Por Antimafia Dos Mil-26 de mayo de 2022

“Conozco a muchos ciudadanos y ciudadanas de bien, dispuestos a poner su talento, su tiempo y sus recursos al servicio del bien común”, afirmó enfáticamente el religioso Adalberto Martínez, quien hoy ocupa el Arzobispado de Asunción. El clérigo dialogó con los periodistas de Ultima Hora, y se refirió sobre la “patria soñada” que alguna vez fue Paraguay, y del riesgo inminente a transformarse en un Narco Estado.

“La acción impune del crimen organizado, que ya ha costado vidas humanas, y sus ramificaciones en sectores de poder económico y político, sobre todo en relación con el narcotráfico y el lavado de dinero, está convirtiendo en pesadilla la patria soñada”,analizó el religioso,teniendo como marco de actualidad, los magnicidios del fiscal Marcelo Pecci y del intendente de Pedro Juan Caballero, José Carlos Acevedo. Así mismo esperanzadoramente dice confiar “en que estamos a tiempo para evitar que el Estado sea cooptado totalmente por el narcotráfico. En este sentido, es urgente iniciar un proceso de diálogo social tendiente a establecer consensos básicos y una concertación de voluntades de los actores políticos y sociales, que permitan articular medidas para vigilar, minimizar y erradicar la influencia del narcotráfico en las estructuras del Estado”.

El clérigo recuerda que desde el 2012, año del golpe de Estado contra Fernando Lugo, viene exigiendo que “La Corte Suprema de Justicia,sus miembros,individualmente y como cuerpo, tienen el deber ético de mostrar a la ciudadanía que están comprometidos a cumplir con su competencia constitucional o, en caso contrario,someterse voluntariamente al juicio de sus responsabilidades”.

Martínez interpela a la ciudadanía, y a la responsabilidad que la ciudadanía tiene al cumplir con su rol democrático. “Exhorto a la ciudadanía que siga con atención no solo el discurso o la propuesta de los que se presentan para acceder a los cargos electivos, sino sobre todo que se fijen en sus acciones, en sus antecedentes en su vida pública y privada, en las posibles fuentes de financiación de su campaña electoral, en los grupos que integran, en las personas de las que se rodean. En definitiva, que se fijen en su conducta, en la coherencia entre lo que dicen y lo que hacen”.

Este discurso, aportado por un miembro importante de la iglesia católica, dista mucho del discurso y el apoyo físico y simbólico que Juan Pablo II hizo a la dictadura de Stroessner en 1988, cuando el pueblo era arrasado por la violación sistematizada de los derechos humanos. También la iglesia, tiene responsabilidad de reescribir la historia. En buena hora llega la condena contra los sistemas de poder, por parte de un obispo, esta vez paraguayo.

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*Foto de portada: Verdad en libertad