¿Cómo pudo haber sido posible que incluso llegara a ser más tarde Ministro de Estado y finalmente presidenciable y luego Presidente de la República, electo democráticamente?¿ Cómo pudo haber sido posible que un pistolero, un delincuente, un enemigo de las instituciones, como se lo calificaba en aquellos años, pudo haber llegado a donde llegó, formando parte de una fuerza política, algunas de cuyas fracciones llegaron incluso a discrepar con los lineamientos del MLN?
Vaya con las interrogantes .Señores, ya han quedado atrás aquellos días de temores equivocados. Ahora son días de valoraciones. Días de comprensión. Días, horas, minutos y segundos de decisiones y de reflexiones. Es que todo ha cambiado. Y el mapa político de Sudamérica, ese escenario social y geográfico, donde ancestrales luchas sociales han sido descriptas y aludidas, genial y mordazmente por el inigualable Eduardo Galeano – periodista y escritor uruguayo- en “Las venas abiertas de América Latina” obra-ensayo-crítico que revolucionó a sus coterráneos en la década del 70, con la misma fuerza de nuestros días, también ha cambiado, o al menos ha ido modificándose, atendiendo los procesos políticos particulares de cada región, cultura y sociedad.
Y me atrevería a opinar, a los cuatro vientos, que quizás, que un ex guerrillero no hubiera llegado nunca a la silla presidencial, sería sí, algo que perfectamente nos podría llegar a sorprender, porque en definitiva, un presidente no necesariamente debe ser extraído de las góndolas de la formalidad o del doctorado. Mas bien, un buen presidente, un buen conductor de su pueblo, debe salir -con aires de caudillo- del clamor popular y de su estrecho relacionamiento con la masas,las cuales deben sentirse identificadas y representadas por él, sea a través de las campañas políticas o como fruto de una intensa actividad, directamente relacionada con la lucha por valores de justicia, el compromiso con causas sociales y con el mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos, y en particular de los más desvalidos.
Nos consta, que un ex guerrillero sea primer mandatario, no es un acontecimiento de todos los días. Y eso no ha ocurrido, entre otras cosas, por la comodidad de muchas personas y en particular por quienes abogan y forman parte de aquellas corrientes ideológicas, que por muchos, pero muchos años, han ido desangrando nuestra América Latina, cultural, económica y socialmente.
Es comprensible –aunque no comparta con ellos- que para algunos uruguayos debe resultar un verdadero grano en el traste, que un ex guerrillero haya llegado al sillón presidencial, pero esta molestia se debe transformar en un verdadero reencuentro con los conceptos básicos de la idea de gobernar, en democracia.
Al final de cuentas, vale la pena un giro de 180 grados, después de que, de un tiempo a esta parte, todo aquello, sinónimo de “democracia” o de “instituciones democráticas” no ha sido otra cosa que un solapado saqueo de valores y de economías, con carta blanca para segar esperanzas y hasta vidas humanas, amparados en sentimientos oligarcas, y con el cometido de avasallar pueblos, generaciones y culturas, para el beneficio de unos pocos, sin importar las penurias y esas “venas abiertas de América Latina”, desangrándose día a día, aún hoy, aún cuando las corrientes de izquierda y progresistas se han instalado en suelo sudamericano.
Los hechos se han ido dando, marcando el libreto histórico inevitable, que luego marcó períodos y cambios: los años previos a la guerrilla de los sesenta; los años mismos de las guerrillas de los sesenta, dentro y fuera de las fronteras del Uruguay; las explosiones sociales del 68, en París y en el mundo; la guerra de Vietnam; los imperialismos yanquis y europeos haciendo estragos en los cuatro puntos cardinales, como consecuencia de la guerra fría. Los coletazos de los coletazos. Las crisis de las crisis. Las rebeldías de las rebeldías.
Por aquellos tiempos, historias de hombres y mujeres que optaron por cambiar la realidad social y económica, y vaya pecado, nada mas ni nada menos que a través de la lucha armada; historias de jóvenes con ideales, con valores; entre estas historias, la de Raúl Sendic, un joven procurador, visionario, inteligente, sabio, guerrero y comprometido con sus ideales, y como resultado fundador del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros: un joven con amplios conocimientos de derecho –a un paso de ser abogado- que no defraudó sus ideales y a quienes lo secundaron , entre ellos a José Mujica, por aquellos días un compañero más de la organización.
