Domingo 19 Mayo 2024

Cientos de personas les dicen no a las reformas constitucionales propuestas por el ejecutivo

A pesar de la lluvia y la niebla, cientos de trabajadores estuvieron presentes hoy en Portezuela della Ginestra para recordar a los fallecidos en la masacre del 1º de mayo de 1947.

Fue la primera masacre del período republicano; el primero de una larga serie de ataques terroristas que se han extendido a lo largo de los años de nuestra historia. Aquel 1º de mayo, hace 77 años, la sangre de hombres, mujeres y niños reunidos para el Día del Trabajo se unió a la tierra de Piana degli Albanesi mientras algunos individuos, apostados en las rocas del Monte Pelavet, disparaban contra la multitud. En el contexto de esa masacre, que costó la vida a once personas e hirió a otras veintisiete, es posible reconocer algunas siluetas que no corresponden a las de simples bandidos.

El proceso de Viterbo primero y el celebrado en la corte de Apelaciones de Roma después, decidieron que el único responsable de la masacre fue el "rey de Montelepre", Salvatore Giuliano.

Sin embargo, uno de los acusados, Antonio Terranova, "denunció al honorable Bernardo Mattarella, al honorable Tommaso Leone Marchesano y al príncipe Gianfranco Alliata como organizadores de la masacre. El intermediario entre los instigadores y el jefe de la banda fue el honorable Giacomo Cusumano Geloso, calificado como 'embajador' entre la banda y Roma".

En el encuentro promovido por la CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo) estuvieron presentes la secretaria del Partido Democrático (PD), Elly Schlein, y el presidente del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Giuseppe Conte. El líder del M5S anunció que firmará el referéndum de la CGIL contra la Ley de Empleo. "Hoy es la celebración del 1º de mayo -explicó Conte- pero no de los trabajadores mal pagados, de los trabajadores pobres, de los trabajadores precarios. La dignidad del trabajo significa tener un empleo que dé satisfacción, un trabajo que permita cuidar los intereses personales, la vida familiar y afectiva, y que permita una remuneración justa. Un trabajo que no sea en 'negro'. Y también debe ser la celebración de aquellos que en este momento no tienen trabajo y querrían tenerlo". Palabras que van de la mano con las de la secretaria del PD, Elly Schlein: "Es un día de lucha contra el trabajo pobre, contra el trabajo precario y también por la seguridad en el trabajo -afirmó- porque en Italia no es posible seguir muriendo por trabajar".

También estuvo presente Giuseppe Antoci, líder del M5S en la circunscripción de las "islas" en las elecciones europeas: "Hoy hemos recordado con Giuseppe Conte la masacre de Portezuela della Ginestra que tuvo lugar el 1º de mayo de 1947. Una oportunidad importante para reiterar la importancia del derecho al trabajo como instrumento de justicia social y de lucha contra la mafia".

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"El sur sigue teniendo la tasa de desempleo más alta de Italia -agregó Antoci- una tasa que es aún mayor entre las mujeres. Y el crimen organizado se infiltra precisamente entre las dificultades. Hay hambre de trabajo, de dignidad. De un trabajo justamente remunerado, con seguridad en las obras, de lucha constante contra la explotación y la discriminación. Con medidas eficaces contra el desempleo y la fuga de jóvenes al extranjero en busca de un trabajo digno". Antoci, junto con Conte, también firmó en apoyo a la propuesta del referéndum.

Mario Ridulfo, secretario general de la CGIL de Palermo, declaró ante la multitud reunida que "el 1 de mayo, Día de los Trabajadores, nunca es el punto de llegada de un viaje, sino un punto que da continuidad a la movilización por el trabajo, que nunca se ha detenido, ni en tiempos de pandemia ni en tiempos de guerra. Un mundo en el que la guerra vuelve a ser la única herramienta para resolver los problemas y un mundo en el que sólo hay un ganador, precisamente la industria armamentista. De hecho, en la guerra todos somos perdedores. Por eso todos debemos gritar: paz en Europa, paz en Ucrania, paz en el Mediterráneo, en Palestina y también en Israel".

Posteriormente se refirió a los principios constitucionales nacidos de la lucha partisana y de cómo el actual gobierno intenta, y en algunos casos ya lo ha conseguido, transformar la república democrática en una república corporativa: "Ésta es la situación. El trabajo se ha convertido en dinero. Se toma donde cuesta menos y se coloca donde más paga".

