Sábado 27 Abril 2024
Por Adriana Navarro-2 de enero de 2021

Feliz año nuevo!!! Fuera maldito 2020!!! Se escuchó en casi todos los brindis de fin de año. Un año que cimbró todos los aspectos de nuestras vidas, al menos de esta cultura globalizada. La cultura del apuro, del internet, de la seguridad confiada a la tecnología, de la soberbia, la sociedad de no nos preguntemos nada, sólo aceptemos todo lo que nos ofrecen para consumir, como si fuera un envío directo de algún Dios. No se discute lo que está bien o mal, lo que queremos o no, lo que hay que cambiar, lo que ya murió, y lo que está muriendo: el capitalismo mismo en todas sus formas y todas sus formas de gobernar están muriendo, pero hacemos como que no está pasando, porque no queremos dedicar mucho tiempo a pensar qué haremos ante "esta nueva realidad", que la pandemia dejó a la vista. Entonces tratamos de quitarnos todo el peso de nuestros hombros y decimos "adiós 2020, vete". Sí el 2020 se fue, ya es 2021, pero sacudamos el rostro frente al espejo resquebrajado que nos dejó, y veremos que seguimos ahí, con el mismo peso, y los buenos deseos sin acción nuevas y sin cambio interior, no nos servirán de nada.

Para algunos el Covid fue una creación humana, para poder controlarnos, para poder hacernos más temerosos, dependientes de ese poder que no vemos, que nos dirá qué vacuna, cuánta distancia social, y nos mantendrá aterrados, mientras vamos perdiendo la calidad de humanos, esa que nos distingue de la fase animal. Esa que ha hecho surgir cosas muy buenas como las ollas populares, las manifestaciones contra el racismo, por los derechos humanos, por el derecho a la verdad, como actualmente las manifestaciones de apoyo a Julian Assange quien podría ser extraditado a Estados Unidos para ser juzgado, por revelar secretos de estado, o podríamos decir crímenes de Estado.

Para otros este virus salió de la naturaleza, y muchos científicos advierten, que puede seguir ocurriendo, pues el ser humano está rompiendo las barreras naturales que el planeta, con su inteligencia ha puesto entre el género vegetal, animal y humano. Sabemos incluso que con el calentamiento global, y el derretimiento de los casquetes polares, corremos el riesgo de que se liberen a la atmósfera virus que hace millones de años quedaron encapsulados y para los cuales no tenemos la más mínima defensa, que podrían matarnos a todos en pocos días, meses o algunos pocos años.

Todos los días recibimos detallados informes de cuántas muertes por Covid se han producido.Y no se pretende negar en absoluto la necesidad de ello, o lo terrible que es todo ésto para el personal de atención sanitaria, por las condiciones terribles en que deben desarrollar su profesión, o para aquéllos que han perdido toda forma de sustento diario, o por supuesto para todas las víctimas que han perdido la vida. Pero no se nos habla detalladamente todos los días de esos otros virus, de esos otros peligros, de todos los envenenamientos que produce nuestra forma de vivir globalizada, tecnológica, depredadora, inconciente, y de que no tenemos salida ninguna, que no habrá un feliz año, si no nos damos cuenta que debemos cuidar algo más que el distanciamiento social y el uso del barbijo.

Quizás nuestro planeta está reaccionando y poniendo en funcionamiento su sistema inmunológico contra 7500 millones de diminutos seres que están lesionando su capa dérmica. Quizás todavía lo está haciendo con consideración y en forma suave, sólo dándonos una pequeña muestra de lo que podría ser, pero no debemos tapar nuestros ojos a las nuevas cepas que están apareciendo.

Entonces, ¿qué hacer?

La solidaridad ha surgido, aunque en pequeños grupos, pero también la especulación de los grandes laboratorios fabricantes del abanico de vacunas contra el covid 19. Estos quieren que sean los estados y no las farmacéuticas quienes respondan ante las consecuencias que pueden ocasionar en la salud humana dichas vacunas. Las ganancias no se discuten, no se ponen en juego, sí se pone en juego la reacción que pueda ocasionar una vacuna a cualquier ser humano, y tan sólo somos números estadísticos, por ejemplo cuántos pueden desarrollar tal o cual alergia, cuántos pueden sufrir un shock anafiláctico, y quién sabe qué otras cosas, porque no se nos dice obviamente qué puede pasarnos. Es decir el desarrollo de la ciencia no tiene un fin solidario o de búsqueda de salud, sino que en primer lugar está el asegurar las ganancias. Por tanto no hay cambios, siempre el egoísmo está en primer lugar.

