio de lo que había visto en Campo de Mayo, algo que no tuvo eco. Villella reclama la falta de voluntad para colaborar con la causa: “Intentamos por todos los medios que tuvimos a nuestro alcance tener el testimonio de Gogala y nos llega recién ahora, mediado, y tarde. Si la Iglesia hubiera aportado lo suyo diferente sería la historia, enormemente diferente”. Villela se lamenta por la actitud de la Conferencia Episcopal Argentina: “Hicimos múltiples reclamos históricamente para que la Iglesia desclasifique los archivos y entregue todo lo que puede ser relevante para encontrar los nietos y nietas que faltan y no hubo nunca respuesta favorable". En 2007, el diario Página/12 publicó una nota donde relataba que una monja y una enfermera fueron testigos en Campo de Mayo de que Federico Gogala se acercaba a las embarazadas que eran mantenidas en aislamiento en el sector de Epidemiología del hospital. Ambas declaran haberlo visto ingresar reiteradas veces a la maternidad, donde había mujeres parturientas, encapuchadas y esposadas, sin registro de sus nombres. Se sabía, según contaron ambas mujeres, que luego de tener a sus bebés, volvían solas y eran devueltas a los centros clandestinos de detención. El silencio de la iglesia es como una roca difícil de romper. Ni siquiera la publicación de una selección fragmentada de información, publicada en los libros de la CEA, tiene como verdadera motivación sacar a luz todo registro bajo sus manos, porque de otra manera, el acceso a los documentos sería público, y no restringido como en este caso ni como en los casos de pedido de acceso a la información, rechazada en varias ocasiones. Mientras sigan eludiendo la verdad, seguirán falleciendo los responsables, y la justicia seguirá permaneciendo enterrada en la historia. Foto: Evenbrite Argentina |
PARTOS CLANDESTINOS EN DICTADURA: LA IGLESIA ARGENTINA LOS OCULTÓ, AHORA LOS PUBLICA
- Victoria Camboni
- DERECHOS HUMANOS