Lunes 17 Noviembre 2025
El tribunal insiste con una hipótesis que no encuentra asidero
 
Por Alejandro Diaz-29 de diciembre de 2021

Durante los últimos meses el juez Ercolini, titular del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N° 10 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a instancias del fiscal Eduardo Taiano, tomó declaraciones a 34 agentes de inteligencia vinculados a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), por los hechos que circundan la muerte del fiscal Alberto Nisman, ocurrida el 18 de enero de 2015.

El tribunal corre por detrás de la hipótesis del asesinato, y en este sentido, apoyado en una pericia de la Gendarmería Nacional que supone dos ejecutores materiales, indagan a los agentes para comprobar las sospechas del tribunal. Hasta el momento, por las informaciones que han trascendido a la prensa, ninguno de los agentes o exagentes (algunos ya retirados) puedo aportar testimonios significativos. De todos, dos agentes concentraron más la atención. El primero por vivir en el mismo barrio cerrado que Diego Lagomarsino. El segundo, porque durante aquel día se encontraba en el porteño barrio de Puerto Madero, lugar donde están emplazadas las torres Le Parc, lugar donde vivía Alberto Nisman. Ninguno de los agentes se vinculó al hecho.

“Hallan muerto al fiscal Alberto Nisman”

Aquella mañana Argentina se levantaba convulsionada. El fiscal Alberto Nisman había sido hallado muerto en su domicilio, con un impacto de bala en la cabeza. Rápidamente se estableció una conjetura, que se repetiría una y otra vez durante los meses siguientes: “A Nisman lo mataron”.

Alberto Nisman, era hasta ese entonces el titular de la Unidad Fiscal de Investigación para la Causa AMIA. Una fiscalía creada para cumplir con un único objetivo, esclarecer los hechos vinculados al atentado en modalidad terrorista, ocurrido contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, ubicado sobre la calle Pasteur, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el año 1994.

Nisman fue nombrado al frente de la UFI AMIA por el entonces presidente Néstor Kirchner. Corría el año 2004, y había una clara necesidad de transformar las instituciones, sacarlas de aquellos lugares oscuros en los que habían sido sumergidas. Kirchner puso a disposición de Nisman, al menos en los papeles, todos los archivos clasificados de los servicios de inteligencia del Estado, además de un frondoso presupuesto. Allí Nisman, comenzó una condicionante relación con el jefe de los espías, Jaime Stiusso, quien como venía realizando hasta ese momento, se abocó a sostener la existencia de la llamada ‘pista iraní’. Durante más de diez años, Nisman no logró concretar ningún avance significativo en la causa. Muchos de los familiares de las víctimas del atentado, como Sergio Burstein, estuvieron seducidos por Nisman en un primer momento, para luego lentamente ir concluyendo que la causa, y el fiscal, eran una farsa.

Jaime Stiusso era el numero uno de la SIDE (secretaria de Inteligencia del Estado), quien sería en la práctica el que realizara los informes que el fiscal iría presentando ante el tribunal. Informes que siempre irían en línea con la primera hipótesis que tuvo la investigación, la pista iraní. Una hipótesis del gusto de las embajadas estadounidense e israelí, que constantemente eran visitadas por el fiscal Nisman. Una hipótesis que sobrevivió los despistes del juez Galeano, los reclamos de algunos familiares de víctimas del atentado, y algunos investigadores especializados como Juan José Salinas.

Las migajas de Stiusso, lograron que el tribunal elevara un pedido de captura internacional a Interpol, contra cinco ciudadanos iraníes, lo que se conoce como ‘alertas rojas’. Pero, las leyes iraníes niegan la posibilidad de extraditar a sus ciudadanos, mientras que la legislación argentina no prevé los juicios en ausencia. Esta situación se sostuvo durante años, y mientras el tiempo se dilataba, las expectativas de la ciudadanía de aproximarse a la verdad se evaporaban. Recién en el año 2013, durante el gobierno de Cristina Fernández, y por intermedio del canciller Héctor Timerman, el gobierno argentino y el gobierno iraní, firmaron un memorándum de entendimiento, que habilitaba la posibilidad de que los magistrados argentinos interrogaran a los sospechosos en suelo iraní. Un memorándum que estuvo refrendado por el Congreso argentino, y que luego la justicia catalogaría de inconstitucional.

