Sábado 27 Abril 2024
La espera, en cualquier caso, no será larga. Y la prueba del nueve se jugará en el campo de enfrentamiento contra Irán, que según varias fuentes la administracción Bush ya había programado desde hacía tiempo, por razones meramente políticas a pesar de la excusa, actualmente inconsistente, de la legítima defensa contra la amenaza nuclear iraní. Flotas ofensivas portaviones parecen estar desde hace tiempo estacionadas cerca del nuevo objetivo americano y los blancos que los Estados Unidos han localizado en Irán oscilarían alrededor de 10.000. Los principales de ellos: el conjunto de instalaciones nucleares, incluída la central nuclear de Bushehr (ciudad que cuenta con casi un millón de habitantes) y las instalaciones de enriquecimiento de Natanz cerca de Ispahan (que cuenta con dos millones).Ya solo con ésto los efectos de un bombardeo resultarían devastadores y quien los ha calculado es la Union of Concerned Scientists, estadounidense, que estima que además de las muertes instantaneas, habría tres millones de fallecimientos en las tres semanas siguientes a los bombardeos mientras la contaminación afectaría Afganistán, Pakistán y llegaría hasta la India. Sin contar los daños que provocaría a la atmósfera y que nadie está en condiciones de preveer con exactitud aunque se calcula que las consecuencias perdurarían por unos 700 millones de años.
Si los datos fuesen correctos (pero aunque no lo fuesen) se trataría de un insensato crimen contra la humanidad ya planificado por Bush y sus consejeros (israelitas), con el beneplácito de Hillary Clinton que durante la campaña electoral nunca ha ocultado que considera el ataque contra Irán una buena idea.
Sin dar ninguna oportunidad a resoluciones diplomáticas. Que, por otra parte, serían necesarias también para impedir que Irán se pueda dotar de verdad de un armamento nuclear apto para transformarse en una amenaza para todo el Oriente Medio.
Así que esperamos las decisiones de Barack Obama, que nos proporcionarán algún elemento más para entender si las posiciones ideológicas del nuevo Presidente americano corresponderán a los ideales neoconservadores de la administracción anterior en el tema de expansión militar y de hegemonía imperial estadounidense, o si de verdad nos encontramos delante de un Hombre Nuevo.
Por el momento no podemos hacer más que limitarnos en constatar dos simples hechos, ya evidenciados por varios analistas, que constituyen los únicos puntos firmes a nuestra disposición.
El primero es que Obama representa la más extraordinaria operación de marketing presidencial que la historia pueda recordar. El hombre alrededor del cual los más importantes institutos de poder que dominan América –no sin pedir algo en cambio- han construído, financiándole y sosteniéndole de alguna manera, el renacimiento del «sueño americano» con toda su magnificencia. Consiguiendo relanzar su propia imagen, con el fin de demostrar que quizás la crisis era solo pasajera, que ese gran país es siempre capaz de regenerarse, incluso en los momentos difíciles y que la esperanza ha vuelto a resplandecer en un período en el que casi ya parecía imposible. El hombre, en substancia, que las grandes élites americanas han escogido después del trágico paréntesis de George Bush y que sin duda ha vuelto a dar estabilidad en un país lacerado en su interior, devorado por el descontento hasta el punto de que no parecía tan lejana la eventualidad de que pudiera desencadenarse una revolución.
El segundo es que el nuevo Presidente y su equipo político se insertan perfectamente en la tradición de los presidentes democráticos americanos. Los nombres del “establishment” no son nuevos. A partir de la secretaria de Estado Hillary Clinton y Zbigniew Brezezinski. O de Jim Jones, ex general de los marines, que ahora es consejero de Seguridad Nacional, que según un artículo publicado en la página web megachip.info parece haber declarado ya que privilegia «el control militar estadounidense en las regiones que cuentan con considerables reservas subutilizadas de petroleo y de gas natural, en el Golfo de Guinea en Africa, en el Mar Negro y en el Mar Caspio, además del Golfo Pérsico». Una directiva que «consiente además a los EEUU el consolidar la dependencia europea de la OTAN en lo que se refiere a la propia seguridad energética, compactando de esta manera el sostenimiento de la UE respecto de una más amplia geoestrategia norteamericana que mira al control de los recursos energéticos globales y de las rutas de transporte».
