Viernes 17 Mayo 2024
  1. si Berlusconi es pedófilo;
  2. si Franceschini (político italiano) señalará suficiéntemente las depravaciones del jefe del gobierno;
  3. si los prelados tendrán el coraje de hacer la moral a Berlusconi;
  4. si Verónica amaba de verdad a su marido;
  5. si habrá otras fotos de fiestas-burdel del mafioso milanés;
  6. si los periódicos internacionales están contra Berlusconi;
  7. si nuestros buenos chicos lograrán llevar la “democracia” también a Afganistán, país de ingratos que se rebelan contra sus benefactores;
  8. si Obama flirteará aún con los árabes, prometiendo paz pero haciendo prosperar la industria armamentista.

 Quizás muchos se lo hayan creído: parecería que la gente común sea cada vez menos capaz de comprender los tejemanejes del poder.
Está de hecho que Italia, de país del Arte y de la Cultura que es, se ha vuelto hoy en país de la ignorancia y del idiotismo.
Y se entiende que no se trata de opiniones, según las estadísticas.
Según los datos de la OCSE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), el 65% de la población italiana no está en condiciones de interactuar eficazmente en la sociedad de la información. Según los datos del 2005 publicados por la UNLA (Unión Nacional por la Lucha contra el Analfabetismo), casi seis millones de italianos resultarían ser completamente analfabetos. Corresponden al 12% de la población. Solo Portugal y Méjico tienen un porcentaje de analfabetos más elevado. Además, el 36,52% de los italianos ha completado solo la escuela primaria.
Se habla de dos tipos de analfabetismo. Existe el analfabetismo (o semi-analfabetismo) que se refiere a la incapacidad de utilizar correctamente la escritura y el cálculo en la vida de todos los días y está el analfabeto completo, es decir, el que no sabe ni leer ni escribir, porque nunca ha aprendido o porque se le ha olvidado de todo.
Si a los analfabetos o semi-analfabetos les añadimos los que no leen ni siquiera un libro al año, llegamos a un porcentaje del 60%, según datos Istat. Solo el 20% de las familias italianas lee libros regularmente, mientras nada menos que el 80% de los italianos, según los datos del Banco Mundial, se informa sólamente por la televisión.
Es poco decir que es un dato de preocupar. Claro está que no se pretende que todas las personas sean capaces de escribir un libro o de hacer la exégesis de un texto antiguo, sino que se trata de tener la capacidad de hacerse una idea sobre un texto escrito o de producir un propio pensamiento crítico autónomo.
El retroceso cultural de los italianos habría iniciado hace varias décadas, reforzado por las Tv comerciales, que proponían de pasar horas mirando juegos de preguntas demenciales, mujeres semidesnudas o personas que reñían o hablaban con un lenguaje que no era precisamente erudito. ¿Les interesa todo esto a nuestras autoridades? ¿Hay alguien que propone algo para estimular la capacidad cognitiva de las personas?
No, es más, al desinterés se añaden otras tentativas de idiotismo de los medios de comunicación, especialmente de la Tv. La ignorancia es alimentada por el sistema y no se lucha contra ella.
Porque es precisamente en la ignorancia que se desarrolla la condescendencia hacia el patrón. Es en la ignorancia en la que se acepta el compromiso por encima de los propios derechos. Es en la ignorancia en la que nos enredamos en el entretenimiento para no pensar en los problemas.
Es en la ignorancia que se acepta que prevalezca el más listo. Es en la ignorancia que se acepta la prevaricación del recomendado.
¿Qué significado tiene hoy la palabra “cultura” en Italia? En la época de Gran Hermano y del opinionismo? A estas alturas parece que todo sea opinión, incluso los muertos en Irak para algunas personas son solo opinión. El concepto de “cultura” es muy difícil de explicar o de aclarar.
