Domingo 12 Mayo 2024
Por dos razones esenciales, una consecuencia de la otra.
La principal es porque no están informados, no saben prácticamente nada de lo que sucede a su alrededor y por lo tanto, no teniendo conocimiento, no notan el peligro en el que estamos incurriendo.
¿Qué es lo que no saben los italianos? ¿De qué no se dan cuenta?
Empezamos por la razón por la que la Asociación de Familiares de las víctimas de mafia ha organizado el evento de ayer. Solidaridad hacia los fiscales Apicella, Nuzzi, Verasani y De Magistris, hacia el consultor Gioacchino Genchi… un pequeño espacio para decir a estos comunes servidores del Estado que nosotros no nos hemos dejado embaucar por las mentiras propagandeadas por los medios de comunicación en estos meses, para decirles que hemos comprendido con que engaño han sido destituidos de sus cargos y sobretodo el por que. Sabemos que su simple trabajo, desarrollado con honradez, ateniéndose a lo que les impone la ley, ha tocado los nervios descubiertos del poder. O mejor dicho, como ha recordado justamente Marco Travaglio, solo ha rozado los intereses de la oligarquía que nos gobierna. No se ha podido ni siquiera investigar sobre noticias que traten de delitos, De Magistris no ha tenido tiempo ni siquiera de seguir las múltiples pistas indagatorias, no se lo han permitido. Si él no sabe el por que, en cambio, los que han tejido la campaña difamadora y discriminatoria en su contra y en contra de los que como él han trabajado en el respeto de las reglas, lo saben muy bien.
¿Y cómo han logrado estos atentos guardianes de sus sucios negocios hacer pasar bajo la nariz de millones de italianos las disposiciones con las que han sentenciado la muerte civil de estas personas, acusándolas falsamente e injustamente para después juzgarlas como culpables y castigarlas sin que hayan cometido el mas mínimo delito? Muy sencillo: engañándonos, aturdiéndonos, idiotizándonos con falsedades repetidas obsesivamente en todos los noticieros, en todos los periódicos… haciendo hincapié en las mentes entorpecidas después de años de pésima información, de programas obscenos, de críticos groseros, de espectáculos indecentes. Es fácil hoy mezclar lo que es verdad con lo falso, todos estamos ya acostumbrados a ver a los políticos que se insultan por doquier en los debates con el fin de que los ciudadanos no entiendan nada de los temas que fingen que discuten en público, pero que se ponen de antemano de acuerdo detrás de los bastidores. El resultado es que la mayor parte de la gente ya ni les escucha y se desinteresa de lo que a su parecer no les toca de cerca. No llega a comprender que está pasando detrás del silencio general la depuración de magistrados, funcionarios, periodistas que no cuentan con el favor del poder de turno, significa que está en desarrollo la instauración de un régimen por lo que mientras ante nuestros ojos aparentan una dialéctica parlamentaria o institucional, en realidad hay un preciso acuerdo entre las dos facciones fingidas que tienen como único objetivo el de proteger sus propios privilegios e intereses.
Las falsas reformas tienen como objetivo principalmente la tutela del círculo de elegidos y la limitación drástica de las capacidades de cualquier otro órgano del Estado de interferir con sus proyectos. Se darán cuenta solo después los italianos de haberse convertido en súbditos sin derechos y sin defensa obligados con chantajes más o menos velados a obedecer callando, a conformarse con las migas que quizás les reservarán a cambio de su dignidad.
Salvatore Borsellino ha abierto su intervención ayer en Plaza Farnese contando que Sonia Alfano, hija del periodista asesinado por la mafia, Beppe Alfano, le había llamado por teléfono el día anterior para preguntarle si le pudieran molestar las imágenes de Via D’Amelio que habían incluído en el video de apertura de la manifestación.
Salvatore ha contestado que no solo no le molestaban, sino que hubiera deseado que todas las noches la televisión transmitiera las imágenes de la casa demolida donde vivía su madre, así como toda la calle y los cuerpos lacerados de su hermano y de los chicos y la chica que habían ido hacia la muerte conscientemente, para que los italianos se despierten y se den cuenta de lo que sucedió. Sobretodo quisiera que vieran y volvieran a ver esa imágenes Silvio Berlusconi y Marcello Dell’Utri que en una interceptación telefónica que se ha hecho escuchar en la plaza se permitían de bromear sobre las bombas. Para ser exactos, de la bomba que Vittorio Mangano, ese que los dos proclamaban héroe durante la campaña electoral, parece haber puesto delante del portón de una de las muchas propiedades del presidente del Consejo.
Solo que de todo esto los italianos no sabrán nunca nada porque hoy todos los órganos de información se han concentrado en las palabras de Di Pietro, que os invitamos a escuchar y que servirán solo para echarle fuera de la mayoría del gobierno.
