Lunes 29 Abril 2024
48° aniversario del asesinato de las “Muchachas de Abril”

En exclusiva, entrevista a Carlos Velázquez: vecino y testigo directo del sangriento hecho

Por Andrés Volpe-21 de abril de 2022

“Dan la vuelta, golpean y por el otro lado empiezan a sentirse griteríos. Se escuchan disparos, continuos, no sé cuánto, para mí en ese momento parecía un montón. Parecía una guerra. En ningún momento las chicas tiraron. Se oye la voz ‘granada’ y ahí nos sacan a todos a la calle. Cuando yo salgo veo la cantidad impresionante de militares que había. La casa no era como es ahora. Estaba llena de militares toda la manzana, toda la cuadra, estaba rodeada con autos particulares. En la calle Iniciador le dieron la voz de alto a una persona que circulaba en bicicleta. Esa persona no se detuvo porque era sorda, y lo mataron”.

Unas manos temblorosas sostienen el papel, leyendo el brutal testimonio, una declaración que pasó desapercibida en ese entonces, pero que cobró trascendencia años después. Carlos Velázquez, de 68 años, vecino en el momento del asesinato de las ‘muchachas de abril’, que en aquellos días tenía 19 años, nos recibió amablemente en su casa contigua al inmueble donde se registró el fatídico hecho, en la calle Mariano Soler al 3098 bis. Hoy la construcción se observa muy diferente, las marcas de balas en las paredes se han tapado, y muchos vecinos se han mudado. En la calle frente al pasillo de entrada de la construcción, se puede ver una tímida placa del Ministerio de Educación y Cultura que evoca los nombres de las jóvenes víctimas de la violenta redada: Laura Raggio (19 años), Diana Maidanik (22 años) y Silvia Reyes (19 años).

Carlos recuerda con horror aquella madrugada del 21 de abril de 1974 y nos transmitió todo su pesar.

-¿Cuál es su relación con el hecho?

“Yo vivía acá, tenía la misma edad que las chicas, tenía 19 años. Acá había una repisa, la puerta del otro lado estaba ahí. A Washington (Washington Javier Barrios Fernández era militante Tupamaro) lo conocí más que todos porque vivía a media cuadra. Cuando se casa con Silvia, Silvia viene a vivir acá a la vuelta, que todavía sigue el departamento, está escondido, no te vas a dar cuenta de la puerta de chapa, que sigue estando igual.Yo te cuento los hechos. Silvia está embarazada de tres meses en el momento que la mataron. No la mataron, la asesinaron”.

“Eran las 3 de la mañana. Golpean la puerta ahí y dicen ‘abran o tiramos la puerta abajo’. Yo todo esto que te declaro lo tengo declarado, fui a declarar contra Gavazzo (José Nino Gavazzo Pereira ​​ fue teniente coronel del ejército) y es tal cual lo que te estoy diciendo. No se te borra más. Tenía 19 años, igual que las gurisas”.