Es verdad que a veces el nivel cultural de una persona no se puede medir basándose en un diploma de estudios o en la cantidad de libros leídos. La “cultura” no es solo leer libros, la cultura es crecer, pensar, hacer experiencia, cambiar.
Pero es también verdad que no leer y no hacer ninguna actividad cultural, pasando horas delante de la Tv, puede atrofiar potencialidades artísticas o cognitivas.
La función principal de la cultura propiamente dicha sería la de enriquecer interiormente a la persona, al fin de que logre expresar líbremente su forma de sentir personal mediante palabras, imágenes o demás. En otras palabras, hablar de cultura equivale a hablar de las potencialidades humanas que presiden a los cambios, al crecimiento como individuos y al progreso civil y social.
Se trata de un ámbito fundamental para proteger la libertad de los individuos. Efectivamente, sin autonomía de pensamiento y sin posibilidad de crecimiento interior los seres humanos no podrían ser distintos de los demás animales, que están desprovistos de potencialidades abstractas o “formales” y por lo tanto se quedan ligados a los instintos o a las exigencias de la vida material.
La ignorancia puede entenderse como incapacidad de “cultivarse” a si mismos, “nutriendo” el propio cerebro y la propia sensibilidad con estímulos positivos, que pueden ser buenos libros, obras de arte o experiencias sociales constructivas.
La ignorancia produce efectos concretos y quizás no será difícil encontrarles.
¿Cuánta ignorancia tiene que haber para creer que a un individuo que se ha enriquecido gracias a intrigas de vario tipo le pueda interesar de corazón el desarrollo del País?
¿Cuánta ignorancia tiene que haber para creer que uno que durante varios años ha producido programas basura para volver imbéciles a las personas después respete a la opinión pública?
¿Cuánta ignorancia tiene que haber para creer que autoridades que están de parte de quien mata a personas inermes sean capaces de actuar por el bien colectivo?
¿Cuánta ignorancia se necesita para creer que individuos como Facci, Bondi o Belpietro (periodistas y político italiano) no están al servicio de la mentira o de la corrupción?
Ignorancia significa falta de pensamiento libre, significa volverse fantoches de quien está en condiciones de pensar y de actuar. Significa aceptar que desde fuera, aprovechando de las emociones, alguien cree nuestra opinión sobre las cosas, las personas y los eventos.
El ignorante acepta la arrogancia del potente, convencido de que el mundo deba de ser subdividido en inferiores y superiores. Un delincuente le podrá parecer un Rey.
Quien es ignorante no puede ser ciudadano, sino solo súbdito. Y este súbdito encontrará a su propio soberano aún sin vivir en una monarquía. Su Rey es el que se yergue como potente, quien saca poder de su ignorancia. Y el ignorante deseará convertirse en cortesano de este Rey, aceptando toda infamia que él pueda cometer. Convencido de que él no vale nada, descubrirá su valor en la condescendencia.
Que se le de moneda y el ignorante se tornará beato en la corte, entre pajes, juglares, bufones y concubinas.
Ya en 1840, el filósofo Alexis De Tocqueville escribía:
“Cuando el gusto por el bienestar material evoluciona más rápidamente que la civilización y que la costumbre a la libertad, llega un momento en el que los hombres se dejan arrastrar y casi pierden la cabeza a la vista de los bienes que están por conquistar. Preocupados solo de hacer fortuna, no logran captar la estrecha relación que une el bienestar de cada uno a la prosperidad de todos. En casos de estos, no será ni siquiera necesario quitarles los derechos de los que gozan: serán ellos mismos los que se privarán de ellos de buena gana... Si un individuo hábil y ambicioso logra apropiarse del poder en un momento crítico como este, encontrará el camino libre para cualquier abuso. Bastará que se preocupe por un poco de tiempo de cuidar los intereses materiales y nadie le llamará en causa por las demás cosas. ¡Que garantize el orden sobretodo! Una nación que pida a su gobierno solo el mantenimiento del orden ya es esclava en fondo al corazón, esclava de su bienestar y de un momento a otro puede presentarse el hombre destinado a someterla. Cuando la gran masa de los ciudadanos quiere ocuparse solo de sus propios asuntos privados los partidos más pequeños pueden apoderarse del poder. No es raro entonces ver en la vasta escena del mundo de las multitudes representadas por pocos hombres que hablan en nombre de una multitud ausente o desatenta, que actuan en medio de la inmobilidad universal disponiendo a capricho de cualquier cosa: cambiando leyes y tiranizando a su placer sobre las costumbres; hasta el punto que no se puede hacer menos que quedarse estupefactos viendo en que manos indignas y débiles pueda caer un gran pueblo”.
