¿Cuándo, por el amor de Dios, nos vamos a enfrentar al lobby de las armas?, dijo Biden
 
Por Antimafia Dos Mil-26 de mayo de 2022

Estados Unidos nuevamente conmocionada por otra masacre en su territorio. Esta vez fue en el Estado de Texas, uno de los puntos más conservadores del país, gobernado históricamente por los máximos promotores fundamentalistas de la industria armamentista y de la política exterior belicista del imperio. 

En horas del mediodía, del pasado martes, un joven de 18 años irrumpió la realidad de un colegio de educación primaria, en la localidad de Uvalde, a unos 100 km de San Antonio. Fuertemente armado, ingresó a un aula repleta de niños y disparó a mansalva contra todo lo que se movía. Incomprensible. 

Hasta el momento, el número de víctimas llega a 21, entre las que se encuentran 19 niñas y niños, y dos maestras.

El joven, que fue abatido por las fuerzas de seguridad, fue identificado como Salvador Ramos, quien había cumplido 18 años el pasado 16 de mayo. Inmediatamente ese mismo día, siendo ya mayor de edad, compró, de manera legal, dos rifles semiautomáticos AR-15 -similares a los M16 que utilizan los marines norteamericanos contra las poblaciones en el exterior-, y más de 300 municiones. Durante los siguientes días realizó, a través de las redes sociales, una serie de posteos y envió mensajes, con fotos de las armas y comentarios alertantes, según trascendidos de prensa. 

El día de la masacre, Ramos, salió temprano de la casa de su abuela, donde se estaba hospedando desde hacía un tiempo, luego de haber discutido con sus padres. Antes de abandonar el lugar, disparó contra la anciana, quien sobrevivió y logró dar alerta a las autoridades. El joven, se subió a una camioneta que manejaba regularmente y partió aceleradamente rumbo a la escuela primaria de Robb. Al llegar al lugar dejó abandonada la camioneta en una banquina y se precipitó de forma acelerada hacia el edificio educativo. Varias personas lo vieron, pero no pudieron interceptarlo. Fuertemente armado y con un chaleco antibalas, ingreso al establecimiento hasta que se acuarteló dentro de un salón de clases, y ahí, despiadadamente abrió fuego. 

Estuvo atrincherado en el lugar poco más de 30 minutos, hasta que finalmente un agente de seguridad, cuyo cargo aún no trascendió a los medios, le disparó en la cabeza dándole muerte instantánea. 

El presidente Joe Biden, durante una conferencia de prensa luego de la masacre, expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas y la ciudadanía en general. Inexplicablemente cuestionó: "¿Cuándo, por el amor de Dios, nos vamos a enfrentar al lobby de las armas? (...) La idea de que un chico de 18 años pueda entrar una tienda y comprar dos fusiles de asalto, está mal. En nombre de Dios, ¿para qué puede alguien necesitar un arma si no es para asesinar a alguien más?”, como si la responsabilidad fuera de otra persona. Como si esas mismas armas no fueran disparadas a diario en México, en Colombia, o en las favelas de Río de Janeiro. La sangre de millones de vidas, niños, niñas, hombres, mujeres, pero por sobre todas las cosas, jóvenes, son una consecuencia directa de la política de armas de los Estados Unidos, y de la política de militarización que imponen en el extranjero, en particular en sus patios traseros.

¿Terrorismo? ¿Fundamentalismo? No, dentro de la frontera de los Estados Unidos, una masacre se llama "lobby de las armas".

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*Foto de portada: Unsplash