Una meteórica carrera que lo lleva al poder

Por Alejandro Diaz-24 de julio de 2022

Paraguayo, piloto, empresario, dirigente de fútbol, político y colorado, expresidente, senador vitalicio, carismático, dinámico, emprendedor, ¿visionario? .“Horacio, cuando tiene un objetivo es un encantador de serpientes”, supo definirlo durante una entrevista con el canal GEN, el senador ‘Kale’ Galaverna, mientras recorría, sin vergüenza, los entretelones de las influencias de la vida política institucional del país. Horacio Cartes es, desde hace por lo menos dos décadas, uno de los principales personajes políticos del Paraguay. Un Paraguay atravesado por la cultura del contrabando y del narcotráfico. Un Paraguay calificado internacionalmente como un Narco Estado.

Galaverna, -quien fue el principal mentor y promotor político de Cartes en sus comienzos, para luego ser relegado cuando el patrón expandió sus horizontes al mundo de la geopolítica-, pita su cigarro en un estudio de televisión, mientras avanza en su relato con la confianza de aquellos que justifican los medios, dejando entrever una cultura distante a la democrática, que en Paraguay se pavonea a la vista de todo el mundo, porque se ha acostumbrado al trato señorial y a la mansedumbre de una población siempre al límite de confundir la resistencia con la supervivencia.

Horacio Cartes ha consolidado un imperio en muy pocos años. Sobrevivió la transición generacional a la salida de la larga dictadura de Alfredo Stroessner, prestando algunos servicios financieros, dentro de la lógica del reciclaje de dinero que suele suceder a la caída de los regímenes políticos. En 1985, cuando la región ya viraba hacia la transición democrática, Cartes, es condenado por estafar al Estado paraguayo por un monto que rondaba los 35 millones de dólares. El delito consistió en que Cartes, a través de la empresa Humaita Turismo (que en realidad funcionaba como una casa de cambios y financiera), compró al Banco Central del Paraguay, dólares a precios preferenciales (por debajo del tipo de cambio oficial), que estaban destinados a los importadores de insumos industriales, para luego venderlos en el mercado paralelo, obteniendo de esta forma cuantiosas ganancias. Cuando saltaron las alertas, Cartes se fugó alternando entre Brasil y los Estados Unidos, país que lo abrazó, en aquel presente, con entusiasmo. Cuando regresó oficialmente al Paraguay –según distintas fuentes ingresaba permanentemente al país de forma ilegal, como cualquier otro ciudadano de frontera-, estuvo preso casi un año de manera preventiva/extorsiva. La causa avanzó por momentos, pero el expresidente logró, luego de varios intentos, que finalmente se firmara el sobreseimiento en el 2008.

Aquellos años, Cartes afirmó su relación con la familia de Darío Messer, quien sería su gran socio, y quien, con el tiempo, le abriría los caminos hacia el juego de la geopolítica. El propio Horacio lo reconocería como su “hermano del alma”. Fueron los padres de Messer quienes protegieron a Horacio los primeros tiempos del exilio. Fue con Messer con quien Horacio expandió sus negocios financieros con la firma Cambios Amambay -fundada tan solo 14 días después de la caída del régimen stronista-, que luego transformaría su fisionomía hasta convertirse, tres años después, en Banco Amambay SA. Muchos años más tarde Darío Messer terminaría siendo investigado y condenado por la justicia brasilera, en el marco del Lava Jato, considerado como uno de los más grandes lavadores de dinero de Latinoamérica. Entre 2011 y 2017, se estima que realizó operaciones por más de 1.600 millones de dólares, a través de una red de más de 3000 cuentas y firmas financieras. Pero para esto aún faltaría mucho tiempo.

A principios de los 90, según denuncia el investigador Chiqui Avalos, Cartes pone a disposición su red financiera para los negocios de Fahd Jamil Georges, quien es conocido históricamente como el ‘capo de la frontera’. Fahd Jamil, quien se entregó a la justicia en 2021, ya siendo un anciano decrepito y enfermo, fue desde la época de la dictadura de Stroessner, y luego durante la “democracia”, desde la presidencia del general Andrés Rodríguez en adelante, uno de los grandes intermediarios del contrabando (narcotráfico incluido), entre las organizaciones criminales del Paraguay y del Brasil. Fahd Jamil, es considerado el autor intelectual del crimen del periodista Santiago Leguizamón.

