Las autoridades investigan ahora en el sub mundo narco del barrio Sur montevideano

Una persona ha sido imputada por encubrimiento

Se buscan a más responsables del hecho, que podría tener insospechadas derivaciones

Por Jean Georges Almendras-30 de abril de 2022

Finalmente se aclaró el caso del descuartizado de la rambla Sur de Montevideo, Uruguay, que tuvo en vilo a las autoridades por espacio de varios días. Tras determinarse la identidad del fallecido -Martín Migales, de 44 años, poseedor de un antecedente penal por hurto, en el año 2003- se orientaron las investigaciones y merced a una eficiente labor policial no solo se ubicó el lugar donde se estima lo asesinaron a golpes y puñaladas, descuartizándolo después, sino además, se obtuvieron pruebas irrefutables -imágenes de cámaras de videovigilancia del Ministerio del Interior- del momento en que dos personas llevaban los restos de Migales en un carrito de supermercado a la rambla República Argentina y la calle Paraguay, para arrojarlos a las aguas, en la madrugada del jueves 21 de abril. Horas después en esa zona se concretó el hallazgo del torso del fallecido y en días siguientes, pero en diferentes zonas costeras -de los barrios Punta Carretas y Capurro- de otras partes del cuerpo desmembrado de Migales. Y fue precisamente el hallazgo del brazo lo que permitió levantar huellas dactilares de los dedos de la mano para identificarlo. De ahí en más, los investigadores realizaron una excelente tarea de reconstrucción del perfil de Migales, estableciendo aspectos relacionados con su vida y sus costumbres, sumándose además el muy oportuno chequeo de las grabaciones de las cámaras de vigilancia del Ministerio del Interior, del área circundante al lugar donde se ubicó el torso de la víctima, ya a sabiendas, también, por las pericias forenses, de que esta persona (antes de ser descuartizada) había sido apuñalada reiteradas veces y golpeada brutalmente con objetos contundentes, hasta causarle la muerte. En ese marco, finalmente se pudo observar en los registros gráficos que se revisaron minuciosamente, que Migales había ingresado a una vivienda de la calle Carlos Gardel, pero no se lo pudo ver retirándose del lugar, al tiempo de que se ubicaron imágenes transportando bultos en un carrito de supermercado en dirección a la rambla por la calle Paraguay, en las primeras horas de la madrugada del 21 de abril. Desde ese momento las autoridades pusieron proa a la vivienda donde había ingresado Migales, estableciéndose, además -de acuerdo a tareas de indagación de detectives de la Policía de Montevideo- que ese inmueble oficiaba de boca de venta de drogas desde hace ya bastante tiempo, y que era frecuentado por varias personas, estimándose que Migales era una de ellas.

En las últimas horas personal policial, orden de allanamiento de por medio, ingresó a la vivienda en cuestión y allí se detuvo a un hombre el que fue derivado a la Fiscalía, y allí la Fiscal Adriana Edelman, que entiende en el caso, dispuso sea condenado -en proceso abreviado- por el delito de “encubrimiento” continuándose con las actuaciones.

Está claro, dados los hechos, que el crimen de Martín Migales (un hombre de vida afable, apasionado por el básquetbol -era hincha de Nacional y de Welcome- que antes vivía en un hotel de su padre y recientemente en una vivienda cercana al Palacio Legislativo) fue cometido con saña, y su posterior descuartizamiento, seguramente para deshacerse de la evidencia y evitar que se identifique a la víctima, habría sido dentro de un entorno donde el consumo de drogas y el narcotráfico tuvieron mucho que ver.

La fiscal del caso, doctora Edelman dijo a los medios que el caso tiene aristas muy complejas y que se continuaba trabajando. Esta sobreentendido, a juzgar por sus dichos y por lo que se sabe hasta el momento, que tanto las autoridades como ella misma, como cabeza operante del caso, procurarán ahora definir fehacientemente los móviles que llevaron a cometer semejante atentado contra la vida de Migales.

Descuartizado calle Carlos Gardel 3

Siendo que la persona detenida, aparentemente se habría deslindado del crimen y de la macabra tarea de descuartizar el cuerpo de Migales (de hecho solo fue imputada de encubrimiento) habrá que dilucidar, por ejemplo, dentro de qué contexto de desavenencias relacionadas con la venta de drogas se habría suscitado una fuerte discusión entre Migales y los vendedores de drogas de la boca de la vivienda de Carlos Gardel; también se deberá definir, las circunstancias del mortal ataque, munidos los asesinos de elementos cortantes y contundentes; y finalmente quienes de los presentes se abocaron a la macabra labor de descuartizar la anatomía del fallecido, y quienes fueron los que retiraron las restos desmembrados en bolsas y trapos (dentro de un carrito de supermercado, tal como se pudo apreciar en las imágenes captadas por las cámaras vigilantes del Ministerio del Interior) transportándolos por la calle Paraguay rumbo a la rambla sur en horas nocturnas.