En lo que concierne a la crisis financiera es sin embargo el New York Times el que hace observar que el «team» económico del Presidente está compuesto por las mismas personas que han «jugado papeles centrales en las políticas que han contribuido a provocar la actual crisis financiera». Entre ellas Tim Geither, que en calidad de presidente de la Federal Reserve Bank de New York «ha contribuido a determinar las irregulares y a menudo inescrutables respuestas de la administracción Bush al crac financiero en curso» y Larry Summers que luchó por la ley que desreguló los derivados, los instrumentos financieros –de otro modo llamados activos tóxicos- que han difundido en todo el mundo las pérdidas financieras derivantes de préstamos desconsiderados».
Solo son algunos ejemplos del staff presidencial.
Pero todo esto, lo subrayo, no significa excluir que Barack Obama pueda ser de verdad una esperanza para el mundo, así como muchos le han definido. En primer lugar por la batalla que ha prometido emprender contra el racismo, a favor de la paz y en ayuda a los pobres de todos los países.
Sin ahorrar una dura amonestación  “a esas naciones, como la nuestra –él mismo lo ha declarado el día de su juramento- que gozan de una relativa riqueza” y a las cuales “decimos que ya no se puede soportar más la indiferencia hacia quien sufre fuera de nuestras fronteras; ni podemos continuar consumiendo los recursos del mundo sin preocuparnos de los efectos. Porque el mundo ha cambiado y nosotros tenemos que cambiar con él”.
Una primera, valiente e inédita admisión de la crisis energética y ambiental sin precedentes que estamos atraversando y que nos da a entender que el modelo de crecimiento americano que se ha concebido hasta hoy ya no es compatible con el resto del planeta. Y que la reactivación no será posible si América, pero en general el mundo occidental, no cambia completamente su modelo de vida. Los primeros pasos hacia una nueva política ambiental Obama ya los ha dado: con un programa absolutamente innovador que tiene como pieza fundamental el “business verde” de las energías renovables, que será duplicado en tres años (lo que comporta crear también nuevos puestos de trabajo) y la reducción de los derroches. Así como ya ha prometido la banda ancha como base de la revolución “green & high tech”, las subvenciones para las sociedades que deciden optar por energías alternativas, el sostén a la investigación, el vehículo ecológico. Y la consiguiente disminución de la dependencia petrolífera de los EEUU de los países extranjeros. Protagonista de un sentido llamado al mundo entero, ante el cual Obama ha declarado: “Tenemos que organizar una verdadera coalición global”, invitando a “países como China e India” a que hagan su parte “como nostros queremos hacer la nuestra”.
También en el tema de la economía y de la Sanidad las decisiones de Obama parecen seguir una dirección distinta respecto de la adoptada por la anterior administracción Bush. En estos días el Presidente ha anunciado que impondrá un límite de 500.000 dólares al año a las retribuciones de los super managers de los bancos y en general de todas las sociedades que reciben miles de millones de dólares del plan de rescate del sistema financiero, así que la crisis financiera, que hasta ahora ha pesado solo sobre los pobres contribuyentes, pueda estar repartida un poco mejor. Y que serán establecidos límites a los bonos de los dirigentes, a excepción de los normales dividendos de las acciones.
Reglas severas que si se ponen en práctica, obligarán a los vértices de las sociedades a que acepten fuertes reducciones de sus sueldos, mientras el tesoro evaluará cuales «asset» nocivos absorver y cuales dejar en la cartera de los bancos salvados de la quiebra.
En lo que concierne a la Sanidad da confianza la promesa de que millones de pobres americanos recibirán asistencia gratuita.
Después de todo esto, no es para excluir que el neo Presidente pudiera representar de verdad una esperanza concreta para su pueblo y, en consecuencia, para todo el planeta transformándose en un ejemplo positivo, que imitar. Lo que demostraría que, si se quiere de verdad, el cambio es posible, así como es posible hacer recuperar una economía enferma sin recurrir a la fuerza al negocio de la guerra. Lo cual, es más que evidente que chocará con las fuertes presiones que los conservadores continuarán ejerciendo para mantener el estado de hegemonía imperial americana, en vez de transformarlo.
