La verdad no conoce la misericordia. No son palabras nuestras

Por Saverio Lodato-25 de marzo de 2022

Las dijo el polaco Martin Pollack, en su espléndido libro "Paisajes Contaminados" (Editorial Keller) -un escalofriante mapa de dos siglos de horror europeo- en el que va en busca de fosas comunes, deliberadamente no identificadas, escondidas, sustraídas, desaparecidas en el aire durante décadas y décadas, porque los verdugos de todos los colores nunca han amado la publicidad. Pero la verdad, de hecho, no conoce la misericordia, y los fantasmas, tarde o temprano, emergen. Un día, de algún mañana, no sabemos exactamente cuándo, los fantasmas de hoy también aparecerán. En resumen, uno no puede prescindir de la memoria, dice Pollack. Por el honor de los muertos, en primer lugar. Pero también para que los vivos puedan tener la conciencia un poco más limpia.

Si así son las cosas, entonces quizás sería bueno que cada uno haga su parte en estos días, sin ampararse en la misericordia.

Y muchos, demasiados, de los programas de televisión sobre la guerra en estas horas, muchos comentaristas que despotrican o retroceden, muchos periódicos y muchos autores de los titulares de primera plana anunciados orgullosamente en los quioscos de televisión nocturnos, en rigor no merecen misericordia. ¿A qué nos referimos?

Lo decimos de inmediato.

Se ha desatado, y sube de tono, la cacería de "prorrusos", de "amigos de Putin", de "enemigos de la OTAN", de "enemigos de Occidente", dando a entender que quien piensa demasiado, quien formula preguntas en lugar de acuñar lemas, quien invoca el fin del conflicto y la negociación entre las partes, la paz en lugar de la carrera armamentista, no hace más que apoyar la barbarie de la invasión de Ucrania. Se producen incidentes mediáticos alrededor del nombre de este profesor o de esta profesora, cuando alguien los invita en horario de máxima audiencia y ellos no se presentan en uniforme oficial, con casco, chaleco antibalas y fusil de madera.

Pero como dice el viejo refrán, el diablo hace las ollas, pero no las tapas. Y he aquí que el Papa Francisco irrumpe en la escena.

¿Qué le está pasando al Santo Padre? ¿También es amigo de Putin? ¿Es prorruso? ¿Es enemigo de Occidente? ¿Quiere que los ucranianos se rindan? ¿Quiere que los ucranianos sigan muriendo? ¿No se da cuenta de que los mongoles están a las puertas de Europa?

El Papa Francisco dijo: "Me avergoncé cuando leí que un grupo de Estados se comprometió a gastar el 2% en la compra de armas como respuesta a lo que está sucediendo. ¡Es una locura!". Y agregó: "Hoy es evidente que la buena política no puede venir de la cultura del poder entendida como dominación y opresión…". ¿La prueba? Es "la guerra vergonzosa que estamos presenciando".

Y nuevamente: "La verdadera respuesta no son otras armas, otras sanciones, otras alianzas político-militares, sino otro enfoque, una forma diferente de gobernar un mundo ahora globalizado, y de entablar relaciones internacionales sin mostrar los dientes. El modelo de la cura ya lo tenemos, gracias a Dios, pero lamentablemente sigue sujeto al del poder económico-tecnocrático-militar".

Y siguió diciendo: "El problema de fondo es el mismo: seguimos gobernando el mundo como un tablero de ajedrez… Las guerras regionales nunca han faltado; por eso dije que estábamos en la tercera guerra mundial en pedazos, un poco en todas partes".

¿Acaso el Papa se está comiendo la cabeza?

Según los informativos de la Rai, que lo han censurado en repetidas ocasiones (y de ahí la habitual trifulca en estos casos) parecería que sí. A decir verdad, las otras grandes cadenas privadas de televisión también han preferido hacer oídos sordos.

Pero en cambio, en nuestra opinión, parece que el Papa Francisco se ha unido al pequeño club de los que están convencidos de que la verdad no conoce la misericordia.

En definitiva ¿no les parece que el Papa está diciendo palabras justas y sabias, que se pueden compartir y suscribir incluso en horario de máxima audiencia?

¿O debemos involucrarnos, por reclutamiento obligatorio, en la narrativa y el ejército de Mario Draghi, Boris Johnson y Joe Biden? Y tiene sentido exhibir la propia musculatura, química o nuclear, precediéndola con la advertencia: "Rusia, ten cuidado con lo que haces. Porque nosotros también tenemos los atributos".

¿Y por qué hablamos del diablo, de ollas y de tapas?

Porque ahora, incluso en el mundo político italiano, parece que algo se empieza a mover. El Papa avergüenza. El Papa es incómodo. El Papa es difícil de ocultar. Más difícil aún es volverlo invisible. Y los locos servidores de la OTAN y el lobby de las armas lo entienden por sí solos.

Así que no estaría mal que, en horario de máxima audiencia, junto a los analistas de guerra de videojuegos -y casualmente recordamos a algunos de ellos desde la guerra de Irak- se invitara a un cura, a una monja o a un predicador de buenas palabras.

Seguimos siendo el país que vio nacer a San Francisco, que era capaz de predicar hasta a los pájaros.

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*Foto de portada: Foto © Imagoeconomica