Los ignorantes de seguro dirían que no habrían votado jamás a Hitler en la Alemania de 1932, pero votan a individuos que avalan guerras sangrientas, que mandan atrás, a los lager (campos de concentración) libios personas inocentes y que dejan morir ahogados a cientos de inmigrados.
El problema es que la cabeza ignorante normalmente no se queda vacía, como se pudiera pensar. No. Se llenará de “basura mental”, o sea, de conceptos que harán que la persona quede sujeta o dependa de la manipulación emotiva y a hacer suyas ideas notáblemente involucionadas, que fomentarán el racismo, sexismo, sumisión dogmática a la autoridad y predisposición a desperdiciar la propia existencia practicando actividades de baja calidad, como ver programas basura.
No siendo capaces de crear una propia realidad personal, utilizando la propia cabeza, queda a la merced de toda la suciedad del régimen.
El escritor y terapeuta Brad Blanton utiliza el término “basura mental”, para indicar una serie de falsedades que la mente absorve como verdaderas. Según la opinión de este estudioso las personas pueden ser inducidas a no tomar en consideración la propia personalidad personal, dejando espacio a contenidos abstractos ligados a experiencias pasadas o a lo que en la realidad convencionalmente se considera como verdad. Las interpretaciones de la realidad pueden volverse basura, si son dictadas por informaciones no comprobadas o propagandísticas.
Salir de la basura/prisión mental no es fácil. Dice Blandon: “Algunos de nosotros no logran salir de la prisión de mentiras que nuestra mente ha construído. La mayor parte de nosotros muere en esa prisión. Todos tenemos la magnífica posibilidad de ir más allá de las barreras de nuestra mente y de hacerlo más y más. El primer paso en este proceso consiste en poner en duda nuestra mente... Desafortunadamente nuestra mente no está preparada para la evacuación periódica de los excrementos como lo hace el cuerpo. De esto tenemos que ocuparnos nosotros, con un esfuerzo voluntario.
Los medios de comunicación (sobretodo Tv y cine) estimulan de varias formas el instinto violento y sexual. Asistir continuamente a producciones de baja calidad, basadas en la violencia o preñadas de mensajes publicitarios puede significar absorver bastante basura mental.
La publicidad representa una fuente de notable producción de basura mental, tiene el objetivo de aplanar la existencia, mediante “formas de contaminación mental que degradan nuestras mentes. Reconocemos más fácilmente el logo de una marca que una especie de flores, escuchamos más slogans que poesías.
El mensaje publicitario tiene también el objetivo de inducir a un comportamiento favorable al consumo y al sistema económico actual. La publicidad muestra una falsa realidad e induce a creerla como verdadera, crea falsos significados y falsas necesidades.
La mente absorve la mentira como parte de la realidad y con el tiempo puede hacer callar cualquier capacidad autónoma, crítica y reflexiva.
Según el docente universitario Giuseppe Mininni los medios de comunicación tienen algunas características que producen dependencia y ejercen un fuerte poder sobre los individuos. Por ejemplo, los medios de comunicación simplifican y banalizan todo, pero no para volver la realidad más comprensible, sino para dar un poco de sencillez y de inteligibilidad que confiere la impresión de ser informados. En realidad, como muchos saben, lo que hay es el triunfo de la desinformación. Cuanto más te predispones a usar tu propia cabeza más se es capaz de desenmascarar la desinformación y de comprender cuales podrían ser las informaciones que se intenta ocultar.
