Dentro del ámbito periodístico es la tercera víctima de la mafia mexicana en el mes de enero

Por Jean Georges Almendras-25 de enero de 2022

Lacerante fue la noticia de las últimas horas. La noticia que está dando vuelta el mundo. La noticia ya cotidiana, en México. La noticia de otra periodista asesinada a balazos. La colega se llamaba Lourdes Maldonado, y su vida se apagó en Tijuana. Y lo peor de todo esto, que en sí mismo nos pone ya al borde de la conmoción, es que ella -al menos así lo ha dicho el periodismo local- había hecho público sus temores -sobre el riesgo que corría- en oportunidad de una conferencia de prensa -en el 2019- en la que le había dicho, nada menos que al presidente López Obrador, que temía por su vida. Así de una. Y después, dos años después, sus temores se cumplieron dramáticamente. Nada se pudo hacer por ella. Nada. Solo ahora, recordarla, llorarla y admitir, que el Estado mexicano (el gobierno, más bien) es definitivamente un gobierno inoperante e inocuo, a la hora de preservar al periodismo libre, del furor mafioso. Una realidad, que no por ya conocida, nos resulta dañosa para el alma y para la inteligencia humana. Y lo que es más, nos resulta -además de lacerante como lo digo al comienzo- extremadamente impactante, por la carga de malignidad que posee, especialmente porque visibiliza -con crudeza inigualable- que los mecanismos del aparato estatal, en esta materia, han sido literalmente fagocitados por la criminalidad instalada en las instituciones de seguridad del gobierno de turno y que además, la hipocresía que se destila desde filas gubernamentales, la hace cómplice de las mafias que opera y siembra de cadáveres de periodistas, las calles y las plazas de no pocos Estados de México. Tétrico. Muy tétrico.

En lo que atañe al caso de la colega Lourdes Maldonado podemos decir que el atentado lo sufrió este domingo último en la ciudad de Tijuana, en el estado fronterizo de Baja California. Su cuerpo fue hallado en el interior de su auto, con un disparo en la sien.

Acusando recibo de las amenazas, en aquel 2019, la periodista estuvo bajo un mecanismo de protección que brinda la Secretaría de Gobernación, pero (¡oh! Detalle) bajo ese régimen no contaba con una guardia permanente, tal lo reseñado por las agencias de noticias al informar sobre su muerte.

También se ha consignado, que hasta el momento de redactarse estas líneas, las autoridades policiales y de la Fiscalía -que tienen entre manos la investigación de su caso- no han concretado avances, y en definitiva no hay ni siquiera sospechosos detenidos. Es decir, que el caso está, como se dice en crónica policial, a fojas cero. ¿Y así quedará, como ya es norma, cuando se trata de asesinatos de periodistas? Mal que nos pese, todo apunta a ese destino, que ya es moneda corriente.

No obstante, en las últimas horas de la pasada jornada, desde el Palacio Nacional, es decir el propio López Obrador llegó a decir que garantizaba desde su investidura la investigación del asesinato de Lourdes Maldonado: “Duele mucho lo que pasó en Tijuana, vamos a llevar a cabo toda la investigación".

Refiriéndose a las expresiones de la colega, en el 2019, el presidente López Obrador fue categórico (o insensible, según cómo se lo mire). Afirmó que no se puede “en automático” vincular una demanda de neto corte laboral a un crimen.

“Hay que ver el móvil -agregó el presidente mexicano- Si hay vinculación con la denuncia de tipo laboral y ver quiénes son los responsables. Verlo con mucha responsabilidad, aunque sea redundante, quienes fueron, si hay autores intelectuales, quiénes son los autores materiales”

Las informaciones procedentes de México aluden al hecho en el que la hoy extinta periodista le planteó al presidente una situación de conflicto que la mantenía enfrentada con un ex gobernador Baja California.

Los periodistas mexicanos en sus crónicas se explayaron en lo que concierne a las palabras de Lourdes Maldonado dirigidas a López Obrador en aquella oportunidad. Palabras que hoy trascribimos, porque, de hecho -entendemos- que quizás por allí deberían comenzarse a tejer las líneas de la investigación, si es que se quiere llegar a buen término, por supuesto.

“Vengo también aquí -le había dicho Maldonado al presidente- para pedirle apoyo, ayuda y justicia laboral, porque hasta temo por mi vida, porque se trata de un pleito que tengo seis años con él (…). Lo hago porque se trata de su senador con licencia, de su coordinador de delegaciones y su candidato, próximo candidato a la gubernatura de Baja California, Jaime Bonilla, por eso estoy aquí pidiendo su apoyo”

Cabe consignar, tal como se ha informado en México a propósito de lo ocurrido con la periodista, que recientemente ella le ganó un conflicto laboral a Bonilla, para quien en otro tiempo trabajó en un proyecto de tenor periodístico.

Por último, debemos señalar que el crimen de Lourdes Maldonado, es el tercero del mes de enero que corre, siendo las otras dos víctimas Margarito Martínez Esquivel y José Luis Gamboa Arenas, asesinados, el 17 de enero en Tijuana y el día 10 en el puerto de Veracruz, respectivamente. Oportunamente dimos la información desde estas páginas.

Para tener una idea de los riesgos en el trabajo de la prensa en México -riesgos iguales viven los colegas en Afganistan- el informe de Reporteros Sin Fronteras de diciembre del pasado 2021, es por demás ilustrativo, dramáticamente: solo en México, en los últimos cinco años, han sido asesinados 47 reporteros de diferentes medios de comunicación o independientes.

En conocimiento de esta dolorosa y estremecedora cifra nos emerge una sola pregunta: de estos 47 atentados mortales ¿cuántos han sido resueltos por las autoridades? ¿cuántos permanecen impunes?

Cada vez que tengo que dar la noticia del asesinato de un periodista, la palabra impunidad, me revolotea tendenciosamente. Porque siempre la impunidad, parece ser el ingrediente inequívoco alrededor de estos hechos.

Justo hoy, que se cumplen 25 años del crimen de José Luis Cabezas, en manos de la mafia argentina, me toca escribir de otro crimen, esta vez en México, cometido hace menos de 48 horas.

Solo dolor y tristeza, me queda, en el alma. Y, por si fuera poco, también rabia, porque una vez más la palabra impunidad me sobrevuela como un fantasma, inconfundible.

¿Pero hasta cuándo?

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*Foto de portada: YouTube, Gobierno mexicano