Y los hechos marcaron a fuego a esos hombres y mujeres; y los hechos acarrearon la fuerte y despiadada represión de los esbirros de la oligarquía, en pre dictadura, durante ella y en lapso posterior; los hechos dejaron su estela de muerte, entre los integrantes de la organización y cuando ésta fue desmantelada -por la inteligencia operativa de la represión y por la mezquindad de los traidores, como aquel , de paradero actual desconocido, de nombre Héctor Amodio Pérez- entre los opositores al régimen, estando entre ellos los legisladores Zelmar Michelini –del Frente Amplio- y Héctor Gutierrez Ruiz -del Partido Nacional- ambos asesinados en Buenos Aires, Argentina, por represores uruguayos y argentinos y los doscientos desaparecidos que el pueblo uruguayo, gústele o no tuvo que asumir.
Fue un contexto difícil, de decisiones y de compromisos, que en cierto sentido venía ya bosquejando el horizonte de la realidad nacional: el retorno a la democracia, una democracia un tanto complaciente con la dictadura; una dictadura de sentimientos odiosos para todo aquello que fuera liberador y pleno de ideales renovadores.
Una democracia –de mediados de los ochenta- que no pudo tener el privilegio de contar entre sus presidentes a Liber Seregni, a Wilson Ferreira Aldunate y al mismísimo Raúl Sendic, aunque en plena transición tuvo la dicha de contar con un acontecimiento popular en el Parque de los Aliados, de la mano del actor Alberto Candeau, cuya lectura de una proclama, fue la expresión más sincera de un pueblo que comenzaba a saborear en “libertad” las mieles de la luz que sembraron los mártires que la represión dejó como legado siniestro de su pasaje por la banda oriental.
Entre esos mártires estaban los líderes del MLN-Tupamaros, los dirigentes gremiales y estudiantiles de los años que siguieron a la lucha armada de los tupas; entre esos mártires estaban el “Toba” “Zelmar” “Elena Quinteros” y todos aquellos uruguayos y uruguayas, que ideales de por medio, tuvieron la valentía y la audacia de pensar en la comunidad en la que vivían, ergo, en el resto de los uruguayos, para lograr un país más equilibrado: a la hora de distribuir sus riquezas ,a la hora de administrar la educación, la salud, sus capitales, su producción, etc.
Entre estos mártires estaba los presos políticos de diferentes corrientes de izquierda, distribuidos en cuarteles militares del interior del país y en el Penal de Libertad, Cárcel de Mujeres de Punta Rieles o Cárcel de la calle Cabildo, en Montevideo; entre esos mártires estaban los estudiantes muertos en manifestaciones ; entre esos mártires estaban los militantes comunistas asesinados cobardemente en la Seccional de su Partido en Paso del Molino; entre esos mártires estaba la cúpula del MLN, distribuida en cuarteles militares, pero no ubicados en celdas o en dependencias, sino en pozos, en condiciones de vida infrahumanas: eran los rehenes de la represión que imperaba en aquellas épocas y más después de la dictadura: entre estos rehenes estaba José “Pepe” Mujica, hoy presidente de la República.
¿Una ironía del destino? ¿Algo para sorprendernos?
Puede ser un poco de todo, pero al final de cuentas, es una realidad de nuestros días. Los unos la asumimos de una forma; los otros de otra. Para nosotros es una buena nueva: habla bien de la democracia; habla bien del MLN, aún cuando este Movimiento actualmente esté fracturado y desmembrado, y aún cuando su propio dirigente –JoséMujíca- se haya desvinculado de él y no lo represente institucionalmente, llegando incluso a declarar a periodistas ( en varias oportunidades) que se arrepentía de haber adoptado algunas acciones en el camino de la lucha armada, cuya responsabilidad asumió en el acierto y en el error; aún con ese panorama, habla bien del propio Mujica; y habla bien de quienes lucharon por esos ideales libertadores. Para otros, es un indescriptible asombro, quizás una afrenta; quizás una barbaridad, quizás una desarmonía.
