Aquí están las verdaderas razones de la sucia guerra ruso-ucraniana
 
Por Giorgio Bongiovanni-27 de abril de 2022

"Esta es una guerra que se viene preparando desde hace tiempo con grandes inversiones y comercio de armas".

Hizo falta un líder espiritual como el Papa Francisco, padre del cristianismo, para hacer comprender a aquellos que no tienen buen oído y sensibilidad cuál es la verdadera naturaleza de la trágica guerra en Ucrania. Cuáles son las causas. Cuáles son los movimientos que se implementarán con extrema urgencia para salvaguardar al mundo, tal como lo conocemos, con una guerra atómica a la vuelta de la esquina, lista para estallar en Europa. Nos guste o no, ningún jefe de Estado, primer ministro, ministro o embajador de ninguna nación está trabajando seriamente por la paz ni ha dicho nunca la verdad sobre el conflicto actual entre Rusia y Ucrania. Hay quienes a conciencia desvían la narrativa y la opinión pública con mentiras, porque están directamente involucrados, con intereses específicos, en el conflicto en curso. Y hay quienes, en cambio, prefieren seguir a este último, haciendo genuflexiones ante determinados deseos. El escenario, de esta forma, sólo puede ser inquietante, no hay escapatoria, no hay alternativa a la política belicista que conduce a toda velocidad hacia una "tercera guerra mundial". Un escenario que, si hace años, era incluso motivo de escarnio en quienes, preocupados, lo evocaban -y por eso muchos deberían disculparse con Giulietto Chiesa- hoy corre grave riesgo de convertirse en realidad.

Es por eso que las palabras del Papa Francisco son como brotes vigorosos que rompen el cemento de la complacencia y de la mentalidad beligerante, chata y suicida de las superpotencias. "Callad las armas", es la advertencia que el Papa Francisco lanza desde hace más de un mes, pidiendo "abolir las guerras antes de que las guerras borren al hombre de la historia". El pontífice ha defendido la paz, y lo hace desde antes de que las tropas rusas invadieran Ucrania. E identificó la génesis de las hostilidades en la fuente. "Lo que está en marcha -dijo a más de mil millones de fieles, y no sólo a ellos- es una guerra con dos causas: el 'infantilismo' (cita de Giorgio La Pira) de algunos poderosos (clara referencia a Vladimir Putin) tristemente encerrados en reclamos anacrónicos de intereses nacionalistas y grandes inversiones y negocios de armas". El tema del nazi-fascismo que prevalece en Ucrania, la política expansiva hacia el este de la OTAN y la autodefensa de Moscú, legítima o no, son todos problemas reales. Pero son -si podemos definirlos así- una guarnición. La madre de los conflictos es siempre la ligada a los grandes mercados y traficantes de armas, a las multinacionales de armamento. Un proyecto conjunto de varios lobbies y personajes poderosos, hijos e hijas de un sistema económico y militar dominado por el capitalismo salvaje y las oligarquías económicas, políticas, financieras y militares. El negocio de la guerra es la verdadera razón de la guerra misma; en Ucrania, como en el resto del mundo. Este infame negocio es el principal reflejo del capitalismo desenfrenado: para recolectar gigantescas ganancias, los señores de la guerra, algunos de los cuales forman parte de la élite de 2.153 acumuladores mundiales que poseen más riqueza que 4.600 millones de personas (datos de OXFAM), necesitan un enemigo para luchar o un amigo para defender. Necesitan una guerra en la que invertir. Es la lógica básica del mercado de oferta y demanda. Por eso los conflictos estallan periódicamente y por eso el mercado de armas nunca ha conocido crisis en la historia y, probablemente, nunca las conocerá.