“Mi viejo dormía en el dormitorio de acá (señala hacia delante suyo), y me dice ‘están golpeando’. ‘No, no es acá’, le dije. ‘Abran o tiramos la puerta abajo’. Mi padre abre la puerta. Mi padre mide 1.60 de estatura. Lo tiraron los milicos para adentro. Había un escalón (señala el piso). Yo tenía un hermano de ocho años durmiendo en una cama repisa con otra cama que se abría. ‘No te muevas peludo porque te quemo’. Yo usaba el pelo largo en esa época. Me tiro arriba de mi hermano. Esto se llena de botones, se llena mal. ‘Acá no es’. Golpean al lado y se siente la voz de las gurisas. No te voy a decir lo que gritan.‘Es acá’, y empezaron a los tiros. Los tiros de afuera, no de adentro. Eso había una higuera donde tengo el parrillero ahora. Estaba lleno, lleno. Después yo salí. En un momento dicen ‘granadas’. Cuando dicen granadas, nos sacaron a todos para afuera, a mí en calzoncillos, mi vieja en salto de cama. Salimos todos para la calle, y empezaron a tirar tiros. Incluso a uno de ellos le pegaron un balazo en la espalda. Eso está corroborado. Y a uno en la calle Iniciador, que era policía, venía en bicicleta, le dieron la voz de alto, y como era sordo también le pegaron un balazo. Eso debe estar registrado, porque yo tengo amigos en Iniciador. Era un sábado y había baile en el Colón. Yo no fui a bailar ese día. Yo iba al Colón porque entraba gratis. Me pongo nervioso, hasta el día de hoy, porque es verdad lo que te cuento. Salgo para la calle, y termina la balacera. Termina a eso de las 3 y pico de la mañana, calculo una hora. Al rato se sienten ruidos de ametralladora. Era la morguera, agarra la pala ahí, donde está la entrada hasta el día de hoy, y así como te digo las agarran a las gurisas y las tiran, ni siquiera las acomodan. Yo estaba en la calle del otro lado y había tejido, entonces lo veo”.

Aun se respira miedo en la vivienda de las muchachas de abril 2

“El padre de Washington que vivía al lado, gritaba: ‘Mátenme a mí que yo también soy tupamaro’, en un ataque de nervios. Era colombiano, golero de la selección de Colombia, inmenso. Y estaba Jacqueline, que era la gurisa más chica, y Nené, la madre de Washington. A todo eso, dejan en guardia dos milicos ahí. Al mediodía viene un camión del Ejército, cargan todos los muebles y se los llevan. Cuando se llevan todo, nos dice el padre de Washington, vengan a ver lo que les hicieron a las gurisas. Entramos, mi padre, entré yo y otro vecino más. En este rincón de acá, se ve que habían amontonado los cuerpos, y ahí las habían acribillado. Yo me enteré que les encajaron 133 balazos, por el forense. Fui a una charla del Goes y ahí me enteré que le habían pegado 133 balazos a las gurisas. Lo que yo vi, eran huesos, pelo, carne, todo, arrinconado. Si te mato de un balazo, dos tres… ahora, si te arrincono tres cuerpos y te paso ametralladora, imagínate lo que ves. Después de eso nos fuimos con el padre de Washington y el Edward (hermano de Washington) para Buenos Aires, pero esa es otra historia”.

-A pesar de que los organismos de Derechos Humanos intentaron presionar al Estado, los organismos internacionales, y el Estado reconoce parcialmente su culpabilidad, ¿cuál es su impresión, su sentimiento, respecto a eso?

“Te voy a ser sincero. En ese momento yo estaba afiliado al Partido Comunista. Fomento y Carabelas. Había la seccional 1219 del Partido Comunista. Yo iba, no tenía la noción de política del MLN-T (movimiento de liberación Nacional), porque yo iba a jugar al ping pong, hacíamos pegatinas, en aquel momento estaba la JUP (juventud Uruguaya de Pie). Lo que hicieron fue un asesinato, y nunca pensé que fuera tan a nivel mundial todo esto. ¿Sabes por qué te digo? Porque yo me enteré de todo esto… Yo tengo una hija de 22 años, cumple justo el 14 de abril. Está haciendo 4to año de medicina. Cuando era chiquita le festejábamos el cumpleaños y lo hacíamos en un club. Las marchas salían de San Martín y Bulevar. Yo sabía lo que había pasado, pero ni siquiera se lo conté a los dos hijos mayores que tengo. Tengo un hijo de 43 años, una hija de 40 que está en España. Jamás lo conté. Y después una vez salgo a la calle, Florencia ya había cumplido 15 años -esto hace siete-, que creo que empezó en el 2014 la movilización así. Y salió a la calle, y se ve que algún vecino le dijo, ‘es él’, y ahí me hicieron preguntas. Nunca oculté. Nunca lo dije, pero tampoco lo oculté, nadie me lo había preguntado. Cuando me lo preguntaron sí, cuando lo cuento es al pie de detalle. Tengo la declaración del juzgado, para que veas que lo que te digo te lo dije ahora y te lo voy a decir hasta el último día de mi vida".