Debemos admitir que el MLN, hoy en pleno 2009, no está representado por José Mujica, al menos institucionalmente. Y me gustaría preguntarle a Mujica, ahora que ha sido electo ¿si emocional o sentimentalmente –claro está, no partidariamente- todavía se siente un tupamaro?. No obstante, y aún admitiendo que el José Mujica de los años sesenta, setenta y ochenta, no es el Mujica de los años 90 y 2000, convendría conocer un poco cuál fue el sentido de su lucha siendo integrante del Movimiento, porque tengo que suponer que los ideales del hoy Presidente se sustentaron dentro de ese contexto, aún siendo que en la adolescencia fue anarquista y que después votó a los socialistas, para finalmente militar junto a Enrique Erro del Partido Nacional, para luego optar por ser tupamaro
Viví aquellos tiempos; entre la adolescencia y mi juventud; como estudiante, del Liceo Rodó y del Zorrilla, conviviendo con los efectos de la represión y compartiendo con mis iguales –en edad y pensamiento- las manifestaciones estudiantiles y la vida de los grupos políticos dentro de los liceos, aguantando además los constantes embates –violencia mediante- de las bandas de la JUP y de los grupos parapoliciales; me identificaba con esas luchas, con esos luchadores y escuchaba a muchas personas y allegados y hasta a mis padres –ambos profesores de Secundaria e Institutos Normales- admirar a los tupamaros “porque al final de cuentas eran, estudiantes, intelectuales, gente culta, bancarios y profesionales que habían tomado las armas para defender ideales artiguenses y de personajes como el Che Guevara y para defender a los abusados de las injusticias sociales, entre ellos los cañeros explotados en latifundios del norte del país.”. Hoy advierto, que eran latifundios que mucho se parecían a los que proliferaban en zonas rurales de Bolivia; latifundios de miles de hectáreas de campo, que estaban improductivas, por ser propiedad de unos pocos, y siempre para que esos pocos puedan disfrutar los réditos, y no sus trabajadores.
En aquellos años el MLN tenía muy bien definidas sus metas y sus metodologías de lucha; yo personalmente considero que aquellos uruguayos, tenían la valentía de asumir compromisos ajenos, o como diría un viejo tupamaro –uno de aquellos que participaron, en una de sus acciones, por ejemplo la toma de Pando, en aquel 8 de octubre del 69- me estoy refiriendo a Germán González quien al ser entrevistado por Rolando W. Sasso Mendoza, para su libro “La Toma de Pando; La revolución joven” –que recomiendo dar lectura, entre otros del mismo tenor- señaló: “los tupamaros éramos un grupo de gente con buenas intenciones y con convicciones, que se planteaba una lucha social y política. Fuimos gente bien intencionada que trató de hacer ciertas cosas. Pero nunca fuimos militares. La retirada de Pando dejó en evidencia, eso, que no éramos combatientes, que no éramos guerrilleros ; que éramos estudiantes, jóvenes ,obreros que hacíamos lucha política con armas. La decisión de irse al campo y medio desbandarse no sería la decisión de un ejército militarmente organizado, fue producto de la falta de reflejo combativo de los compañeros” .
Quiero recordar que la toma de la ciudad de Pando, fue una de las tantas acciones militares, político-propagandísticas del MLN, del año 1969; un episodio que por su repercusión fue denostado por las fuerzas represivas de la época y por los políticos de los partidos tradicionales, y obviamente por los medios de comunicación que se ensañaron con titulares en los cuales los calificaban, de “malvivientes y terroristas”. Sin embargo el MLN tenía otra visión de los hechos, sencillamente porque los cometidos de la acción, nada tenían que ver con los de la delincuencia, sino mas bien con la esencia de su existencia y de su filosofía de lucha; una lucha de la cual participó José Mujica: ayer guerrillero y revolucionario, hoy primer mandatario.