Decíamos al principio que para juzgar a un presidente tenemos que esperar sus acciones. Y en honor a la verdad, si miramos las que ya ha cumplido, no podemos no sorprendernos.
Después de la decisión de volver a examinar por completo las normas de procedimientos para la detención de los prisioneros de Guantánamo y, probablemente, cerrar la cárcel cubana, la última en orden en fecha, así como ha publicado el Times. El cual ha referido la noticia que Barack Obama desearía entablar coloquios con Rusia para llegar al acuerdo de reducir en un 80% sus respectivos arsenales atómicos. Una vuelta de hoja –escribe el periódico- que entra en el ámbito de una profunda revisión que la nueva administracción está haciendo de los planes de George W. Bush sobre un escudo misilístico en Europa oriental. Todavía no está dicha la última palabra sobre el escudo, pero la decisión de aplazar el despliegue de mísiles americanos en Polonia y de la creación de una estación de radar en la República Checa ha sido bien recibida por parte de Moscú.
Una señal la verdad muy positiva, si vale el dicho de que el buen día se ve por la mañana.
Pero quien es el nuevo Presidente de los Estados Unidos y lo que podrá hacer está claro que nadie todavía está en condiciones de decirlo. Porque si es verdad que un hombre debe ser juzgado por lo que hace y no por lo que promete que hará, entonces no nos queda más que una solución: esperar.
La espera, en cualquier caso, no será larga. Y la prueba del nueve se jugará en el campo de enfrentamiento contra Irán, que según varias fuentes la administracción Bush ya había programado desde hacía tiempo, por razones meramente políticas a pesar de la excusa, actualmente inconsistente, de la legítima defensa contra la amenaza nuclear iraní. Flotas ofensivas portaviones parecen estar desde hace tiempo estacionadas cerca del nuevo objetivo americano y los blancos que los Estados Unidos han localizado en Irán oscilarían alrededor de 10.000. Los principales de ellos: el conjunto de instalaciones nucleares, incluída la central nuclear de Bushehr (ciudad que cuenta con casi un millón de habitantes) y las instalaciones de enriquecimiento de Natanz cerca de Ispahan (que cuenta con dos millones).
Ya solo con ésto los efectos de un bombardeo resultarían devastadores y quien los ha calculado es la Union of Concerned Scientists, estadounidense, que estima que además de las muertes instantaneas, habría tres millones de fallecimientos en las tres semanas siguientes a los bombardeos mientras la contaminación afectaría Afganistán, Pakistán y llegaría hasta la India. Sin contar los daños que provocaría a la atmósfera y que nadie está en condiciones de preveer con exactitud aunque se calcula que las consecuencias perdurarían por unos 700 millones de años.
Si los datos fuesen correctos (pero aunque no lo fuesen) se trataría de un insensato crimen contra la humanidad ya planificado por Bush y sus consejeros (israelitas), con el beneplácito de Hillary Clinton que durante la campaña electoral nunca ha ocultado que considera el ataque contra Irán una buena idea.
Sin dar ninguna oportunidad a resoluciones diplomáticas. Que, por otra parte, serían necesarias también para impedir que Irán se pueda dotar de verdad de un armamento nuclear apto para transformarse en una amenaza para todo el Oriente Medio.
Así que esperamos las decisiones de Barack Obama, que nos proporcionarán algún elemento más para entender si las posiciones ideológicas del nuevo Presidente americano corresponderán a los ideales neoconservadores de la administracción anterior en el tema de expansión militar y de hegemonía imperial estadounidense, o si de verdad nos encontramos delante de un Hombre Nuevo.
Por el momento no podemos hacer más que limitarnos en constatar dos simples hechos, ya evidenciados por varios analistas, que constituyen los únicos puntos firmes a nuestra disposición.