Las empresas de armas de fuego florecen en la bolsa de valores

En este sentido, según los datos disponibles en la base de datos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en la década de 2010 a 2020, al examinar los resultados de las Top 100 empresas seleccionadas en el ranking del instituto, la industria bélica facturó alrededor de cinco billones de dólares. Una cantidad significativa y claramente creciente, anticipando también lo que habría sido la dinámica internacional resultante del conflicto ruso-ucraniano, con el refuerzo de armamentos discutido en varios países de la Unión Europea – entre ellos Italia -con el tan discutido aumento del gasto militar al 2% del PIB. En los últimos 10 años, las naciones más involucradas en la industria armamentística (siempre teniendo en cuenta la muestra de las Top 100 empresas del ranking SIPRI), tienen a Estados Unidos a la cabeza, con cerca de tres billones de dólares gastados en diez años- más de la mitad de toda la muestra de la industria. Reino Unido y China le siguen en un hipotético podio. Rusia está un poco atrás. Italia está en cambio en el sexto lugar. En este sentido, también hay que precisar, según se puede leer en los análisis del instituto, que las exportaciones de armas italianas representaron el 3,1% del total mundial en el periodo 2017-2021 y fueron un 16% más que en el 2012-2016. Sin embargo, ahora que se viene desarrollando una guerra entre Rusia y Ucrania durante más de 40 días, las acciones de la industria bélica y la seguridad cibernética están experimentando un verdadero repunte, a pesar de la caída de los principales índices bursátiles. El empuje alcista en los precios de las empresas activas en el sector de defensa está impulsado principalmente por los compromisos económicos y políticos que están tomando Europa y Estados Unidos en estos días tan agitados. En Estados Unidos, Biden pidió al Congreso 10.000 millones para la emergencia en Ucrania, pero la mitad iría al Pentágono para reforzar las defensas del país. En Alemania, el canciller alemán Olaf Scholz ha prometido aumentar el gasto militar del país en 100 mil millones de euros este año, con nuevos incrementos a partir de entonces en los próximos años. Este es un movimiento histórico, ya que la principal economía de Europa resistió durante mucho tiempo antes de aumentar su gasto militar. A los anuncios sobre nuevas inversiones públicas en gasto de defensa se suman las decisiones de varias naciones de enviar armas y activos militares a Ucrania y a las fronteras orientales de la OTAN. Berlín está suministrando a Ucrania 1.000 armas antitanque y 500 misiles Stinger tierra-aire. Francia, Países Bajos, Bélgica, Lituania, Polonia, EEUU, Gran Bretaña y Turquía también están enviando o enviarán material de defensa y ofensivo, incluidos drones militares que, sin duda, solo encenderán y alargarán aún más el conflicto. Y no se puede excluir que en todo esto los jefes mafiosos y los oligarcas con olor a mafia, en particular los rusos con los que Vladimir Putin ha pactado, no estén haciendo ni vayan a hacer negocios con las milicias actualmente en el campo: separatistas prorrusos, chechenos e incluso ucranianos. No sería un escándalo descubrir que grandes lotes de armas o municiones de la mafia rusa cercana a Putin, sus políticos y oligarcas, son compradas o utilizadas por algunas de estas facciones. Pero volviendo a los grandes mercados, como decíamos, el de Ucrania supuso una auténtica bendición para las principales empresas productoras de armamento del mundo. Para dar solo algunos ejemplos: las acciones de las empresas estadounidenses "Raytheon", que produce los misiles Stinger y "Lockheed Martin", la principal empresa de armamentos del mundo con 400 oficinas en el planeta, que produce los misiles antitanques Javelin, además de haber patentado los F-35 han crecido desde la invasión, en un 16 y un 3 por ciento respectivamente, mientras que el S&P500 en general ha caído un 1 por ciento. Además de vender armas a los beligerantes, las industrias del sector se están beneficiando del anunciado aumento del gasto militar en otros países. De hecho, la cifra sugiere que se esperaba que el sector de las armas creciera un 7 por ciento en 2022 a principios de enero de este año.

Una guerra que para muchos resulta tentadora, por tanto, y que, al menos de momento, no parece querer acabar con ella. "Debemos estar preparados para una larga confrontación", dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hace apenas unas semanas, al anunciar una militarización masiva de los países de la OTAN fronterizos con la Federación Rusa. "La guerra puede durar meses, incluso años", dijo.

