Peritos confirmaron que las víctimas sufrieron abuso sexual
 
Por Andrés Volpe desde Argentina-30 de junio de 2021

La segunda y tercera audiencia contra el sacerdote salteño Rubén Agustín Rosa, trajo novedades y se complica aún más su situación.

Los peritajes fueron elevados por cuatro psicólogos del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) que declararon que no encontraron indicadores de mendacidad en las tres víctimas denunciantes del sacerdote; en contrario, sí pudieron encontrar indicadores de que fueron víctimas de abuso sexual.&ñ

El perito psicólogo del CIF, Víctor Paz, que entrevistó a la víctima Valeria Zarza, a fines de 2017, afirmó no haber encontrado en ella indicadores patológicos ni de que haya mentido.

Relató que la exmonja describió "pormenorizadamente" cómo llegó a la Congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista que había fundado el cura ahora acusado, y detalló también las actividades que realizaba en ese lugar. Zarza le contó que estando en la Congregación hubo situaciones que le empezaron a molestar: “Ella tenía votos de obediencia, ella empezó a manifestarse respecto a situaciones que le parecían injustas”, precisó. Ella le relató que la pasó muy mal y hasta había pensado en quitarse la vida.

El psicólogo dijo que cuando entrevistó a Zarza, ella “trató de mostrar como que no le afectaba” lo que había vivido, pero a pesar de eso encontró que había una ansiedad encubierta y ante esos esfuerzos termina apareciendo la angustia. En ese momento Zarza había salido de la Congregación, eso implicaba un cambio rotundo en su vida, ya que se quedaba sin su soporte y su personalidad "estaba desdibujada", se encontraba buscando un nuevo proyecto de vida, no tenía un sustento económico.

"Todo eso afectaba su psiquismo. No la estaba pasando bien. No aparecen indicadores específicos de abuso sexual, pero destaco que estos pueden aparecer con posterioridad porque ella estaba haciendo una resignificación de hechos que consideraba dañosos". "Aparecían indicadores de maltrato y no tanto de abuso sexual", afirmó.

Además, declaró la psicóloga Carolina Cornejo, que realizó la pericia psicológica a Jonatan Alustiza a fines de 2016. Dijo que el joven “tiene personalidad frágil, vulnerable y dependiente, experimenta sentimientos de inadecuación e inferioridad y profundo temor en relación a figuras masculinas adultas, lo que es compatible con haber vivido situaciones de abuso”. Además, agregó que “Alustiza se sentía dañado, atropellado, invadido, muy herido; esto produjo diferentes episodios depresivos y reactivos a las vivencias de daño, y que él intentaba salir de estas situaciones”.

La psicóloga destacó que el joven intentó quitarse la vida tres veces. Dijo que no presentó indicadores de mendacidad o fabulación. Y remarcó, que ante las situaciones de maltrato, "no todo el mundo se defiende cuando debe, sino cuando su psiquismo se lo permite".

Alustiza contó a la psicóloga que cuando quiso irse de la Congregación por los abusos que había sufrido de parte del sacerdote Nicolás Parma en la iglesia de la ciudad de Puerto Santa Cruz, en la provincia de Santa Cruz, lo enviaron a Salta y debió hablar con Rosa Torino. Este cura no lo dejaba salir del instituto, y hasta le impidió comunicarse con su madre, eso generó en él una crisis e intentó suicidarse, aunque finalmente decidió fugarse. Le contó a la psicóloga que Rosa Torino le decía que no se podía ir, que solo tenía una crisis de vocación, que debía perdonar los abusos y que no iba a ser feliz fuera de ese lugar, y que abusó de él.

Además, Alustiza dijo que había iniciado un tratamiento psicológico. "Hizo referencia a que a todos los jóvenes que estaban conflictuados los derivaban a la licenciada Eleonora Naranjo", afirmó la profesional.

El Tribunal de juicio, compuesto por Maximiliano Troyano, Norma Vera y Roberto Faustino Lezcano, informó al finalizar la audiencia que los denunciantes que están en Buenos Aires y que no pudieron declarar de manera virtual el 25 de junio, lo harán de manera presencial esta semana.

Otro de los principales testimonios del caso fue tomado por la psicóloga Natalia Colombo, del CIF, que entrevistó a Yair Gyurkovits cuando tenía 20 años, dijo que “el joven presenta indicadores de haber sido víctima de violencia sexual”. Contó además que Gyurkovtis proviene de una familia muy religiosa, de varios hermanos, que “no fue muy contenedora, no muy dispuesta a la escucha”.

La profesional describió que no observó indicadores de mendacidad ni de fabulación en el relato del joven, y que tampoco encontró indicadores de “confabulación”. Consideró que el nivel de angustia de Gyurkovits se corresponde con vivencias que fueron avasalladoras en su historia de vida. Asimismo, dijo que manifestó que la violencia sexual fue ejercida por más de una persona contra él.