Di Pietro ha hecho de todo menos atacar al Presidente Napolitano, ha cuestionado solamente y con razón, el derecho de los ciudadanos de expresar su opinión. Todos nosotros tenemos el derecho y el deber, sobretodo, de pedir y de preguntar al más alto cargo del Estado una actitud de defensa y de tutela de las Instituciones y de la Constitución. Las declaraciones de Napolitano sobre lo que ha sucedido en Salerno son preocupantes de verdad. Y si nosotros, pueblo soberano, lo decidimos, son también gravísimas e inadecuadas y podemos no aceptarlas.
El respeto hacia las Instituciones no es un concepto vacío, quien está al frente de las mismas debe merecerse el respeto del pueblo, con los hechos y con tomas de posición precisas.
Pero este razonamiento muchos italianos nunca lo podrán hacer porque no saben lo que ha dicho Di Pietro y no lo sabrán.
Así como todavía no han entendido que los estragos de la mafia, como el de Via D’Amelio, no han sido cumplidos solo por Cosa Nostra. Son otros los ideólogos que han ordenado, que no son ni Totó Riina ni Bernardo Provenzano y que, como indicaba Borsellino mismo, hay que buscarles por otra parte, son otros.
Sus nombres pudieran estar escondidos en la agenda roja del juez, la cual se hizo desaparecer pocos segundos después de la explosión y que no se encontró nunca. Esa agenda que, como grita viajando por toda Italia Salvatore Borsellino, contiene los chantajes sobre los que se rige esta Segunda República que ahonda sus raíces sobre la sangre de los estragos.
Pero esto a las mamás y a los papás que salen temprano por la mañana, cuando hace frío y el sol todavía no ha salido, para ir a trabajar todo el día y dar de comer a sus hijos, ¿qué les interesa?
¿Quién les explica que los que han matado a Borsellino son los mismos que deciden el futuro de sus hijos? ¿Que se reparten las riquezas dejándoles a ellos solo sacrificios y una pálida y al mismo tiempo remota esperanza de una vida decorosa? Después reflexionemos sobre esto de decorosa ¿Qué significa? ¿Que tendrán casa, trabajo, vacaciones y celular a cambio de que no se mire alrededor mientras cada día mueren de hambre y de privaciones miles de personas? ¿Esto nos convierte en seres humanos? ¿Personas decorosas ? ¿Personas de bien ?
Paolo Borsellino, desenmascarando los enredos del poder que habían llevado entre otras cosas a la muerte de su amigo y hermano Giovanni Falcone, hubiera apuntado a ese sistema de corrupciones que ha reducido nuestro Estado a un aglomerado de cuerpos que corre desde la mañana a la noche para lograr conseguir un cambio de vida, ilusos de ser libres y muy civilizados. Hubiera contrapuesto al podrido sistema del compromiso y de los clientelismos su rigor moral oponiéndose contra cualquier solapado acuerdo entre mafia-política y empresariado que ahora sin embargo constituye el esqueleto de nuestro país y que está representado tan evidentemente en el Parlamento. Por eso ha sido eliminado, por esto ha muerto la esperanza de muchos italianos que ya no recuerdan ni siquiera de que en nuestro país han existido personas capaces de encarnar esos valores en los que ya no creen más, salvo después quejarse de todo y de todos.
Hemos perdido el coraje. El de Paolo Borsellino, de Giovanni Falcone, del general Dalla Chiesa, de Peppino Impastato, de Pippo Fava, de Mario Francese, de Beppe Alfano, de Emanuela Loi, de Pio la Torre, de Pier Santi Mattarella, de Gandhi, de Martin Luther King… El coraje de levantar la cabeza, de no aceptar, de hablar, de caminar con la cabeza alta, de decir que no, de decir basta.
El coraje que ha demostrado ayer Sonia Alfano, como vocera de la “Asociación de Familiares de las víctimas de la mafia” que llama a todos a asumir sus propias responsabilidades, a ponerse manos a la obra cotidianamente para volver a apoderarnos de nuestro país, de las Instituciones, del Estado, esa Italia de la tradición de la solidaridad, de la ayuda recíproca, de trabajadores y de héroes comunes. No la de los mafiosos y de los corruptos con los que nos identifican en el extranjero.
Para empezar, apaguemos la televisión, el “brazo armado” del poder, que ya no necesita ni siquiera a la mafia ni las bombas, ya que le basta un capítulo picante del último “reality show” para eliminar, detrás de la distracción general, a los nuevos Paolo Borsellino. E informémonos, en la red mientras nos dejen hacerlo, comparemos las noticias, busquemos las fuentes originales. Está claro que requiere más esfuerzo que el de estar sentados en la butaca dejando que nos bombardeen de falsedades y atontados con los espejos de colores, pero está en juego el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos.
Es necesario un rápido cambio de ruta. En nuestro estilo de vida pasivo y egoísta por el que estamos dispuestos a vendernos completamente con tal de mantener, incluso nuestra dignidad de personas.
No basta con protestar.
Es tiempo de saber, es tiempo de elegir, es tiempo de cambiar.

Anna Petrozzi
29 de enero 2009