Italia hipócrita y belicista

Nuestro país no se diferencia en nada de otras potencias occidentales con respecto a la actual guerra en Ucrania. Italia adhirió de inmediato a las directivas de la OTAN y de Estados Unidos que pretenden aplastar a Putin alimentando la resistencia ucraniana y aplicando sanciones ciegas a Moscú, que ahora se han convertido en una panacea para todos los conflictos. Una política que hasta ahora no está dando ningún resultado, y que nunca lo hará, tal como el profesor Alessandro Orsini, una de las mentes más brillantes y preparadas que ha tenido nuestro país, denunció durante semanas, prontamente silenciado y deslegitimado. Respondiendo "sí señor" a los dictados de Estados Unidos, Mario Draghi, tras haber aprobado sanciones en armonía con la UE a Rusia, ha cumplido con la directiva de la OTAN de aumentar significativamente el gasto militar de cada país adherido a la Alianza Atlántica y a principios del mes pasado se presentó a la Cámara y al Senado pidiendo a sus diputados y senadores aprobar una maniobra destinada a enviar armas a un país en guerra. El decreto ucraniano presentado por el primer ministro recibió 244 votos a favor, 13 en contra y 3 abstenciones. En la práctica, todo el Senado ha decidido llevar al país a la guerra, sin consentimiento popular (solo el 40% de los italianos está de acuerdo con el envío de armas a Kiev), en total violación del art. 11 de la Constitución que debería haber recordado a la cloaca de los apoltronados del "gobierno de los mejores" que Italia es un país que "repudia la guerra como medio para resolver disputas internacionales". Se trata de una "opción sin precedentes", como la definió Draghi, pero también sin lógica alguna, en cuanto el decreto prevé el aumento en el gasto militar italiano de hasta el 2 por ciento del PIB, es decir de los actuales 25 mil millones de euros por año a alrededor de 40 mil millones dentro de 2 años. Entonces, se habla de armas a comprar y de ejércitos a reforzar, pero no se sabe a quién se va a combatir después del 2024, cuando es posible que la guerra en Ucrania, para la que ya hemos enviado armas, aunque no sabemos a quién llegaron, ya esté terminada. Y no solo eso. Por si fuera poco, Italia ha decidido recientemente participar en el programa de la UE para el envío de fondos adicionales (unos 500 millones de euros) a la Ucrania de Volodymyr Zelensky, que se sumarán a los mil millones ya asignados entre febrero y marzo para el EPF (European Peace Facility), el fondo europeo para la "paz". Nuestro programa se adhiere al 12,5% del total y esto supone, según datos del observatorio Milex, que Italia ya está contribuyendo a la financiación de la operación de apoyo bélico a Ucrania, con unos 125 millones de euros. Este gasto ascendería a unos 187,5 millones de euros con el trance adicional de 500 millones de euros. De este modo sonríen sardónicos también los señores de la guerra en Italia de los que, junto a las empresas internacionales, el gobierno sacará lotes de armamentos para comprar, con dinero de los contribuyentes, para destinarlos a los hombres de Zelensky. Leonardo Finmeccanica, primera empresa en Europa en la industria bélica (después del Brexit del gigante inglés BAE Systems) y con una capitalización de 4.600 millones de euros, líder en la producción de aviones y componentes aeronáuticos a nivel internacional, desde el inicio del conflicto, tanto en el sector de la defensa como en el comercial, ha ganado en bolsa alrededor del 15%, impulsada por las decisiones del gobierno de Draghi de enviar armas a Ucrania. Italia y las empresas militares italianas también podrían ser consultadas con respecto a la compra y venta de municiones, de las cuales nuestro país es un productor histórico, basta recordar la empresa "Fiocchi Munizioni", la empresa de municiones más grande y antigua de Italia que, sin embargo, no parece estar involucrada en asuntos de guerra en Ucrania. En cualquier caso, de todo esto -del esfuerzo económico italiano por el conflicto en Ucrania, de las armas "MADE IN ITALY" utilizadas para matar, del incumplimiento de la Constitución, de la apatía política, de la nociva y peligrosa pertenencia de la OTAN, de la estrategia de quiebra de Occidente que podría conducir a un grave conflicto nuclear- los italianos parecen encogerse de hombros y dar la espalda. Sin embargo, habría mucho de lo que indignarse, empezando precisamente por el gasto militar, millones y millones de euros que terminarán alimentando a una guerra ya sangrienta con 1793 civiles muertos (datos de la ONU) y más de 4 millones de refugiados, mientras un italiano de cada diez está en el umbral de la pobreza, la salud está hecha pedazos, al igual que el sistema escolar y los jóvenes, los que no están obligados a alternar escuela-trabajo donde varios han perdido la vida en obras de construcción, prefieren probar suerte en el extranjero. La verdad es que somos un pueblo buey, esclavo de las voluntades atlantistas y de las lógicas políticas y económicas, que pagamos impuestos a un Estado poco fiel a los dictados de la Constitución y a los valores en ella contenidos sin el menor sentimiento de indignación, sin participación política. La misma participación de la que habló Antonio Gramsci en "Odio a los indiferentes" donde calificó a la indiferencia como "el peso muerto" que opera "poderosamente en la historia".

Para concluir: es noticia de ayer que el gasto militar en el mundo, como certifica el informe del SIPRI, ha superado por primera vez en la historia el estratosférico umbral de los 2 billones de dólares. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, el gasto mundial en defensa en 2021 fue de 2.113 millones de dólares, un aumento del 0,7 % en términos reales y del 6,1 % en términos monetarios respecto al año pasado. Una cifra muy superior a todo el Producto Interior Bruto italiano.

Si tan solo estas gigantescas sumas para la venta de armas y equipos se invirtieran de otra manera, por ejemplo, en salud, medio ambiente y educación, seríamos capaces, como sigue repitiendo el Papa Francisco, de vencer las hambrunas, el hambre en el mundo, el analfabetismo y salvar de su declive climático a todo el planeta. Pero esto no sucederá porque la humanidad, la sociedad global de hoy, es egoísta y codiciosa. Hace apenas unos días, más de dos mil millones de cristianos celebraron la Santa Pascua, el día en que Jesucristo, condenado a la crucifixión por el pueblo que prefirió salvar a Barrabás, resucitó al mundo. "Ama a tu prójimo como a ti mismo y no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti", repetía Cristo a sus discípulos. Una enseñanza que el hombre, después de dos mil años, ha olvidado.

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*Foto de portada: Antimafia Duemila