Este roce con el narcotráfico no sería el único que tocara a Cartes. En el año 2000, la SENAD (secretaria nacional Antidrogas), incautó una avioneta que trasportaba marihuana y cocaína, la cual aterrizó en una estancia de Cartes en Capitán Bado, una de las ciudades fronterizas con el Brasil. Poco después, las autoridades, cambiaron la información sobre la locación y determinaron que, en realidad, la avioneta, había aterrizado en un camino a metros de la estancia de Cartes, con lo cual, el patrón, fue relegado de la investigación.

Cartes siempre supo hacer favores, y como dice ‘Kale’ Galaverna, siempre fue muy generoso a la hora de devolverlos. Servicios y favores, que le permitieron consolidar su lugar en el mundo empresarial. En 1994, fundaría la empresa Tabesa, y comenzaría un rápido copamiento de la industria tabacalera, una de las más rentables del país y al mismo tiempo, uno de los rubros legales más expuestos y entreverados al financiamiento de la criminalidad organizada transnacional y al terrorismo. Portador de un gran carisma, a Cartes, es muy difícil decirle que no: “Es un tipo muy generoso en lo material, 'ipojera' (dadivoso, ndr). Es el rico más raro que conocí en mi vida. Podría ser duro, ser tacaño, pero este es un rico que, sin asco, gasta la plata en post de sus objetivos. Encima tiene el poder, con una justicia sometida, con una Cámara de Diputados que por años fue su marioneta, con un avance fuerte en el Senado. Por la fuerza que tiene, su poder político, su poder económico y fundamentalmente porque cuando se fija un objetivo, es un encantador de serpientes”, sintetizó Galaverna en aquella entrevista.

Lavado el dinero, lavado de cara

Con el cambio de milenio, y ya instaurada la economía de libre-mercado en Latinoamérica, Cartes, siguiendo los pasos de otros grandes empresarios, como Silvio Berlusconi en Italia o Mauricio Macri en Argentina, vuelca su actividad empresarial al mundo del fútbol, otro de los rubros constantemente vinculados al lavado de dinero. El Club Libertad, bajo la presidencia de Horacio Cartes, obtuvo los resultados deportivos más grandes de su historia. La popularidad de Cartes estalló.

En paralelo en el 2004 en Brasil, Cartes, es nombrado dentro de los parámetros de una macro-investigación por lavado de activos llevada adelante por una Comisión Parlamentaria basada en informes de la DEA, la agencia antinarcóticos de los Estados Unidos. Pero las investigaciones no prosperan. Faltarían muchos años para que la justicia brasileña pidiera, en 2019, su extradición en el marco de las investigaciones por lavado de dinero contra Darío Messer.

Las ambiciones de Cartes, no tienen límites, pero como el mismo admitiría, años más tarde, en una entrevista con la conductora Mina Feliciangeli: “Lo que da más poder es la política. Plata tiene cualquiera”. Hacia el 2010, Cartes se suma a las filas del Partido Colorado, la fuerza política más popular del país, históricamente ligada a la dictadura de Stroessner y componente esencial del Narco-Estado paraguayo. De la noche a la mañana, Horacio, se convierte en el principal candidato político para ocupar la presidencia del Paraguay, pese a las acusaciones de la entonces presidenta del Partido Colorado, Lilian Samaniego, quien en julio del 2012 dijo: “Creo que el señor Horacio Cartes tiene la responsabilidad, como precandidato del Partido Colorado, de aclarar las dudas que existen sobre su presunta vinculación con el narcotráfico”.