Descuartizado calle Carlos Gardel 4

Es de suponer por el lugar donde se cometió el crimen que el desencadenante de todo ese barbarismo debe haber estado estrechamente relacionado con el sub mundo del narcotráfico. Resta solo determinar los roles de cada uno de los involucrados, incluido quien a la postre sería la víctima. Las autoridades deben estar trabajando para definir los motivos por los cuales Migales se hizo presente en el lugar y qué grado de vinculación tenía con los regentes de la boca de venta de drogas ¿Consumidor exclusivamente? ¿Proveedor?

¿Qué hecho circunstancial llevó al ataque mortal? ¿Una vieja diferencia entre Migales y algunos de los presentes? ¿Una deuda abultada de dinero, por el suministro de droga? ¿MIgales confrontó violentamente con ellos, por ese aspecto u otro no relacionado con el narcotráfico? ¿Migales fue testigo de algo que fue el leiv motiv para darle muerte y procurar hacer desaparecer su cuerpo? ¿Hechos del pasado, de la vida en reclusión de Migales, incidieron en este bárbaro desenlace?

La persona detenida, seguramente guarda férreo silencio, lo que lo convierte en un testigo clave. Hay otras personas en juego, que no han sido ubicadas pero que seguramente ya deben estar bajo la mira de los detectives que trabajaron en un crimen que estuvo a punto de haber quedado impune, literalmente, de no haberse cometido errores, por parte de los asesinos, que no consideraron la presencia de las cámaras de vigilancia policial instaladas en la zona y que no consideraron que más tarde o más temprano los restos humanos arrojados a las aguas del río de la Plata habrían de ser descubiertos, llevando a las autoridades a la identificación inequívoca del fallecido. Tal como ocurrió.

Esto también demuestra el grado de deterioro (psicológico y emocional) de los involucrados en el hecho, que seguramente cegados por la ira descargaron una violencia inusitada sobre Migales, lo que deja en claro también que los motivos de la desavenencia -estimamos circunstancial- fueron, o de tenor estrechamente ligado a un tema personal o a un tema exclusivamente de dinero, o inclusive a la tenencia de droga (cocaína). En el entendido de que se confirme que Migales pudiese haber sido un proveedor o un importante vínculo con narcos que operan en Montevideo o el interior del país, que literalmente se quedó con dinero ajeno, no se descarta que los puntazos que se le infirieron tenían como cometido aporte información de su parte, quizás sobre el paradero de dinero o de droga, hasta ocasionarle la muerte, en lo que se definiría como un ajuste de cuentas, en el argot policial. La decisión de descuartizarlo habría sobrevenido después y su realización tuvo facetas equívocas que felizmente llevaron a la identificación de la víctima, con los resultados conocidos.

Si bien reina hermetismo por parte de la Fiscalía y de las autoridades, en torno a los pasos que se están dando, precisamente en estos momentos, para ubicar más responsables de este hecho, que causó impacto social, y para definir otras facetas sobre lo acontecido, la sola circunstancia de que se relaciona con el narcotráfico, ha despertado honda preocupación de las autoridades al más alto nivel ministerial y del Poder Ejecutivo.

De todas formas, el trágico episodio, hizo y hace parte de una de las páginas más truculentas de la crónica policial de la sociedad uruguaya. Un hecho que aún sin ser novedoso (porque en el pasado se han registrado crímenes de igual tenor, y en ocasiones más tenebrosos aún, y me consta, porque fui cronista policial por casi 30 años en el Uruguay) tiene la particularidad de que se comete en un momento en que la actividad de los narcos locales (e internacionales) se ha intensificado notoriamente en nuestro país y en la región. Por lo tanto este crimen, de acuerdo a cómo se cumplan las investigaciones policiales, podría arrojar más novedades, de hecho más detenidos y podría tener insospechadas derivaciones y ramificaciones.

El consumo de drogas y su venta, en esos ámbitos donde se manejan abultadas sumas de dinero, son inequívocos caldo de cultivo de hechos de esta naturaleza. Las llamadas bocas de venta de drogas, acarrean sobre sus espaldas todo este insano deterioro que van contra la vida misma, ya solo con la venta de sustancias y con el daño que se comete, de esa forma, contra consumidores jóvenes, que forman parte de una sociedad (y un Estado) que no parece darles la protección, ni los recursos necesarios para alejarlos de las adicciones, ni para proporcionarles esperanzas de vida, educación, afecto y estabilidad laboral. Evidentemente, y más allá del hecho que nos ocupa, con sus particularidades criminales, el episodio en su contexto, claramente está evidenciando que como sociedad y como Estado, en algo se está fallando.

Y no es desde ahora, desafortunadamente.

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*Foto de portada: Subrayado / Policía científica trabaja en la vivienda de la calle Carlos Gardel

*Foto 2: Subrayado / Personal de la Prefectura Nacional Naval y policial, retirando los restos humanos el pasado 21 de abril

*Foto 3: Antimafia Dos Mil / Periodistas de ADM en el lugar de la rambla Sur donde se arrojaron los restos de quien en vida fuera Martín Migales