El primero es que Obama representa la más extraordinaria operación de marketing presidencial que la historia pueda recordar. El hombre alrededor del cual los más importantes institutos de poder que dominan América –no sin pedir algo en cambio- han construído, financiándole y sosteniéndole de alguna manera, el renacimiento del «sueño americano» con toda su magnificencia. Consiguiendo relanzar su propia imagen, con el fin de demostrar que quizás la crisis era solo pasajera, que ese gran país es siempre capaz de regenerarse, incluso en los momentos difíciles y que la esperanza ha vuelto a resplandecer en un período en el que casi ya parecía imposible. El hombre, en substancia, que las grandes élites americanas han escogido después del trágico paréntesis de George Bush y que sin duda ha vuelto a dar estabilidad en un país lacerado en su interior, devorado por el descontento hasta el punto de que no parecía tan lejana la eventualidad de que pudiera desencadenarse una revolución.
El segundo es que el nuevo Presidente y su equipo político se insertan perfectamente en la tradición de los presidentes democráticos americanos. Los nombres del “establishment” no son nuevos. A partir de la secretaria de Estado Hillary Clinton y Zbigniew Brezezinski. O de Jim Jones, ex general de los marines, que ahora es consejero de Seguridad Nacional, que según un artículo publicado en la página web megachip.info parece haber declarado ya que privilegia «el control militar estadounidense en las regiones que cuentan con considerables reservas subutilizadas de petroleo y de gas natural, en el Golfo de Guinea en Africa, en el Mar Negro y en el Mar Caspio, además del Golfo Pérsico». Una directiva que «consiente además a los EEUU el consolidar la dependencia europea de la OTAN en lo que se refiere a la propia seguridad energética, compactando de esta manera el sostenimiento de la UE respecto de una más amplia geoestrategia norteamericana que mira al control de los recursos energéticos globales y de las rutas de transporte».
En lo que concierne a la crisis financiera es sin embargo el New York Times el que hace observar que el «team» económico del Presidente está compuesto por las mismas personas que han «jugado papeles centrales en las políticas que han contribuido a provocar la actual crisis financiera». Entre ellas Tim Geither, que en calidad de presidente de la Federal Reserve Bank de New York «ha contribuido a determinar las irregulares y a menudo inescrutables respuestas de la administracción Bush al crac financiero en curso» y Larry Summers que luchó por la ley que desreguló los derivados, los instrumentos financieros –de otro modo llamados activos tóxicos- que han difundido en todo el mundo las pérdidas financieras derivantes de préstamos desconsiderados».
Solo son algunos ejemplos del staff presidencial.
Pero todo esto, lo subrayo, no significa excluir que Barack Obama pueda ser de verdad una esperanza para el mundo, así como muchos le han definido. En primer lugar por la batalla que ha prometido emprender contra el racismo, a favor de la paz y en ayuda a los pobres de todos los países.
Sin ahorrar una dura amonestación  “a esas naciones, como la nuestra –él mismo lo ha declarado el día de su juramento- que gozan de una relativa riqueza” y a las cuales “decimos que ya no se puede soportar más la indiferencia hacia quien sufre fuera de nuestras fronteras; ni podemos continuar consumiendo los recursos del mundo sin preocuparnos de los efectos. Porque el mundo ha cambiado y nosotros tenemos que cambiar con él”.
Una primera, valiente e inédita admisión de la crisis energética y ambiental sin precedentes que estamos atraversando y que nos da a entender que el modelo de crecimiento americano que se ha concebido hasta hoy ya no es compatible con el resto del planeta. Y que la reactivación no será posible si América, pero en general el mundo occidental, no cambia completamente su modelo de vida. Los primeros pasos hacia una nueva política ambiental Obama ya los ha dado: con un programa absolutamente innovador que tiene como pieza fundamental el “business verde” de las energías renovables, que será duplicado en tres años (lo que comporta crear también nuevos puestos de trabajo) y la reducción de los derroches. Así como ya ha prometido la banda ancha como base de la revolución “green & high tech”, las subvenciones para las sociedades que deciden optar por energías alternativas, el sostén a la investigación, el vehículo ecológico. Y la consiguiente disminución de la dependencia petrolífera de los EEUU de los países extranjeros. Protagonista de un sentido llamado al mundo entero, ante el cual Obama ha declarado: “Tenemos que organizar una verdadera coalición global”, invitando a “países como China e India” a que hagan su parte “como nostros queremos hacer la nuestra”.
