Ernesto Guevara, fue asesinado el 9 de octubre de 1967. Su verdugo, el suboficial Mario Terán Salazar, le dio muerte de una ráfaga, con los ojos cerrados, a pocos metros de distancia, en las entrañas de una precaria escuelita en el altiplano boliviano, en la localidad de La Higuera. Fiel a su historia, a su espíritu, el “Che”, murió en el campo de batalla, habiendo abandonado la comodidad de los logros obtenidos. Murió en un lugar extremo, donde los efectos del colonialismo eran asfixiantes. El 'Che', murió no por las balas de un simple soldado, murió acosado por los servicios de inteligencia y el dinero de la CIA, que supo comprar y doblegar voluntades. El 'Che', murió para convertirse en una leyenda, que lamentablemente ha rellenado muchos discursos hipócritas durante las últimas décadas.

Mario Terán murió a los 79 años, en la Corporación del Seguro Social Militar, en la localidad de Santa Cruz, donde estaba internado hacía ya varias semanas. En los últimos años, padeció una complicada afección pulmonar, según comentó Gary Prado, quien fuera el militar a cargo del operativo -con plena asistencia de la CIA-, que derrotó a la milicia que comandaba Guevara. Prado, tiempo después, pasó varios años preso, acusado por un “atentado terrorista”, contra el gobierno de Evo Morales, el 16 de abril de 2009.

Mario Terán, fue quien inmortalizó las últimas palabras de Ernesto, “¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”, había dicho el revolucionario, ante el inminente destino. Terán, levantó su fusil y al disparar cerró sus ojos. “Ese fue el peor momento de mi vida”, diría años más tarde a la prensa francesa. El verdugo, pasó el próximo tiempo de su carrera militar intentando pasar desapercibido, incluso en 2014, durante una entrevista, llegó a negar haber sido el ejecutor.

Un simple soldado, le puso el nombre a un sistema imperialista que compró lealtades y traidores para dar muerte a quien supo elegir, siempre, la patria.

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*Foto de portada: Urgente Bo / La Patria Bolivia