Desde ninguno de los poderes del Estado, se tomó la decisión política de dar seguimiento serio a estas acusaciones, algo que se repetirá con los años una y otra vez. Sin pruebas las acusaciones quedan solo en rumores. Estos rumores y las disputas por las migajas no alcanzaron para subsanar la crisis política y representativa del Partido Colorado, ni para frenar la trayectoria del tabacalero. En medio de su meteórico ascenso, se produce la ‘Masacre de Curuguaty’, que daría paso al golpe de Estado blando contra el presidente Fernando Lugo, dando muerte a la posibilidad de un giro ideológico en el Estado paraguayo y preparando el terreno para el próximo paso de un gobierno de neto corte neoliberal, antecedente del neocolonialismo.

En el 2013, finalmente, Horacio Cartes asume la presidencia de la República del Paraguay. En el camino quedó la sospechosa muerte del general Lino Oviedo que era candidato a presidente y las vinculaciones directas a un pasado nefasto de la historia paraguaya, que la modernidad sin memoria, sin reparación, pretende dejar atrás. El tabacalero logró lo que su antecesor Osvaldo Domínguez Dibb no alcanzó.

Paraguay y Cartes rumbo al mundo

Durante su gestión como presidente, Paraguay, se consolidará en su modelo agro-narco-exportador, donde las principales compañías alimenticias del mundo (Bunge, Cargill, Dreyfus, Unilever, Nestlé, entre otras), expandirán la franja agrícola-ganadera, a la par del avance de las bandas narcocrimínales del Brasil. Mientras, Horacio expandirá su grupo económico a otros rubros y a otras realidades. Farmacéuticas, cementeras, frigoríficos, incluso combustibles de la mano del grupo chileno Luksic, comenzaran a formar parte del imperio del sueño cartista. “Hacer bien las cosas es rentable”, afirmara el expresidente.

De la mano de Darío Messner, Horacio Cartes entablara muy buenos vínculos con la colectividad hebrea, y en especial, con el entonces primer ministro Benjamín Netanyahu. A raíz de este poderoso vinculo, el Grupo Cartes abrirá una rama dedicada a la tecnología, HC Innovations, que trabajara bajo la órbita de Yissum, que es la compañía “pública” que comercializa las patentes de la Universidad Hebraica de Israel. Comercializar su ciencia a través de empresas públicas es una práctica muy común del Estado israelí, la misma lógica utiliza con Elbit Systems que comercializa para uso civil, los desarrollos tecnológicos de Rafael Advanced Defense Systems, la cual es la compañía que agrupa todo el desarrollo bélico israelí. Entre muchos otros proyectos, algunos vinculados a la salud, HC Innovations, que está dirigida por Martín Admen (uno de los delfines de Cartes), promueve un proyecto educativo, apuntado a niños de hasta tres años que se llama Hippy, desarrollado desde hace décadas por la colectividad hebraica en territorio israelí. Todo esto sin entrar en aparentes conflictos éticos.

En agosto de 2018, Mario Abdo Benítez, el hijo del secretario privado del dictador y genocida Alfredo Stroessner, asumió la presidencia. Desde entonces, una lucha de poder ha resurgido en el Paraguay, entre ciertos sectores históricamente conservadores, como los descendientes del clan Zuccolillo (dueños del multimedio ABC Color) y una casta empresarial de corte neoliberal que busca “insertarse” al mundo.

Ya ocupando su banca como senador vitalicio (un privilegio de impunidad que gozan todos los expresidentes del Paraguay), pero desde la comodidad de su residencia personal, Cartes digita los hilos de la política y de la economía del país y de la región. Simbólico fue el abrazo que se dieron con Mauricio Macri en plena pandemia en julio del 2020, luego de que el exmandatario argentino, en un avión de propiedad de Cartes, violara todas las restricciones sanitarias sin ningún problema, demostrando, ambos, el poder y la impunidad con la que cuentan. Poder que lo otorga la política (o la geopolítica) más allá de los cargos electivos.

“El Paraguay es un país demasiado privilegiado. Me da la impresión de que recibo más gente del exterior que el propio gobierno, con intenciones de invertir acá en Paraguay. Son ellos los que me hacen ver la generosidad y el atractivo de Paraguay, como claramente veo que los paraguayos no nos percatamos del país que tenemos y falta cuidarlo un poquito más”, dijo el, al menos por ahora, intocable y aspirante a emperador.

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*Foto de portada: ultimahora.com / Richart González