Entonces, creo que resulta fundamental la mención de éste contexto histórico –aunque en una forma muy resumida- ya que no tiene otro cometido que permitirnos conocer el sentido del movimiento que formaba parte José Mujica. Es inevitable ponerlo sobre el tapete –aunque a muchos poco les guste- porque hacerlo significa poner sobre el tapete –público- el espíritu y la sensibilidad revolucionaria de ese hombre que siendo rehén de los militares, primero y de la dictadura después, asumió su cautiverio de una forma tal -me atrevería a reflexionar- que ni el mismo supo comprender, o valorizar por aquellos días, lo que vendría, vale decir la liberación de su encierro, el retorno a la democracia y como máximo, su activa participación en un partido político, que en resumidas cuentas, y sin perjuicio de su carisma personal, lo catapultó –por la vía de la legalidad absoluta- a un sitial dentro de la historia del Uruguay que ya no es intrascendente para los contemporáneos ni para las futuras generaciones, de la región y del mundo entero.
Quienes estábamos en Montevideo, por aquellos días en que los presos políticos recuperaron la libertad y brindaron una conferencia de prensa en las instalaciones de los padres Conventuales, en la calle Canelones, a poco de ser retirados de la Jefatura de Policía, mucho recordamos las palabras de Eleuterio Fernández Huidobro “El Ñato”, secundado por los restantes integrantes de la cúpula del MLN, bosquejando un sentido y profundo discurso, excusando al mismo tiempo –con la lectura de una carta- la ausencia, en esa rueda de prensa, del fundador y máximo líder del Movimiento, el procurador Raúl Sendic, de hecho y por derecho, un legítimo caudillo, de una organización que en los años sesenta no calibró los alcances futuros de su existencia, quizás porque no había lugar a las especulaciones políticas, ni a las partidarias o demagógicas de los grupos políticos tradicionales que regían e imperaban a los uruguayos de aquellas épocas.
Quienes estábamos en Montevideo, por aquellos días… a través de las pantallas de televisión, recordamos el rostro de José Mujica: un rostro demacrado, pero sobrecargado de sentimientos y de espíritu combativo; un Mujica de aproximadamente 50 años de edad , cuyo físico llevaba las huellas de la soledad, de las penurias, del cruel cautiverio, de la tortura , de las privaciones y de varios impactos de bala; era un cuerpo severamente dañado, pero de espíritu y mente joven, como el del resto de sus compañeros del Movimiento y de los presos políticos liberados por la dictadura; una dictadura que no imaginó, ni en sueños, que la historia les daría su revolcón más áspero: primero, ver a muchos de sus rehenes, formando parte del proceso político del país, al que subyugaron y violentaron, pensando -equivocadamente- que defendían las instituciones democráticas y un estilo de vida, e impedían el avance del comunismo, de la Cuba de Fidel Castro…
Vaya que osadía; segundo, ver a muchos de sus rehenes ocupando sitiales parlamentarios o despachos ministeriales; tercero, ver a muchos de sus camaradas de armas, juzgados por magistrados penales, por los delitos de violación de los derechos humanos, entre otros crímenes; cuarto, ver entre rejas –y no en pozos, aljibes o celdas de dos por dos- al Gral. Gregorio Alvarez , al ex presidente Juan María Bordaberry y a otros de sus pares, de los tiempos de represión y de imperio; y quinto, ver, al que fue tupamaro José Mujica, ocupando nada más ni nada menos que la silla presidencial de la República Oriental del Uruguay.
Si mal no recuerdo, cuando asumía el gobierno del presidente de izquierda doctor Tabaré Vázquez , en la jornada de la ceremonia de juramento parlamentario, el propio Mujica –al tomarle el tradicional juramento a su viejo amigo y compañero de lucha tupamara, “El Ñato” Fernández Huidobro- dejó al descubierto públicamente, un pensamiento quizás muy íntimo- :”…ni al mejor novelista se le habría ocurrido imaginar una situación de ésta naturaleza… “; y creo que ni él mismo se imaginó esa situación…¡¡ Vaya novelista que resultó ser la historia de los hombres y de los pueblos¡¡
De este episodio hace ya algunos años; después, Mujica fue Ministro de Estado; más después candidato a la Presidencia de la República y finalmente electo como tal. La historia le devolvía los años de clandestinidad, enfrentamiento, tortura, aljibe y de lucha, de una manera sumamente particular y poco común, pero no por ello imposible.
