Los Hernández solo buscan la verdad; Comisión Investigadora parlamentaria los recibe en marzo

En paralelo ahora denuncian públicamente corrupción en la jefatura de Rocha

Los hermanos Hernández me reciben a comienzos de este mes de febrero en su nueva casa, muy cercana a la playa La Balconada, del balneario La Paloma, a poco más de un año de haberlos conocido en La Paloma, ocasión en la que ambos se explayaron conmigo y con mi colega Victoria Camboni, pero en otra vivienda, cercana al Faro ,sobre uno de los hechos policiales más sorprendentes de nuestro país, que hasta la fecha no ha merecido el beneficio de la justicia, aunque al menos sí, de su divulgación, como si fuese una suerte de premio consuelo (mirándolo desde una platea imaginaria), después de más de una década de ardua lucha para lograr que sobre ese hecho detestable y criminal puedan arrojarse aguas claras y no sea sofocado por la no menos detestable impunidad. Como lo informamos oportunamente, Víctor Hernández fue herido de bala en la noche del 12 de noviembre de 2012 -a las puertas de un inmueble cercano a la terminal de ómnibus del balneario, en el que residía con su pareja- en el preciso momento en que salió a la vereda al escuchar detonaciones de arma de fuego, ignorando que los segundos que siguieron a esa acción le serían determinantes para su futuro, sencillamente porque los tiros que él escuchó salieron de una vivienda de la vereda opuesta, y lindera a la Comisaría local, en la que se realizaba una fiesta de cumpleaños, con la presencia de personal policial y de otras personas, una de las cuales habría utilizado un arma larga calibre 22, disparando hacia el exterior, circunstancia en que uno de los proyectiles lo alcanzó en la zona lumbar, dejándolo literalmente paralítico. Fue desde ese instante que la vida de Víctor cambió radicalmente, y la sed de justicia en él y en su hermano Daniel fueron fundamentalmente la esencia de un peregrinaje -que por años demandó sacrificios, reclamos y situaciones de insospechadas derivaciones- buscando con tesón -y especialmente mucha paciencia- que quien apretó el gatillo del arma de fuego sea plenamente identificado y condenado por un juez penal, y por si fuera poco, que todos aquellos que encubrieron esa pesadilla, corran igual suerte.

Transcurridos más de diez años de esa noche, las respuestas al reclamo de justicia transitaron por senderos varios, y si bien la opinión pública rochense y uruguaya tuvo conocimiento de lo acontecido, todo lo desagradable de la situación se traduce en el hecho de que hasta la fecha, todos los jueces que intervinieron en el expediente no llegaron a resultado alguno y el heridor de Víctor permanece libre de toda culpa, caminando libremente -como si nada hubiera pasado- por las calles de Rocha y quizás, también, por las calles de La Paloma. Todo fue posible, después del disparo, y tanto fue así, que transcurrido un breve período del hecho, hasta algunos personajes del Ministerio del Interior del gobierno frenteamplista, por cierto todos ellos con nombre y apellido (uno de ellos, el principal, Charles Carrera, hoy senador del Frente Amplio), “procuraron resarcir lo acontecido” abriéndole a Víctor -dentro de un marco de irregularidad, inequívoco- las puertas del Hospital Policial para darle una prolongada asistencia, pero lo que se dice “bajo cuerda”, sencillamente porque ese paciente que estuvo alojado en una sala del nosocomio oficial, no era ni policía, ni funcionario administrativo del Ministerio del Interior. Un resarcimiento entre comillas, omitiendo -en definitiva- llevar la investigación del hecho, para definir culpables. Y toda esa manipulación aconteció con total naturalidad, al punto tal que los hermanos Hernández, en el medio del desconcierto y del asombro, comenzaron a golpear puertas para aclarar responsabilidades, y para hallar justicia, sin resultados inmediatos, sin esperanzas, viendo en el horizonte el manto de la impunidad sobre un hecho, por donde se lo mire, de extrema gravedad.