También en el tema de la economía y de la Sanidad las decisiones de Obama parecen seguir una dirección distinta respecto de la adoptada por la anterior administracción Bush. En estos días el Presidente ha anunciado que impondrá un límite de 500.000 dólares al año a las retribuciones de los super managers de los bancos y en general de todas las sociedades que reciben miles de millones de dólares del plan de rescate del sistema financiero, así que la crisis financiera, que hasta ahora ha pesado solo sobre los pobres contribuyentes, pueda estar repartida un poco mejor. Y que serán establecidos límites a los bonos de los dirigentes, a excepción de los normales dividendos de las acciones.
Reglas severas que si se ponen en práctica, obligarán a los vértices de las sociedades a que acepten fuertes reducciones de sus sueldos, mientras el tesoro evaluará cuales «asset» nocivos absorver y cuales dejar en la cartera de los bancos salvados de la quiebra.
En lo que concierne a la Sanidad da confianza la promesa de que millones de pobres americanos recibirán asistencia gratuita.
Después de todo esto, no es para excluir que el neo Presidente pudiera representar de verdad una esperanza concreta para su pueblo y, en consecuencia, para todo el planeta transformándose en un ejemplo positivo, que imitar. Lo que demostraría que, si se quiere de verdad, el cambio es posible, así como es posible hacer recuperar una economía enferma sin recurrir a la fuerza al negocio de la guerra. Lo cual, es más que evidente que chocará con las fuertes presiones que los conservadores continuarán ejerciendo para mantener el estado de hegemonía imperial americana, en vez de transformarlo.
Decíamos al principio que para juzgar a un presidente tenemos que esperar sus acciones. Y en honor a la verdad, si miramos las que ya ha cumplido, no podemos no sorprendernos.
Después de la decisión de volver a examinar por completo las normas de procedimientos para la detención de los prisioneros de Guantánamo y, probablemente, cerrar la cárcel cubana, la última en orden en fecha, así como ha publicado el Times. El cual ha referido la noticia que Barack Obama desearía entablar coloquios con Rusia para llegar al acuerdo de reducir en un 80% sus respectivos arsenales atómicos. Una vuelta de hoja –escribe el periódico- que entra en el ámbito de una profunda revisión que la nueva administracción está haciendo de los planes de George W. Bush sobre un escudo misilístico en Europa oriental. Todavía no está dicha la última palabra sobre el escudo, pero la decisión de aplazar el despliegue de mísiles americanos en Polonia y de la creación de una estación de radar en la República Checa ha sido bien recibida por parte de Moscú.
Una señal la verdad muy positiva, si vale el dicho de que el buen día se ve por la mañana.
Pero quien es el nuevo Presidente de los Estados Unidos y lo que podrá hacer está claro que nadie todavía está en condiciones de decirlo. Porque si es verdad que un hombre debe ser juzgado por lo que hace y no por lo que promete que hará, entonces no nos queda más que una solución: esperar.
La espera, en cualquier caso, no será larga. Y la prueba del nueve se jugará en el campo de enfrentamiento contra Irán, que según varias fuentes la administracción Bush ya había programado desde hacía tiempo, por razones meramente políticas a pesar de la excusa, actualmente inconsistente, de la legítima defensa contra la amenaza nuclear iraní. Flotas ofensivas portaviones parecen estar desde hace tiempo estacionadas cerca del nuevo objetivo americano y los blancos que los Estados Unidos han localizado en Irán oscilarían alrededor de 10.000. Los principales de ellos: el conjunto de instalaciones nucleares, incluída la central nuclear de Bushehr (ciudad que cuenta con casi un millón de habitantes) y las instalaciones de enriquecimiento de Natanz cerca de Ispahan (que cuenta con dos millones).
Ya solo con ésto los efectos de un bombardeo resultarían devastadores y quien los ha calculado es la Union of Concerned Scientists, estadounidense, que estima que además de las muertes instantaneas, habría tres millones de fallecimientos en las tres semanas siguientes a los bombardeos mientras la contaminación afectaría Afganistán, Pakistán y llegaría hasta la India. Sin contar los daños que provocaría a la atmósfera y que nadie está en condiciones de preveer con exactitud aunque se calcula que las consecuencias perdurarían por unos 700 millones de años.