Otra forma de introducir basura en nuestra mente es creando miedo e inseguridad. Estos estados emotivos producen estrés y por lo tanto chupan energías que los individuos pudieran utilizar para crear realidades más constructivas.
El sistema actual ofrece también fuertes aspectos de ambigüedad, que pueden producir ansia induciendo a ser más rígidos en las funciones existenciales que asumimos. Se puede llegar a considerar algunos aspectos de la realidad como si fueran invariables, mientras sin embargo habría que poner en acto la propia experiencia para descartar, someter a revisión o analizar sin dar nada por descontado. Es obvio que es más facil aceptar lo que el sistema te propina como si fuera verdad que controlarlo y evaluarlo personalmente. Los que dominan hoy saben que restar responsabilidades a los individuos les da la ilusión de la libertad. Pero si no se asume personalmente la responsabilidad no podrá existir ninguna libertad.
Para no asumirse responsabilidades, muchas personas entran en el reino de la ficción o en la irrealidad, asimilando como si fueran verdaderos conceptos discutibles, sin darse cuenta de que va contra su interés y crecimiento. La basura mental impide a la existencia de expresarse como podría y de emerger en su verdad esencial, donando mayores energías creativas.
Si el individuo perdura en la representación alterada de la realidad, puede alimentar una seguridad fanática sobre los conceptos que ha absorvido en su mente, volviéndose emotivamente reactivo a todo lo que le contradiga.
Esto depende del hecho de que el lugar donde se deposita la confianza no es el verdadero ser del individuo, sino el ego en sus aspectos superficiales.
Para limpiar la mente de la basura es necesario activar un “proceso de desmitificación”, o sea, desmantelar las falsas realidades que proceden de la cultura general creada por el sistema. Las ilusiones conferidas por estas pseudo-realidades pueden volverse como una droga, dando una falsa sensación de seguridad y de protección y permitiéndonos de desviar las responsabilidades. Como explica Blandos: “La alternativa, la libertad, es a menudo demasiado terrible como para que la mente la pueda tolerar. Por eso nos escondemos de la libertad debajo de un montón de mentiras”.
El que no cultiva la propia mente no puede ni siquiera imaginar de tener que “desmantelar las falsas realidades” y le será más fácil aceptar el “montón de mentiras”.
Nuestro país es definido moderno y democrático. Pero la pregunta es: ¿es posible crear una verdadera democracia sin capacidades de pensar con la propia cabeza y de comprender lo que sucede de verdad a nuestro alrededor?
Muchos estudiosos, desde hace tiempo, hacen notar que la ignorancia es la condición óptima para hacer prosperar los sistemas fálsamente democráticos. Para someter una población, basta mantenerla en la ignorancia, porque no hay libertad sin conocimiento y su conciencia de la realidad.
El que ignora lo que sucede en los sectores más importantes de la realidad forma parte de la “masa” a la que los demagogos se dirigen para ser aclamados, admirados y votados. Cuando la ignorancia es extrema aparece incluso un cierto nivel de pasividad, que hará tragar todos los deshechos de las autoridades, quizás razonando sobre particulares insignificantes, que lo medios de comunicación, no por casualidad, hacen destacar.
La historia de Italia, se sabe, cuenta con grandes artistas, genios de la Ciencia y grandes héroes. ¿Pero hoy? Somos un pueblo de idiotas, imbéciles, cortesanos, bufones y copias.
Nos toca a nosotros decidirlo, eligiendo ser como el sistema nos lo pide, o habituarnos a hacer cosas que nos hagan personas mejores, más conscientes de las técnicas utilizadas por quien quiere que seamos ignorantes e idiotas.

11 de junio 2009
Fuente: http://www.antimafiaduemila.com/content/view/16892/48/
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