La psicóloga del CIF María Laura Figueroa fue citada porque entrevistó a este denunciante cuando se desempeñaba en la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual. “En ese momento, (Gyurkovits) tenía 20 años. Se presenta afectado por la situación que estaba atravesando”, indicó. Ella le marcó la necesidad de que iniciara un proceso terapéutico “por lo que había decidido en ese momento, de hacer la denuncia y llevar adelante el proceso penal”.

Ante las preguntas de la fiscala Verónica Simesen de Bielke, Figueroa aseguró que el relato del joven fue “consistente y coherente”. Indicó que para él surgieron situaciones en una relación de asimetría con personas que él idealizaba. “Fue un relato contundente el de ese momento (…). Preguntamos en varias ocasiones lo mismo, de distinta forma para ver si existen contradicciones, inconsistencias, lagunas, y en este caso no hubo contradicciones, el relato fue consistente”, insistió la testigo.

Del otro lado de la vereda, la perita de parte Luciana Herrando, que fue contratada por la defensa, chocó con el testimonio de Alejandra Cornejo sobre Alustiza.

Herrando, estuvo en las mismas entrevistas que Cornejo, y curiosamente, sus informes arribaron a conclusiones diametralmente opuestas, hecho que fue destacado por el juez Lezcano. Su testimonio fue volcado con una voz entrecortada, e hizo largos silencios ante algunas preguntas.

A diferencia de Cornejo, Herrando adujo que el joven denunciante presentaba indicadores de mendacidad y confabulación, y fabulación. Sostuvo que no encontró estrés postraumático. Sin embargo, ante las preguntas acerca de si observó indicadores de abuso sexual, dijo que encontró "posibles abusos sexuales" o "conducta sexuada", que "aparecen en el test de la familia" pero que serían de la primera infancia.

También dijo que Alustiza describió situaciones violentas y traumáticas del cura Parma. Respecto "al señor Rosa, dice en la entrevista que fue invasiva la intervención ordenándole que se desnudara para hacerle una revisación que la debería haber hecho un médico y que si la hubiera hecho un médico no la habría objetado", respondió cuando le preguntaron en relación al sacerdote.

Testimonio de los sacerdotes

Por otro lado, ayer declararon dos sacerdotes que lo habían denunciado ante la justicia canónica por abusos sexuales sufridos cuando estuvieron en la Congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, que dirigía el cura acusado. Uno de ellos también lo involucró en maniobras de fraude al Estado.

A estos testimonios, que exhiben la continuidad de una práctica de perversión por parte del acusado, se acopló ayer el informe de la médica psiquiatra Gabriela Moyano quien realizó la pericia a Rosa Torino y dijo que tiene una personalidad psicopática.

Los dos religiosos no denunciaron a Rosa Torino en la Justicia ordinaria, pero sus testimonios fueron requeridos en esta causa en la que está siendo juzgado.

El sacerdote J. J. por ejemplo contó que estuvo en la Congregación desde sus inicios, ingresó en 1994, cuando tenía 18 años recién cumplidos y permaneció hasta fines de 2009. Aseguró que en ese lugar fue abusado sexualmente por Rosa Torino y que luego no le permitía irse, por lo que tuvo que escapar. Relató, que de noche el cura lo hacía llamar con un superior a su habitación, allí provocaba situaciones de intimidad no consentidas.

Añadió que pudo establecer que el cura acusado tenía como modus operandi apartar a los niños, adolescentes y jóvenes de sus familias. "Me dijo que mis papás eran un obstáculo para seguir a Dios", recordó. Igual que a otras víctimas, Rosa Torino también le dijo que lo tenía que ver como un padre "espiritual".

Con evidente conmoción, el sacerdote testigo dijo que niños, adolescentes y jóvenes estaban en una situación de indefensión frente a los pedidos y órdenes de Rosa Torino, que era su superior. "Él ya nos había destruido en la voluntad, las capacidades", señaló.

El religioso contó asimismo que en la vida cotidiana en la Congregación era una práctica habitual de Rosa Torino "pasar y tocarte la cola". Incluso vio cuando el religioso acusado tocó a la denunciante V.Z., dijo que ella "lloraba, se ponía mal, nadie sabía qué decir, era todo contradictorio, (Rosa Torino) era la voz de Dios. Queríamos ser santos de verdad".

Además, relató que una vez vio a Rosa Torino acostado en la misma cama "con un joven que iba a la parroquia, me llamó mucho la atención. Al otro día le dije" y la excusa fue que el joven "venía a ver tele”.

Bajo el peso de estos testimonios, y el inconsistente aporte de la defensa, se complica cada vez más la situación del sacerdote salteño señalado como parte integrante de una organización narco mexicana. Seguiremos informando.

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*Imagen de portada: Ministerio Público Fiscal Salta