-¿Algún funcionario del Estado se acercó a su casa?

“Yo viví en Buenos Aires muchos años. Esta casa no era lo que es ahora”.

-Se acerca el 21. ¿Qué siente?

“Sí, los 21 estoy. Sí siento, porque conocí a los hermanos de las muchachas, vienen a casa, estoy en contacto con ellos, a Horacio Raggio. Conocí a la mamá de Melanie. Qué monstruosidad lo que hicieron, es como que te da… no fue un crimen, fue una matanza, un asesinato. 133 balas a las gurisas? Las gurisas tenían mi edad y hacían psicología creo. Habían estado presas un año. Horacio se comunicaba por intermedio de las palomas. Después nadie me vino a decir nada. Cuando me vinieron a decir si yo podía declarar yo dije que sí. Y dije la verdad. Cuando yo salí a la calle estaba lleno de milicos y de autos particulares. Pero si vos me decís ‘fue Gavazzo’, no sé. ¿Fue el Pajarito? No sé. Sé que había gente particular, un montón. Sé que había milicos a granel. Después me entero que fue Gavazzo el que estaba adentro y se jactaba de lo que había pasado”.

Aun se respira miedo en la vivienda de las muchachas de abril 3

-Además de los familiares, de los amigos, allegados a las chicas, ¿usted se encuentra actualmente en contacto con alguna víctima de terrorismo de Estado?

“No, para nada. Tenía primos de mi edad, que caían presos y los encerraban en el Cilindro, te llevaban en cana al Cilindro. Yo también caí en las pintadas, pero era eso”.

-¿Cómo es su visión en este momento, año 2022 de todo lo que pasó en aquel entonces, además de todo lo que usted nos comentó, a rasgos generales? ¿Qué significó el terrorismo de Estado acá en el Uruguay?

“Es una dictadura, una cosa que está más allá de las ideas, de lo que pensamos diferente no tenemos lugar de expresarnos, de decir lo que sentimos. No podías decir nada. Es como cuando a mí me llevaban para la razia, me soltaban y entraba de vuelta. Decía, recién salí. Y no hables una palabra porque te cagan a palos. No teníamos voz ni voto, nada, en los 80. No teníamos nada de eso. Esto fue en el 74. Washington Barrios es el primer desaparecido en el pozo de Banfield. Si vos lees el libro ‘Nunca más’ de los 30 mil desaparecidos de Argentina, vas a ver que nombran a Washington Barrios, el marido de Silvia, el primer desaparecido en el pozo de Banfield.Washington Barrios trabajaba en la empresa Dorrego, que viene a ser como Buquebus. Él se encargaba de sacar gente. Ese era el rol. Y ahí se conocieron con Silvia”.

-Y eso fue como una sentencia de muerte…

“Sí. Silvia había ido por el cumpleaños de 15. Washington tendría 18. Hicieron un noviazgo”.

En el barrio aún queda el terror, aún se respira miedo, pocos vecinos fueron valientes. Dieron testimonios de aquel oscuro capítulo uruguayo. Una vecina de la cuadra nos recibió puerta entrecerrada mediante, con vos visiblemente angustiada y enojada y soltando un breve “yo no sé nada del tema, hablen con mi vecina”.

Es necesario hacer notar que frente al departamento de la masacre vivían Jorge Gandini, senador por el partido nacional y Marcelo Abdala actual presidente de la central sindical de trabajadores del Uruguay, casualidad o causalidad, solo el tiempo dirá. En la placa del Ministerio de Educación también esta estampada una frase demagógica de primer orden pero que en justas manos transmiten verdad: “Nunca más terrorismo de Estado”.

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*Foto de portada: Antimafia Dos Mil / José Guzmán