Si los datos fuesen correctos (pero aunque no lo fuesen) se trataría de un insensato crimen contra la humanidad ya planificado por Bush y sus consejeros (israelitas), con el beneplácito de Hillary Clinton que durante la campaña electoral nunca ha ocultado que considera el ataque contra Irán una buena idea.
Sin dar ninguna oportunidad a resoluciones diplomáticas. Que, por otra parte, serían necesarias también para impedir que Irán se pueda dotar de verdad de un armamento nuclear apto para transformarse en una amenaza para todo el Oriente Medio.
Así que esperamos las decisiones de Barack Obama, que nos proporcionarán algún elemento más para entender si las posiciones ideológicas del nuevo Presidente americano corresponderán a los ideales neoconservadores de la administracción anterior en el tema de expansión militar y de hegemonía imperial estadounidense, o si de verdad nos encontramos delante de un Hombre Nuevo.
Por el momento no podemos hacer más que limitarnos en constatar dos simples hechos, ya evidenciados por varios analistas, que constituyen los únicos puntos firmes a nuestra disposición.
El primero es que Obama representa la más extraordinaria operación de marketing presidencial que la historia pueda recordar. El hombre alrededor del cual los más importantes institutos de poder que dominan América –no sin pedir algo en cambio- han construído, financiándole y sosteniéndole de alguna manera, el renacimiento del «sueño americano» con toda su magnificencia. Consiguiendo relanzar su propia imagen, con el fin de demostrar que quizás la crisis era solo pasajera, que ese gran país es siempre capaz de regenerarse, incluso en los momentos difíciles y que la esperanza ha vuelto a resplandecer en un período en el que casi ya parecía imposible. El hombre, en substancia, que las grandes élites americanas han escogido después del trágico paréntesis de George Bush y que sin duda ha vuelto a dar estabilidad en un país lacerado en su interior, devorado por el descontento hasta el punto de que no parecía tan lejana la eventualidad de que pudiera desencadenarse una revolución.
El segundo es que el nuevo Presidente y su equipo político se insertan perfectamente en la tradición de los presidentes democráticos americanos. Los nombres del “establishment” no son nuevos. A partir de la secretaria de Estado Hillary Clinton y Zbigniew Brezezinski. O de Jim Jones, ex general de los marines, que ahora es consejero de Seguridad Nacional, que según un artículo publicado en la página web megachip.info parece haber declarado ya que privilegia «el control militar estadounidense en las regiones que cuentan con considerables reservas subutilizadas de petroleo y de gas natural, en el Golfo de Guinea en Africa, en el Mar Negro y en el Mar Caspio, además del Golfo Pérsico». Una directiva que «consiente además a los EEUU el consolidar la dependencia europea de la OTAN en lo que se refiere a la propia seguridad energética, compactando de esta manera el sostenimiento de la UE respecto de una más amplia geoestrategia norteamericana que mira al control de los recursos energéticos globales y de las rutas de transporte».
En lo que concierne a la crisis financiera es sin embargo el New York Times el que hace observar que el «team» económico del Presidente está compuesto por las mismas personas que han «jugado papeles centrales en las políticas que han contribuido a provocar la actual crisis financiera». Entre ellas Tim Geither, que en calidad de presidente de la Federal Reserve Bank de New York «ha contribuido a determinar las irregulares y a menudo inescrutables respuestas de la administracción Bush al crac financiero en curso» y Larry Summers que luchó por la ley que desreguló los derivados, los instrumentos financieros –de otro modo llamados activos tóxicos- que han difundido en todo el mundo las pérdidas financieras derivantes de préstamos desconsiderados».
Solo son algunos ejemplos del staff presidencial.
Pero todo esto, lo subrayo, no significa excluir que Barack Obama pueda ser de verdad una esperanza para el mundo, así como muchos le han definido. En primer lugar por la batalla que ha prometido emprender contra el racismo, a favor de la paz y en ayuda a los pobres de todos los países.