Ahora bien, con este panorama, en cierto sentido me surgen algunas preguntas ¿podría decirse perfectamente que el MLN tuvo así, su triunfo político ?…y digo más, ¿la lucha armada del Movimiento Nacional de Liberación Tupamaros, de aquellos años, finalmente logró su objetivo? y lo que es más ¿llegó al gobierno? No hay que olvidar que el MLN, institucionalmente, ya está quebrado, y lo que es más, el hoy Jefe de Estado, ya no integra sus filas y por si fuera poco, no fue el Movimiento de Liberación Nacional, que lo llevó al sitial presidencial, fue una fuerza política. Pero de todas formas, creo que valen las interrogantes. Interrogantes que solo el hoy Presidente de la República podría responder con claridad, y con el sentimiento propio de un hombre que ha tenido la personalidad, la inteligencia, la sabiduría y la paciencia militante, para llegar donde llegó.
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Hace más de diez años, me crucé más de una vez con José Mujica y lo vi pilotando su moto Vespa, llevando a su hoy esposa y compañera de lucha Lucía Topolanski ,otra integrante del MLN, que hizo historia dentro del Movimiento y fuera de él. Ambos, destrabando conflictos gremiales, como integrantes del Movimiento de Participación Popular. Así, de esa forma, ese militante tupamaro de los años sesenta y setenta, a quien popularmente se lo fue conociendo como “El Pepe”, fue ganando corazones en los barrios montevideanos, entre mateadas. Con ese hombre, de mirada sabia, de ojos francos y de aspecto sencillo, abriéndose senderos y caminos en los tiempos de post dictadura, nos saludamos unas cuantas veces. Yo sabía quien era y el me asumía como un periodista más, del Centro Montecarlo de Noticias y del diario vespertino Ultimas Noticias; transcurrieron los años y me lo seguí cruzando: en el parlamento: primero cuando fue diputado y después cuando fue senador. Una y otra vez, en instancias breves o conferencias de prensa. Y lo mismo ocurrió cuando fue Ministro de Ganadería , Agricultura y Pesca. Pero allá por finales de la década del 90, lo visité en su chacra de Rincón del Cerro, con tres de mis colaboradores directos, en aquel momento de la revista Tercer Milenio, que también era dirigida por el periodista Giorgio Bongiovanni, ahora fundador y director de la Revista AntimafiaDuemila, allá en Italia.
En aquellos días, sentados en uno de los modestos ambientes antesala, de su hogar, y rodeados del silencio rural, dialogamos profundamente sobre diversos temas. Sus sentimientos, su lucha tupamara, sus principios, sus miedos, sus reflexiones… todo salió a luz. Y en aquel momento ni sospechas de ser Presidente de la República, al menos, ni en su fuero más íntimo. Sin embargo, los caminos de la vida se fueron delineando de tal forma, que llegó a ese sitial.
Prácticamente desde aquellas épocas, en que lo entrevisté en Rincón del Cerro, comenzaron los periodistas y los escritores a perseguirlo para hincarle el diente. Sin perjuicio de otros colegas que también le salieron al cruce, abrió el camino público el escritor y periodista Miguel Campodónico con un libro que causó sensación –cuya lectura recomiendo expresamente- al igual que la escritora uruguaya María Esther Gilio, en el año 2005, con su libro “Pepe Mujica, de tupamaro a ministro.
Lo cierto es que ríos de tinta y millones de segundos de televisión y radio fueron y son dedicados al “Pepe” Mujica: hoy Presidente de los uruguayos, seguramente, porque más allá de su figura y de su personalidad, el hecho de que haya sido un tupamaro, lo hace más apetecible para quienes tienen la tarea de inquirir masivamente sobre su persona y sobre su futura gestión, y para quienes lo encaran para el elogio, pero también para quienes lo toman como objeto de crítica, tal como ocurrió recientemente –especialmente en los meses de octubre y noviembre- en el curso de una campaña electoral por demás descarnada. Antes de ser electo primer mandatario, vaya que se lo agravió desde filas conservadoras y en particular desde la dirigencia de los partidos tradicionales, siendo los adversarios referentes, los doctores Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle –colorados por fuera de la carrera presidencial- y el candidato nacionalista Luis Alberto Lacalle, entre otros. Pero no hicieron mella estos desatinados dardos, y finalmente la izquierda en el Uruguay entró en su segundo tiempo, con balotaje incluido. Todo un cambio, para el “paisito”; toda una bofetada para los conservadores.
