Tras la detención del asesino, su muerte ensombrece el futuro de la política japonesa

Por Antimafia Duemila-9 de julio de 2022

Shinzo Abe, exprimer ministro de Japón, fue asesinado a tiros durante un acto electoral en la prefectura de Nara.

Después del ataque, Abe, de 67 años, quedó en estado de paro cardiopulmonar y no mostraba signos vitales. Según la policía local, el atacante usó un arma casera para disparar dos veces al exlíder del país japonés antes de ser arrestado en el lugar por el cargo de tentativa de homicidio.

El tirador, identificado como Tetsuya Yamagami, había servido anteriormente en las Fuerzas de Autodefensa japonesas. Después de su arresto, le dijo a la policía que no estaba contento con el político y que por "frustración" intentó matarlo. Después de interrogar al sospechoso, la policía registró su departamento en la prefectura de Nara, donde se encontraron explosivos.

El difunto líder fue el primer ministro con más años de gobierno en la historia de Japón: en 2006 Abe se convirtió en el presidente más joven del país asiático con 52 años, pero al año siguiente tuvo que dimitir a causa de una enfermedad crónica, la colitis ulcerosa. Después de superar la enfermedad, Abe volvió al poder en el 2012 y prometió sacar al país de años de deflación y estancamiento económico con su fórmula "Abenomics", una combinación de estímulo fiscal, flexibilización monetaria y una estrategia de crecimiento que atraería inversiones privadas.

Abe fue una figura sumamente divisiva en la escena institucional japonesa, no solo por sus opciones políticas, sino también desde el punto de vista de su dinastía: su abuelo fue Kishi Nobusuke, un alto funcionario de Mancikuo, el Estado títere creado por el ejército imperial en el norte de China durante la Segunda Guerra Mundial. Debido a su cargo, había sido encarcelado durante la ocupación estadounidense del archipiélago, antes de volver a colaborar con Estados Unidos y convertirse en primer ministro a fines de la década de 1950.

Con sus propuestas para la revisión de la constitución pacifista, con la reforma de la legislación de defensa que amplía los límites para el uso de las fuerzas armadas, con sus propuestas sobre la duplicación del gasto militar, Abe se ha ganado repetidamente la reputación de belicista.

A los ojos de una parte de la población japonesa, Abe encarnó el redescubrimiento del militarismo, de las iniciativas imperiales y conservadoras de la nación.

Basta decir que, tras la invasión de Ucrania, el ex primer ministro había sugerido que Japón permitiera a Estados Unidos introducir armas nucleares en su territorio.

No es casualidad que, a pesar de su fuerte compromiso con los círculos políticos de la derecha japonesa, Abe nunca haya podido aprobar su propia reforma de la Constitución que preveía en particular una reforma del artículo 9, el cual compromete a Tokio a renunciar para siempre al derecho a la beligerancia y al mantenimiento del potencial bélico militar.

La muerte podría cambiarlo todo: Kishida, líder del PLD (Partido Liberal Democrático), el partido de gobierno que Abe lideró durante muchos años, pudo ver fortalecida su apuesta en tal sentido, para honrar un legado político inacabado.

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*Foto de portada: Captura de video

*Video de portada: National Post