Los hermanos Hernández, con escasos recursos y sin el apoyo de la justicia, promovieron todo tipo de movidas: pegatinas en árboles del balneario en plena pandemia, movilizaciones portando pancartas y con el apoyo de residentes de la zona, diálogos con legisladores, y periodistas -entre ellos, de Antimafia Dos Mil- y presentación de escritos en juzgados y fiscalías. Y poco a poco, de la mano del defensor Roberto Ferreira, el caso salió a la luz pública, pero el tiempo siguió transcurriendo y el delito relacionado con el disparo -en el buen romance- prescribió. Ergo, se cerraron las puertas para hacerse justicia, en las narices suyas y de toda la sociedad uruguaya. Y lo más reciente fue que, ya conocido el hecho en todos los ámbitos, Víctor, su hermano y su abogado Ferreira, comparecieron ante una Comisión Investigadora del Parlamento, para que quizás así, después de tanto trotar, pueda arribarse a algo parecido a la justicia o a una reparación lícita, sin aguas turbias.

Víctor está destinado a vivir en una silla de ruedas. Víctor perdió su hogar y también su rutina dio un giro brutal, en lo personal y en lo laboral. Víctor, y su hermano Daniel, buscan la verdad. Por diez años lo hicieron a ciegas, hoy lo hacen con más luz, pero no la suficiente, porque todo se desarrolla en un clima de promesas, de expectativas, pero no hay aún pasos seguros y firmes, de ahí que, para este próximo mes de marzo, se aguarda una nueva instancia en el Parlamento, ante la Comisión Investigadora. Entonces, puntos suspensivos.

En este contexto, conversando hace unos pocos días con Víctor y Daniel, en su nuevo hogar me dan la noticia del informe dado desde la sede judicial Penal, respecto al hecho, que para ambos fue literalmente un baldazo de agua fría, y hacen -valerosamente, sin cortapisas- una denuncia pública sobre el accionar policial en Rocha -de corrupción, lisa y llana- tomando como punto de partida su caso en sí mismo.

En el juzgado lo que nos da es siempre parcial. No se puede probar que la bala pudo salir de esa zona. Quedó todo trunco, por todos lados. Todo lo que se presentó, no dan lugar a nada. Ferreira, nuestro abogado, dice, el testigo que se llevaron después para mantener la causa viva, los testigos que estuvieron ahí, como unas prostitutas que supuestamente allí estuvieron, no aportaron nada. Quedó todo lo que se hizo en nada. Como que Ferreira, mismo en una parte de la sentencia -no en la sentencia esta, sino en una audiencia anterior- como que Ferreira, buscando la verdad apela a cualquier cosa. Como que lo que aporta queda en la nada. Como que no hay nada en concreto. Lo hicieron bien todo el tema de cubrirlo. A la causa la archivaron definitivamente, por falta de mérito, de prueba. Quedó todo ahí.

-¿Eso se los comunicó su abogado Ferreira?

Sí, él nos la pasó por correo electrónico. La leímos, la verdad que es lamentable que algo tan grave haya quedado como que es todo parcial, como que no hubiese pasado nada. No hay un delito, no hay un solo delito, como la omisión de asistencia, por ejemplo, independientemente de la bala. Eso es un tema de una persona que disparó, uno de los 15. Pero independientemente de eso, el resto de delitos como la omisión de asistencia -que estaba enfrente a la comisaría-, falso testimonio, contradicciones de todo tipo, nada se tuvo en cuenta. Nada. No hay una sola, que por lo menos algo que te dé un poco de luz adentro. Una a favor de delito probado, ¿no? Independientemente de que capaz que un falso testimonio no es tan importante, no son cosas tan concretas, pero hay delitos de todo tipo.

-Prácticamente se esperó diez años para encubrirlo, dejarlo impune, ¿porque ahora prescribió el delito?

Sí, por supuesto. Lo llevaron a la prescripción. Yo creo que, al Partido Nacional, la coalición, al impulsar una investigación paralela en lo político, creo que se apuraron para terminar de archivarlo, porque se podía ver algo más. Yo creo que, si hubiese ganado el Frente Amplio, directamente se archivaba.

-¿Para ustedes es un tema político más que un hecho de una falta de tiempo, la prescripción? ¿Es un hecho político que se haya manipulado para encubrirlo?