En este sentido, en el contexto periodístico post balotaje, valió el aporte del periodista Victor H. Abelardo, del semanario Brecha, en cuyo artículo titulado “Adiós, chau” ( al pie de una fotografía a tres columnas, en la contratapa del ejemplar especial del semanario, de fecha 30 de noviembre del 2009, en la que se ven a los ex presidentes Sanguinetti , Batlle y Luis Alberto Lacalle, colorados y blanco respectivamente) expresa:” Ayer domingo las urnas lapidaron a unos cuantos actores de la vieja elite política uruguaya. Y las razones no fueron precisamente las biológicas, esas que naturalmente determinan la caducidad de los hombres. No lo fueron porque tanto el presidente electo como el vice y quienes ayer desaparecieron son contemporáneos….Esa lógica de identificar a la izquierda con la violencia o con la idea de que desaparecerían los valores más caros de la sociedad uruguaya dio resultado en un lejano 1971. Desde entonces a la fecha, ese tipo de campaña perdió fuerza hasta volverse, como en el presente, un bumerán contra sus promotores. Mujica con su torpe “aliño indumentario” como le gusta decir citando a Antonio Machado, no solo inauguró un nuevo estilo de presidente sino que sepultó con su triunfo a los más conservadores de una elite que supo gobernar el país..Ayer murió el viejo discurso anticomunista…En definitiva se cerró un ciclo histórico…De ahora en adelante la derecha deberá buscar otra forma de hacer política…Los ejes a manejar por los partidos tradicionales ya no podrán ser caos u orden, libre mercado o participación del Estado en la vida económica…En el horizonte asoman nuevos consensos sociales, nuevas formas de concebir las relaciones entre los distintos sectores que conforman la sociedad uruguaya…Los sectores más rancios de la derecha sufrieron una fuerte derrota ideológica, porque, más que en 2004, cuando la gente dio una oportunidad al Frente Amplio, ahora, después de cinco años de administración frenteamplista, el electorado ratificó el nuevo rumbo del país. La muerte política de los Lacalle, Sanguinetti y Batlle es la expresión más clara de la apertura de un nuevo período en la historia uruguaya”
Por su parte el escritor y periodista uruguayo Carlos María Domínguez, también en el semanario Brecha, de post balotaje, en su artículo titulado “Una marea de inocencia y de imaginación” dijo expresamente: “…Que los diarios del mundo puedan dar la noticia de que un ex guerrillero conquista la Presidencia de la República, vuelve a poner a Uruguay en un espacio mítico entre las democracias de América. No sólo habla bien de José Mujica y su notable poder de introducir el valor de la sinceridad en el estratégico mundo de la política. Habla de la madurez de un país que ha sabido contener los perfiles provisorios y cambiantes de la democracia en el libre juego de los deseos y las opiniones. La marea inocente derrocha fe y entusiasmo por la expectativa de un Uruguay más igualitario y justo. Como lo ha hecho otras veces, invade el espacio público con una abrumadora fantasía que hoy alienta la figura de Mujica".
Las cartas están echadas; colocadas sobre la mesa, con la simetría política que merece un pueblo que democráticamente supo valorar las oportunidades -y en particular ésta del 2009- para dar un giro de 180 grados, en su derrotero de ansias de una mejor calidad de vida, porque al final de cuentas, los gobernantes y parlamentarios elegidos, bajo los parámetros legales, no deben hacer otra cosa que buscar caminos propios para que los electores -el pueblo- transite por la vida del tercer milenio, en mejores condiciones, de existencia, económicas, de salud, de seguridad, y relativas a los valores , a la justicia y al relacionamiento humano. Las comunidades en connivencia con las injusticias sociales, la corrupción, la falta de credibilidad en sus gobernantes, la inseguridad, las carencias educativas y de salud, siempre serán comunidades expuestas a las ideologías abusivas del prójimo, identificadas ancestralmente con las oligarquías, los patriarcados conservadores y retrógrados por excelencia, los imperios y las corrientes de derecha, que poco les importan las masas populares, nutridas de necesitados y de pobreza material y afectiva, toda una situación madre de otras situaciones , y así por generaciones y generaciones.