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Luego vino el discurso de Serena Sorrentino, secretaria general de la Función Pública de la CGIL, quien habló de las políticas gubernamentales cada vez más indiferentes a los derechos de los trabajadores, pero extremadamente atentas a satisfacer los deseos de la élite económica. En su alocución se refirió a la reforma constitucional del gobierno, en la cual "se pone en el banquillo a la democracia parlamentaria. Se constitucionaliza un sistema electoral alterando la relación entre el voto libremente expresado por los ciudadanos y los escaños atribuidos a las mayorías parlamentarias. Se cambia el equilibrio en la relación entre el poder legislativo y el poder ejecutivo. Es otra idea de República. Es otro modelo de democracia. Es la superación del Estado de bienestar por un Estado mínimo en el que el poder se concentra cada vez más en manos de una sola persona. Nosotros defendemos como trabajadores del sector público, como trabajadores que amparamos y reconocemos en la Constitución el papel del Estado, el rol de las autonomías locales, el rol de las administraciones públicas para garantizar, en la defensa de los derechos, esa unidad que para nosotros es fundamental, pero sobre todo defendemos la idea de democracia y participación, incluida la de asambleas electivas, y aún hoy luchamos por devolver la dignidad a aquellas entidades que han quedado completamente devastadas por reformas institucionales que anularon su función democrática a partir de las provincias. Y si eso pasó con la reforma de las provincias, imaginen lo que pasará con la autonomía diferenciada del primer ministro, la redistribución de la riqueza, la justicia social, y también los peligros que se presentan de cara a las elecciones europeas. Seguimos creyendo en la Europa de la paz, seguimos creyendo en la Europa del bienestar, seguimos creyendo que estar a la defensiva es estar contra este ataque y decimos que se debe respetar el artículo 11 de nuestra Constitución. Italia debe repudiar la guerra como herramienta para la resolución de conflictos -afirmó- no puede haber ambigüedad en esto. Lo decimos con contundencia. Si se quiere la paz, hay que preparar la paz", añadió.

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El detrás de escena de una masacre atlantista

En un artículo sin fecha contenido en los documentos de la Comisión Parlamentaria Antimafia, se planteó incluso la hipótesis de que Scelba hubiera tenido conocimiento de este tráfico de armas entre el agente Stern y el bandido Giuliano. El gobierno italiano se defendió de antemano, antes de que se formulara abiertamente la acusación.

La política tuvo su parte: el ministro Mario Scelba, el 2 de mayo de 1947 en la Cámara de Diputados, menos de veinticuatro horas después de los hechos, sostuvo que se trataba de un episodio de atraso feudal.

El 5 de julio de 1950, el bandido fue asesinado en Castelvetrano, en la provincia de Trapani. Oficialmente en un tiroteo con hombres del CERB (Comando para la Represión del Bandidaje en Sicilia, grupo conjunto de policía y carabineros, creado el año anterior precisamente para perseguir a Giuliano), pero luego se planteó la teoría de que habría sido más bien su lugarteniente y primo Gaspare Pisciotta quien lo mató, el cual murió en prisión cuatro años después, envenenado tras decir que quería revelar los nombres de quienes instigaron la masacre. Sin embargo, en los últimos tiempos ha habido grandes dudas sobre si Pisciotta fue el verdadero autor del asesinato de Giuliano.

Muchas de las dudas sobre la forma en que murió el bandido persisten en el tiempo.

Pero las investigaciones no sirvieron de nada para conocer la verdad: los magistrados hicieron investigaciones precipitadas y superficiales; ninguna autopsia de los cuerpos de las víctimas ni pruebas balísticas para determinar el tipo de armas utilizadas en la masacre.

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Lo que estaba claro, sin embargo, era el mensaje: la Democracia Cristiana es el único partido que debe gobernar. Y en las elecciones del 18 de abril de 1948 se consolidó como la fuerza con mayoría relativa, tras una campaña electoral destinada a exorcizar el "peligro rojo".
El Vaticano también se mostró conforme. El cardenal Ernesto Ruffini, a propósito de la masacre de Portezuela y de los atentados del 22 de junio, dijo que la resistencia y la rebelión eran "inevitables frente a la arrogancia, la calumnia, los sistemas injustos y las teorías anti italianas y anti cristianas de los comunistas".
En la campaña electoral de 1948 también influyó el Consejo de Seguridad Nacional que, cuarenta días antes de la votación, publicó un documento recogido por el ministerio de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos: "La demostración de firme oposición de los Estados Unidos al comunismo y a la garantía de apoyo efectivo podría alentar a elementos no comunistas en Italia a hacer un último esfuerzo vigoroso, incluso a riesgo de una guerra civil, para impedir la consolidación del control comunista".
Y agregaba que los EE.UU. están dispuestos a "proporcionar asistencia financiera y militar a los grupos anticomunistas clandestinos", sabiendo bien -porque Washington había sido informado de ello por el embajador James Dunn a principios de 1949- que "Italia está creando una policía secreta anticomunista con organizaciones dependientes del ministro del Interior y con exponentes de la antigua policía secreta fascista como parte decisiva a nivel estructural y organizativo".
En síntesis, era necesario no escatimar medios para proteger los intereses de los Estados Unidos en el área del Mediterráneo, relativos a problemas de seguridad, que resultarían seriamente amenazados por la posibilidad de que el Frente Popular obtuviera un participación en el gobierno a través de elecciones nacionales: "En caso de que los comunistas logren obtener el liderazgo del gobierno a través de sistemas legales, se deben tomar medidas inmediatas, incluidos todo tipo de medidas coercitivas".
En definitiva, una declaración de guerra contra la libertad y la autodeterminación de todo el pueblo italiano.
Una guerra que a lo largo de los años se cobraría muchas víctimas y cuyos efectos aún hoy siguen vigentes.
*Foto de Portada: © ACFB