Viernes 19 Abril 2024

Fuerzas policiales bloquean la marcha organizada por un grupo de asociaciones antimafia

Ver a la policía antidisturbios actuar contra ciudadanos indefensos que se manifiestan en el aniversario de la masacre de Capaci provoca una profunda vergüenza. Lo mismo se siente al ver junto a la hermana del juez asesinado, al presidente de la Región, Renato Schifani, investigado durante mucho tiempo por hechos mafiosos, causa que luego fue archivada, así como al alcalde de Palermo, Roberto Lagalla, que fuera apoyado durante su campaña electoral por Marcello Dell'Utri y Totò Cuffaro, dos hombres condenados por hechos mafiosos (el primero por concurso externo en asociación mafiosa, el segundo por complicidad). Por el contrario, ver a tantos jóvenes, hombres, mujeres, familias enteras con niños, que gritan "Fuera la mafia del Estado" es un hecho que le devuelve el honor a un país herido. Traicionado por esa parte del Estado que no puede soportar que la cuestionen.

Estrago de Capaci la verguenza y el honor 2

Las imágenes de los enfrentamientos cerca del Árbol de Falcone hablan por sí solas, y hablan de personas golpeadas, empujadas y tiradas al suelo. El comunicado de prensa de la policía haría referencia a tres agentes heridos. Las posteriores polémicas surgidas (con versiones contradictorias entre la Jefatura de Policía y los manifestantes) hicieron retroceder las agujas del reloj. Hace treinta años la gente impugnó con fuerza las lágrimas de cocodrilo de un Estado que, después se supo, negociaba con la mafia mientras estallaban las bombas. Hoy llegamos mucho más allá del cocodrilo. Ahora, cualquiera que desempeñe un papel institucional, o se considere "autorizado", independientemente de cualquier conducta o archivo de hechos mafiosos, se siente con derecho a sonreír a las cámaras recordando "el sacrificio de Giovanni Falcone". Para un pueblo que exige verdad y justicia, en cambio, los bastones están siempre preparados. Esto ya no es solo un "circo Barnum", aquí hemos pasado a "El show de terror de Rocky", donde las máscaras de algunos protagonistas revelan la parte más oscura del Estado. Que está harto de las demandas de verdad sobre las masacres y los autores intelectuales externos. Que no puede esperar a cerrarle la boca a quien se obstine en exigir esa verdad.

Estrago de Capaci la verguenza y el honor 3

¿Y qué mejor manera de callar bocas que a través de una especie de represión que recuerda de manera embrionaria a la que ya se vivió en los años 70? Para frenar un movimiento de opinión se empieza con el obstruccionismo, se trata de fomentar divisiones internas, de las amenazas se pasa a las porras y se termina infiltrando algún asesino estatal que se toma la molestia de jugar el juego sucio. El asesinato de Giorgiana Masi fue solo la punta de un iceberg, por no hablar del miembro del Bloque Negro que, durante el G8 en Génova, en el 2001, se bajó silenciosamente de su autobús sin que interviniera ningún agente. "¿Cómo es posible que monitorearan tan obsesivamente a cualquiera que ingresara a la ciudad y no interceptaran al Bloque Negro?", le preguntó Giorgio Bocca a Concita De Gregorio. Quien respondió lacónicamente: "Puedes releer los miles de papeles de los juicios, las decenas de informes, ver las reconstrucciones en video, pero no se encuentra la respuesta a esta pregunta elemental (...). Ahora que han pasado veinte años lo podemos contar. Todo salió como debía salir. La cadena de mando era precisa e implacable. Nadie pasaba desapercibido, todos estaban donde tenían que estar (...). Un niño muerto, ochocientos heridos, miles intoxicados. Daño calculado. Lo importante era dar una señal ejemplar: mostrar quién manda". Sí, mostrar quién es el que manda. También hoy. Tras los trágicos acontecimientos de Génova, el riesgo de revivir momentos similares es sumamente objetivo.

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En el 2008, Giusto Catania fue elegido miembro del Parlamento Europeo (miembro del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica); el 29 de octubre de ese año presentó una pregunta parlamentaria cuyo incipit aún nos hace reflexionar: "En una entrevista concedida al periódico Il Resto del Carlino el 23 de octubre pasado, el expresidente de la República italiana, expresidente del Senado, exprimer ministro y exministro del Interior, así como actual senador vitalicio, Francesco Cossiga, realizó unas declaraciones inquietantes, perfilando una verdadera estrategia antidemocrática y violenta para reprimir el disenso democrático expresado en manifestaciones pacíficas libres". En la entrevista, el exministro del Interior aconsejó a su actual homólogo "hacer lo que yo hice cuando era ministro del Interior'" es decir, "infiltrarse en el movimiento con agentes provocadores" y así dejar que los manifestantes "pongan a espada y fuego la ciudad". Luego dijo que las fuerzas del orden "no deben tener piedad" y "mandar a todos al hospital", "golpearlos y golpear también a los docentes que los fomentan". Gracias a Dios Francesco Cossiga ya no está, pero más allá de los secretos de Estado que se llevó a la tumba, tuvo la osadía de dejar su testamento a quienes pretenden continuar su línea. Lo que evidentemente puede ser bastante funcional para un sistema que pretende mantener su poder. En un momento histórico como este, marcado por las tensiones sociales, el desempleo y una grave inestabilidad, encauzar la ira popular y llevarla a los niveles más extremos puede servir para desestabilizar el contexto social, para seguir manteniendo los esqueletos escondidos en los armarios. Definitivamente no deben salir.

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Y a quién le importa si niños, jóvenes, mujeres o ancianos quedan traumatizados en enfrentamientos con la policía, podrían haberse quedado en casa y no habrían tenido problemas. El mensaje que se transmite por todos los medios es claro: manifestarse puede ser peligroso y, sobre todo, no está permitido disentir. Más bien que hablen los que han sido autorizados, y no seáis demasiado escrupulosos: el más limpio, de todos modos, tiene sarna. Dicho así, parecería que la única solución es la rendición o el exilio. Pero como dijo Pippo Fava: "¿De qué sirve vivir si no se tiene el coraje de luchar?". Para reiterar ese concepto hay un hombre, Riccardo Orioles, que ha hecho suya la valentía de luchar durante décadas, a pesar de la incurable pérdida de su mentor. Su razonamiento es de los que hay que tener en cuenta: "Está de moda estos días burlarse de la antimafia, atacar a los 'profesionales' que 'hacen carrera' en ella (cuando no los matan), aplaudir diligentemente a la falsa antimafia y luchar contra la verdadera. Pero los jóvenes no encajan y los ciudadanos honestos tampoco. Los sicilianos, que llevamos cuarenta años en esta lucha, apoyamos a los jóvenes que con civilidad y valentía honraron a Falcone, a sus hermanos y a todos los que dieron dolor y sangre por la libertad de todos nosotros".

"Debemos organizarnos, mantenernos unidos y avanzar. Falcone no debe ser recordado solo en el día de Falcone, todos los días son buenos para recordar que la antimafia está viva".

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Fotos: Antimafia Duemila / Pietro Calligaris