Parece ser que hoy –y desde hace unos cincos años, con el gobierno de izquierda- esas situaciones están desvaneciéndose gradual y lentamente, de nuestra sociedad, pero entiendo que todavía hay mucho por hacer, entre otros tópicos del quehacer nacional, todo lo cual estará en manos del ex tupamaro José Mujica, su gabinete y los técnicos de su fuerza política.
Las esperanzas de una profunda metamorfosis, dentro de las entrañas mismas de la sociedad uruguaya –donde sobresalen recientemente conflictos serios, relacionados estrechamente con la seguridad ciudadana, la superpoblación reclusa y sus pésimas instalaciones del sistema penitenciario, la estabilidad económica, la salud, los cortes de Gualeguaychú, etc.- están depositadas en el nuevo gobierno, en la personalidad de la gestión de su titular y en la posibilidad de que éste tenga la cintura para ir sorteando los obstáculos propios de toda administración progresista, que seguramente deberá actuar en coherencia con la corriente predominante en la región, aún cuando ahora el pueblo chileno haya optado -en sus recientes elecciones nacionales-por ideologías derechistas, después de la gestión Bachelet, de corriente de izquierda.
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Eduardo Bonomi, quien fuera designado como Ministro del Interior de la administración Mujica , ha dicho que el triunfo del Frente Amplio y en especial el de José Mujica para él le ha significado algo muy importante: “… a fines de 1984, Raúl Sendic desde la cárcel, a través de su hermano, hizo salir el planteo de que el MLN debía contribuir al proceso de democratización que estaba viviendo el país y debía por tanto participar de la institucionalización democrática, para seguir bregando por los cambios políticos, económicos y sociales. Veinticinco años después, uno de los rehenes que apoyaron ese planteo, se transforma en presidente de todos los orientales. Y ese hecho tiene además otra consecuencia, exorciza todos los demonios que convocan cada vez que hay elecciones, y rompe con los mitos del pasado. El que no tiene ideas o no tiene interés en discutir ideas convoca esos fantasmas para que no se apoye a la izquierda, y eso se rompió hoy, porque invocar el miedo para que la gente no apoye un proceso de cambios no funciona más en Uruguay, a partir de hoy”.
Y bien. Este hoy habrá que asumirlo con la mayor de las naturalidades, pero –entendemos- no por resignación, sino más bien porque los hombres en democracia debemos ser abiertos a los cambios. A las revoluciones ideológicas. Revoluciones sin armas. Revoluciones del alma, de los pueblos desangrados, saqueados y vaciados por las dictaduras. Pueblos sudamericanos que bregaron tanto por esos cambios, dejando sangre y sembrando lutos, víctimas en su mayoría de los poderosos, que por años se adjudicaron derechos malignos, nefastos y fatídicos, acorralando y cercenando vidas… y a muchos jóvenes, solo porque en algún momento, mentes insanas consideraron que había que cosechar odios e infiernos. Y nunca imaginaron que los cambios habrían de ir estableciéndose en los sillones presidenciales de esos pueblos sufrientes.
No hace mucho, un lector de nuestra página web me escribió en los siguientes términos:”me re- huso a pensar que nuestro próximo presidente será uno de los principales responsables de la dictadura de nuestro país…el Pepe y sus amigos comenzaron su actividad guerrillera antes de la existencia de cualquier dictadura. Ellos tenían un objetivo muy claro: llevar adelante en Uruguay la Revolución Cubana…Hoy los años han pasado…..Mujica ya no necesita la revolución armada para cumplir algunos de sus sueños, el será el próximo presidente del Uruguay y la revolución cubana se llevará a cabo pero en paz. Y es por esto que estoy triste, porque ahora ya no hay marcha atrás. Yo no quiero vivir en Cuba, quiero vivir en Uruguay”
Me merece respeto, su apreciación, pero sin querer condicionarlo, le diría, que antes de formularla, debería informarse más. Como los otros ciudadanos que pueden tener la misma línea de pensamiento. Esta claro, muy claro, que no poseen la información suficiente.