También a nivel de la sociedad, si bien se ha producido un cimbronazo en toda nuestra cotidianidad, seguimos buscando volver a la nueva normalidad. Muchas propagandas televisivas y demás buscan desarrollar la empatía con el otro ante esta pandemia, y el uso del barbijo y otras cosas como forma de cuidarnos entre todos. Pero, ¿entre quiénes? ¿Acaso alguien se pregunta qué está pasando con los niños en la franja de Gaza, cómo les está yendo con el Covid, o cómo sigue la ocupación militar en sus territorios? ¿Por qué no se nos dan a conocer, y por qué no nos importa saber las cifras diarias de jóvenes que caen bajo la dependencia de las drogas, que poco a poco serán las cifras del número de familias destruidas? ¿Por qué todavía no nos interesa saber la cifra de niños muertos por diarrea, o por no tener agua, o por estar debajo de la línea de pobreza? Podríamos hacer una lista interminable.

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No nos interesa, porque nos parece que está lejos de la sociedad de la globalización, o que es responsabilidad de alguien más que no somos nosotros. O que si les va a mal a nuestros vecinos, es porque son haraganes, o algo habrán cometido para que les vaya mal, y así continúan nuestras excusas, nuestras mentiras, nuestro desinterés.

Pero la cruda verdad es que detrás de cada niño que se muere de hambre, hay toda una cadena de hechos que llegan hasta cada uno de nosotros, pasando por una larga cadena de producción de artículos o de utilización de recursos naturales que llegan a nuestras manos, a los globalizados, pero a costa de quitarlos de las manos de esos otros niños. Mientras esta sencilla pero cruel verdad no nos interese, no nos mueva un pelo, hablando como humanidad toda, es que el planeta, nos seguirá viendo como seres diminutos que son disfuncionales al equilibrio planetario, inclusive provocando su autodesaparición. Entonces, nuestros deseos, no bastarán para realizar cambios en otra dirección, no bastará echar al 2020, si no recibimos el 2021 en una forma y con una conciencia distinta, más sensible al otro, al que duerme en la calle, al enfermo, al loco, al que está en medio de una guerra inventada por alguien que vive muy lejos.

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Estamos en un punto de nuestra civilización en el que ya no hay espacios globalizados para que a unos les vaya muy bien y a otros muy mal. En otros tiempos existían tierras para colonizar, luego estaban nuestras mentes para colonizar, pero hoy las mentes colonizadas cada vez pierden más el poder económico de consumir y la balanza oferta-demanda se estropea cada vez más.Los grandes capitales compiten entre sí, tratando de que esto no se perciba, pero la verdad es que el capitalismo se está derrumbando.

La clave del cambio será quizás cuando no nos interese volver a la nueva normalidad, sino crear otra realidad en nuestras vidas. Darnos cuenta que la normalidad es la esquizofrénica expresión de autodestrucción de toda una humanidad. Cuando a pesar de que no nos guste el olor a sucio del que duerme en la calle, sepamos que está ahí, pero es un ser humano, y que cualquier forma de gobierno justa que exista debe reconocerle su derecho como ser humano, y su derecho de existir dignamente, y para eso cada uno de nosotros debe creerlo así. Cuando estemos convencidos de que todos los niños del mundo, merecen vivir sin el peligro o la vivencia de una guerra, o sin ser abusados o violentados en cualquier forma. En definitiva, cuando vayamos más allá del miedo a que algo terrible nos alcance sólo a nosotros y sepamos que muchos millones de seres humanos ya viven algo terrible y sintamos que solucionar esto tiene que ser nuestra primera prioridad, la primera prioridad de todos los gobiernos, de todos los políticos, cuando no nos convenzan de que lo que es hoy, es así y no puede cambiarse. Por lo menos tenemos que empezar a creer que todo puede y debe ser cambiado, porque nos importa.

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*Foto de portada: www.cmhw.cu

*Foto 2: www.nbcnews.co

*Foto 3: www.forbesmexico.com