Sin ahorrar una dura amonestación  “a esas naciones, como la nuestra –él mismo lo ha declarado el día de su juramento- que gozan de una relativa riqueza” y a las cuales “decimos que ya no se puede soportar más la indiferencia hacia quien sufre fuera de nuestras fronteras; ni podemos continuar consumiendo los recursos del mundo sin preocuparnos de los efectos. Porque el mundo ha cambiado y nosotros tenemos que cambiar con él”.
Una primera, valiente e inédita admisión de la crisis energética y ambiental sin precedentes que estamos atraversando y que nos da a entender que el modelo de crecimiento americano que se ha concebido hasta hoy ya no es compatible con el resto del planeta. Y que la reactivación no será posible si América, pero en general el mundo occidental, no cambia completamente su modelo de vida. Los primeros pasos hacia una nueva política ambiental Obama ya los ha dado: con un programa absolutamente innovador que tiene como pieza fundamental el “business verde” de las energías renovables, que será duplicado en tres años (lo que comporta crear también nuevos puestos de trabajo) y la reducción de los derroches. Así como ya ha prometido la banda ancha como base de la revolución “green & high tech”, las subvenciones para las sociedades que deciden optar por energías alternativas, el sostén a la investigación, el vehículo ecológico. Y la consiguiente disminución de la dependencia petrolífera de los EEUU de los países extranjeros. Protagonista de un sentido llamado al mundo entero, ante el cual Obama ha declarado: “Tenemos que organizar una verdadera coalición global”, invitando a “países como China e India” a que hagan su parte “como nostros queremos hacer la nuestra”.
También en el tema de la economía y de la Sanidad las decisiones de Obama parecen seguir una dirección distinta respecto de la adoptada por la anterior administracción Bush. En estos días el Presidente ha anunciado que impondrá un límite de 500.000 dólares al año a las retribuciones de los super managers de los bancos y en general de todas las sociedades que reciben miles de millones de dólares del plan de rescate del sistema financiero, así que la crisis financiera, que hasta ahora ha pesado solo sobre los pobres contribuyentes, pueda estar repartida un poco mejor. Y que serán establecidos límites a los bonos de los dirigentes, a excepción de los normales dividendos de las acciones.
Reglas severas que si se ponen en práctica, obligarán a los vértices de las sociedades a que acepten fuertes reducciones de sus sueldos, mientras el tesoro evaluará cuales «asset» nocivos absorver y cuales dejar en la cartera de los bancos salvados de la quiebra.
En lo que concierne a la Sanidad da confianza la promesa de que millones de pobres americanos recibirán asistencia gratuita.
Después de todo esto, no es para excluir que el neo Presidente pudiera representar de verdad una esperanza concreta para su pueblo y, en consecuencia, para todo el planeta transformándose en un ejemplo positivo, que imitar. Lo que demostraría que, si se quiere de verdad, el cambio es posible, así como es posible hacer recuperar una economía enferma sin recurrir a la fuerza al negocio de la guerra. Lo cual, es más que evidente que chocará con las fuertes presiones que los conservadores continuarán ejerciendo para mantener el estado de hegemonía imperial americana, en vez de transformarlo.
Decíamos al principio que para juzgar a un presidente tenemos que esperar sus acciones. Y en honor a la verdad, si miramos las que ya ha cumplido, no podemos no sorprendernos.
Después de la decisión de volver a examinar por completo las normas de procedimientos para la detención de los prisioneros de Guantánamo y, probablemente, cerrar la cárcel cubana, la última en orden en fecha, así como ha publicado el Times. El cual ha referido la noticia que Barack Obama desearía entablar coloquios con Rusia para llegar al acuerdo de reducir en un 80% sus respectivos arsenales atómicos. Una vuelta de hoja –escribe el periódico- que entra en el ámbito de una profunda revisión que la nueva administracción está haciendo de los planes de George W. Bush sobre un escudo misilístico en Europa oriental. Todavía no está dicha la última palabra sobre el escudo, pero la decisión de aplazar el despliegue de mísiles americanos en Polonia y de la creación de una estación de radar en la República Checa ha sido bien recibida por parte de Moscú.
Una señal la verdad muy positiva, si vale el dicho de que el buen día se ve por la mañana.