Creemos que, sin ninguna duda, desde un principio. Es un tema político en el que mi gobierno actuó mal, en este caso porque fue un hecho desafortunado. Actuó mal, y bueno, tuvo que encubrirlo, además. En el 2010 estuvo el tema de la cárcel de Rocha. Entonces Bonomi, muy cuestionado en el Ministerio de él, estuvo 10 años de ministro, y justo otra vez Rocha, dos años después. Con un episodio del mismo Ministerio, la misma línea política, siempre Rocha. La comisaría de Rocha, la jefatura de Rocha… Rocha era el peor lugar del país. De corrupción, de todo. No podía con la jefatura de Rocha, eso nos dijo personalmente a nosotros, ‘yo ya no sé qué hacer con Rocha’. Esa fue la palabra de él, ‘no sé qué hacer con Rocha’, en la reunión. Además, hay otro tema también de la jefatura que es importante. Todas las jefaturas del departamento tienen su manera de ser. Rocha desde que está hace, no sé, 100 años, es como una casta dentro. Es independiente del resto. Se maneja muy diferente. Los que van ingresando arriba, van subiendo, es como que fuera un grupo masón, como que fuera un grupo de amigos, de muchos años. De la salida de la dictadura para acá. Entonces, lo que pasa en Rocha, queda ahí. Es el departamento inmaculado a comparación a otros lados. Uno mira informativos, delitos de todo tipo, contrabando, abigeato. ¿De Rocha qué sale? Nada.

Penalmente archivan la causa de Victor Hernandez 2

-Sobre la comisión investigadora, ¿qué esperan? ¿Qué va a pasar ahora cuando empiece el año?

Ahora sesiona en marzo, y lo que se llevaron ahora, la sentencia del penal -muy desfavorable-, Bianchi nos dijo que ‘esta sentencia nosotros vamos a utilizar como prueba, porque para nosotros esto es una prueba de que se encubrió el hecho’.

-¿Hay esperanzas en ustedes, o han tirado la toalla?

Nosotros seguimos en la lucha. Mientras que haya vida hay esperanza, como se dice. Vamos a esperar qué pasa ahora en marzo. Y la demanda civil está en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Está en el segundo ministro ya de la corte, lo ven tres ministros. Están dos ministros de los tres, y si es dividido, creo que viene un cuarto ministro. Yo creo que, con todo el revuelo político, de que esto es una vergüenza…Y la comisión pidió todo, apuró todo. Todo lo que estaba en la Suprema Corte, en el juzgado de Rocha, penal, primer turno, segundo turno. Eso, pidieron todo. Todo urgente. Para los políticos, para la comisión y para la Suprema Corte.

-¿Cómo estás tú Víctor? Sé que estás trabajando. ¿Cómo va tu parte humana, tu parte de la vida laboral? ¿Estás en un nuevo hogar?

Pasamos por todo lo que pasamos. Perdimos la casa, ahora nos reubicamos acá. Casa nueva, nuevo hogar. Tengo trabajo, pero hasta que no se termine esto, la tranquilidad no la vamos a encontrar.

-¿Dónde estás trabajando?

En el Centro Cultural de La Paloma. Hago de todo, soy operario.

-¿Quién te dio el trabajo? ¿Este gobierno?

Este gobierno, sí. Nosotros fuimos a inaugurar una rotonda en el puerto, siempre llevábamos la pancarta que tenemos ahí y la poníamos. Y un día viene Alejo Umpiérrez (el intendente de Rocha, ndr), se arrima de lejos, y me dice, ‘si yo llego a ganar la intendencia te voy a dar un trabajo’, y me entregó una tarjeta. Dice, ‘¿puedo llamarte?’.Me da la tarjeta. Yo en ningún momento tenía interés de llamarlo. Pasó. Hasta que se comunicó conmigo y me ofreció el trabajo ahí. Yo tenía una pensión de BPS… Ahora me cambio un poco. Hace 8 meses que estoy trabajando. Por cuota de discapacidad.

-¿Te sientes bien Víctor? Creo que ha habido un cambio en tu vida importante también.

Sí, claro. Ha cambiado, sí. Para bien. Pero ya te digo… la tranquilidad… Hasta que no termine esto, siempre tenemos esa incertidumbre, qué va a pasar, qué no va a pasar, la cabeza, es bravo. Llevar el día a día es complicado. Y con buena cara, con buena sonrisa, sabiendo todo lo que hay atrás.La impunidad es impresionante, es tomarte el pelo de la peor manera. Uno nunca tuvo un revanchismo de esto que pasó. Así estuvieran alcoholizados, drogados, no estaban en sus cabales, pasó. Lo nuestro no es la revancha, o ir con mala fe. Todo lo contrario, siempre tuvimos buena fe.

Fotos: Antimafia Dos Mil

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