Era director de un medio en el departamento de Córdoba, y había sido amenazado de muerte

Por Jean Georges Almendras-18 de octubre de 2022

La ecuación inevitable, cuando se trata de confrontar al crimen, especialmente en Colombia -desde la trinchera del periodismo comprometido- tiene olor, color y sabor a muerte, una vez más. Fue en la pasada jornada dominical, en el departamento de Córdoba, en el norte del país, cuando el colega y además dirigente comunal Rafael Moreno Garavito fue baleado por sicarios, con el muy amargo saldo de muerte para su persona. Así de un plumazo, en fracción de segundos. Por enésima vez en esas tierras de nuestra sangrada -y sangrante todavía- América Latina, el duro golpe mafioso segó la vida de un trabajador de la prensa, la víctima número tres del año en curso, por esas latitudes.

Lo tenemos que asumir, no hay otra; y esto nos hace redoblar nuestro trabajo, en las redacciones de Antimafia de Sudamérica y de Italia, donde el cada día de todos y cada uno de los redactores, se hace a conciencia; la clara conciencia de entender que nuestra profesión de informar, más bien diría, de señalar con el dedo a quienes -desde la criminalidad organizada, instalada en los estratégicos centros y puestos de poder político y económico- corroen vidas e instituciones democráticas, instalando sobre nosotros estos riesgos lúgubres, inevitables por tener la decisión honrosa de poder ejercer la libertad y el derecho a informar, pensando en el colectivo y no en la gloria individual, o en el protagonismo profesional.

La muerte estuvo, está y estará sobre nuestras cabezas; sobrevolando sobre nuestras redacciones, cómo un ave de ave rapiña funcional a la lógica mafiosa, con la que nos confrontamos en cada escrito, en cada intervención radial o televisiva, en cada conferencia pública, y en las calles de nuestras ciudades, donde ejercemos el periodismo urgente, al decir de nuestro querido escritor ya ausente entre nosotros, Eduardo Galeano.

En Colombia, el mortal ataque de la mafia y del poder, abrazados por antonomasia desde hace ya bastante tiempo, puso proa en esta oportunidad sobre la vida de Rafael Moreno Garavito, director de Voces de Córdoba, un diario local. El colega colombiano, extrañamente se encontraba sin la custodia estatal, siendo que era ya un hombre sentenciado a muerte por la criminalidad, tomando en cuenta las amenazas que hubo recibido con anterioridad.

Dos sicarios tripulando una moto lo abordaron en segundos y portando armas cortas de grueso calibre cumplieron su macabra misión, acabarlo a puro plomo. El colega se hallaba en un local de comida rápida de su propiedad en el barrio “27 de Julio” del municipio Montelíbano.

Moreno Gavito, era además de director del medio periodístico de la región “Voces de Córdoba” un reconocido dirigente comunal del barrio Puerto Libertador, ubicado en el mismo departamento. En los últimos tiempos fue amenazado de muerte, por haber dado a la opinión pública informaciones relacionadas con elementos de la mafia operando en la zona, y esto le dejó como saldo una andanada de amenazas en su contra, que promovieron la intervención de las autoridades asignándole protección policial. No obstante, hace unos dos meses aproximadamente -se ignoran los motivos- la custodia le fue retirada. El resultado fue la muerte. Así de sencillo. Una cosa trajo la otra, como si se tratase de una operación matemática. Al menos así ocurre, en esos lugares del planeta.

Tras la tragedia llovieron repudios inevitables de quienes lo conocían, de organizaciones de prensa que luchan contra esos males y de los mandos policiales, y de las autoridades. Ese inevitable y en ocasiones hipócrita protagonista, de esas situaciones, que mientras a unos los destroza hasta el alma, a otros los lleva por el camino del repudio diplomático, sin mayores intenciones. Pero bueno, eso ya es una constante, con la que se de convivir, inexorablemente, aquí y allá.

Orlando Benítez, gobernador de esa región exigió una exhaustiva investigación para aclarar el crimen e identificar a los autores; la Defensoría del Pueblo otro tanto, anunciando que desde esa entidad se hará un especial seguimiento del caso. En similares términos se expresario jefes policiales locales. Por su parte, voceros de la ONG Cordoberxia afirmaron que Moreno Garavito “adelantaba varias investigaciones con denuncias penales y disciplinarias, de ahí que exigimos la verdad, la justicia, la reparación integral y las garantías de no repetición”.

En medio de este panorama plural, rescatamos como militante y muy bienvenido el pronunciamiento de voceros del medio de prensa en el que Rafael Moreno Garavito trabajaba día a día. Sus colegas de esa trinchera, en las redes difundieron un mensaje por cuanto dramático, por cuanto acusador: “Apagaron por siempre la voz de la verdad”.

Nos sumamos a ese mensaje con rabia, dolor y sed de justicia.

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*Foto de portada: semana.com