Este memorándum de entendimiento se transformaría en la obsesión de Nisman, que, influenciado por los servicios de inteligencia, llegó a la conclusión de que ciertos funcionarios del gobierno, incluida la presidenta Fernández, habían organizado una conspiración para forzar la caída de las alertas rojas de Interpol.

Los tiburones olieron sangre, y se abalanzaron sobre la presa. Los titulares no lograron ser tan rimbombantes como las propias declaraciones de Nisman, “Con esta denuncia me llevó puesta a Cristina”. Esta afirmación la declaró ante el tribunal, Diego Lagomarsino, quien era uno de los informáticos que trabajaban para Nisman y que sería una pieza clave en el fatal destino del fiscal.

Nisman presentó una denuncia de más de 300 páginas, donde explicaba, siempre basado en los informes de inteligencia que le proveía Stiusso, la teoría conspirativa sobre las alertas rojas. La denuncia fue rápidamente desestimada por el juez Daniel Rafecas por considerar la “inexistencia de delito”. En primer lugar, el hecho no se consolidó, puesto que el memorándum de entendimiento nunca entró en vigencia, ya que el gobierno iraní no lo validó. En segundo lugar, el propio Ronald Noble, por aquellos días secretario general de Interpol, menos de 24 horas después de las declaraciones de Nisman, negó sus afirmaciones, dejando en claro, que en ningún momento el gobierno argentino, y en particular Timerman, realizaron gestión alguna para dar de baja las alertas rojas. A esto, se sumaron numerosas críticas desde ámbitos académicos, entre ellas la de Eduardo Barcesat, máxima eminencia argentina en Derecho Constitucional, quien dijo que “la denuncia de Nisman es un rejunte de informes de inteligencia”.

El día 19 de enero de 2015, Nisman, debía presentarse ante el Congreso argentino para defender su denuncia. Era el gran momento del fiscal, que según numerosas declaraciones de especialistas presentaba una personalidad ansiosa, ególatra y por sobre toda característica, narcisista. Nisman se preparaba para hacer el ridículo, en vivo y en directo por cadena nacional. El día previo a su fallecimiento tuvo numerosas llamadas telefónicas con representantes políticos, entre los que destaca Patricia Bullrich, el abogado de Stiusso y Diego Lagomarsino. Este último, durante la jornada fue el que le llevó personalmente el arma utilizada en la muerte del fiscal.

Nisman fue encontrado en el baño de su domicilio, semidesnudo, y con un tiro en la cabeza. La primera pericia fue realizada por el cuerpo de peritos de la Policía Federal y el cuerpo médico forense. Estos llegaron a la conclusión de que al momento de la muerte del fiscal se encontraba solo en baño, no presentaba heridas fuera del balazo y el golpe de la caída, ni tampoco había presencia de agentes narcóticos. Dos años más tarde, ya bajo el gobierno de Mauricio Macri, la Gendarmería Nacional realizó una nueva pericia, en base a los elementos recolectados dos años antes. Cabe destacar que no realizaron una autopsia. Los peritos de Gendarmería arribaron a la conclusión de que, al momento del disparo, en el baño había otras dos personas, y que estas habrían forzado a Nisman. Además, consideran que Nisman había sido golpeado y drogado.

El perito forense de prestigio internacional Juan Santos Lovatón, quien revisó ambas pericias a pedido de la defensa de Diego Lagomarsino, dijo durante una entrevista con el diario Página/12, que teniendo en consideración la dispersión de las manchas de sangre, “sería lógico observar manchas de calzado o vacíos por haber pisado el charco o haberse entrometido en las salpicaduras, más todavía tratándose de tres personas como señala la Gendarmería. Pero además existe un patrón de brochazo sobre la puerta, formado al momento de caer Nisman sobre la misma dado que impactó sobre la puerta. Este patrón de brochazo está intacto, si hubieran abierto la puerta (una o más veces), que es lo lógico por la supuesta salida de las tres personas, se notarían más brochazos”.

La muerte de Nisman sigue siendo un interés de sectores que casi siete años después, tienen la fuerza suficiente para sostener lo insostenible. Mientras tanto, la verdad sobre el atentado terrorista a la AMIA continua en sala de espera.

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*Foto de portada: noticias.perfil.com