No comparto este pensamiento; y es más, entiendo que surge de aquella equivocada visión de que la lucha armada de los integrantes del MLN y las luchas de la izquierda uruguaya y de los movimientos sindicales, no han hecho otra cosa que pretender que la Cuba de Fidel se establezca entre nosotros. Uno de los demonios que la derecha ha sembrado por generaciones. Uno de esos demonios nefastos que carcomen la cultura y la sensibilidad de los pueblos, distorsionando objetivos políticos y cimientos de revoluciones que se han hecho y quedan por hacer.
Vale entonces, y a propósito de estos pensamientos, que nacen confundidos y pueden confundir aún más, poner sobre el tapete una respuesta, que de hecho es contundente y por sobre todo reveladora. Una respuesta que extraemos del excelente libro –que también recomendamos- de Clara Aldrighi: “Memorias de insurgencia”. Una respuesta a cargo de un hombre que será uno de nuestros próximos entrevistados, en nuestra página web; me estoy refiriendo al ex dirigente del MLN, Mauricio Rosencof, prolífico y excelente escritor y dramaturgo, otro rehén de los militares que soportó prisión, tortura y aislamiento, que redondea para la autora del libro, quien le pregunta ¿qué entendía por patria o patriotismo y si se sentía patriota militando en el MLN?
Rosencof, en el mejor y más singular de sus estilos de comunicación, contestó: “Pienso que uno de los puntos más importantes en la lucha de América, desde los días de la conquista, es el tema de la tierra .No soy yo quien lo piensa, es Raúl Sendic, quien además lo hace. La reivindicación de los cañeros era la expropiación de una estancia cimarrona: pedían tierra para hacer una cooperativa. Eso, en nuestro ideario uruguayo, procede del Reglamento Provisional de Tierras de 1815. De las tierras distribuidas con la prevención de que los más infelices fueran los más privilegiados. Artigas nombra quienes serían: los gauchos pobres, la indiada, los negros libres. Encontrabas, entonces, que los cañeros eran los descendientes de aquellos que estuvieron en las montoneras patrias y luchaban por ese ideal…El MLN introduce así, en las luchas sociales de nuestro país, algo que estaba olvidado. Porque una de las cosas más olvidadas en el Uruguay era la lucha por la tierra. Las otras luchas, por el salario, por la organización sindical, contra las manifestaciones del imperio, estaban presentes tanto en el Partido Comunista como en el Socialista. Pero en el tema de la tierra no lo estaba....Es decir que el sentimiento patriótico nace de algo concreto, programático y ejecutivo. No era para nosotros la veneración de un símbolo o de una bandera. No en vano la organización tiene como emblema la bandera de Artigas con la estrella de cinco puntas y la T de tupamaros; nombre con el que los colonialistas españoles, y luego los portugueses, se referían a los alzados de Artigas .Hay documentos que hablan del “temido tupamaro”. Es una visión cargada de desprecio, que procede del alzamiento de Tupac Amaru. Nosotros tomamos esa expresión despectiva, la hicimos nuestra, como hicimos nuestro el ideario Artiguista , que en las Instrucciones del año XIII establece el principio inspirado en Payne, del derecho de los pueblos a guardar y tener armas, y en el numeral segundo aclara, para prevenir precisamente el despotismo militar”
José “Pepe” Mujica Codano, ha sido electo presidente de los uruguayos, en elecciones democráticas; ocupará oficialmente ese cargo el primero de marzo del presente 2010, a sus 76 años de vida. Bienvenido compañero; los uruguayos han depositado esperanzas en tu gestión, que nada tiene que ver con Cuba, porque estamos en Uruguay y de uruguayos que están comprometidos con su nuevo rumbo, un rumbo más maduro, más valeroso, más auténtico y más Artiguista.-