Las arenas movedizas del sistema político parecería que están a punto de tragar, literalmente, al senador del Frente Amplio Charles Carrera (cuya renuncia presentó y aguarda resolución parlamentaria) por el hecho de haber permitido -siendo director de la Secretaría General del Ministerio del Interior en épocas del hoy fallecido Eduardo Bonomi- que un ciudadano rochense ,Víctor Hernández -baleado en La Paloma en el 2012, en un muy confuso hecho que involucraría a personal policial y que permanece impune- pudiera recibir atención médica por un período de tres años en el Hospital Policial, siendo que no hace parte ni directa ni indirectamente de la familia policial. Esta irregularidad, en apariencia de tinte corruptivo -que se hizo mediática masivamente hace unos cuatro o cinco años- desató una verdadera tempestad sobre Carreras quien debió renunciar a su banca en el parlamento, luego que desde la fiscalía se hubo solicitado su desafuero, precisamente para que pueda ser investigado sobre el particular. Víctor Hernández -y a Antimafia Dos Mil le consta, porque seguimos el caso desde hace ya unos años- quedó en silla de ruedas de por vida, por la lesión que le ocasionó el proyectil, con el plus de que nunca fue posible llegarse a una resolución final respecto al autor del disparo; es decir, el hecho quedó penalmente impune a pesar de los denodados esfuerzos de la defensa de Hernández para que se haga justicia; y además, en consecuencia tampoco pudo lograr un resarcimiento civil por lo ocurrido. Lo concerniente a la atención en el Hospital Policial fue un efecto posterior al momento en que Víctor fuera baleado. Solo recién el ante año pasado, es decir bastante tiempo después de lo acontecido -y una vez que se tomó estado público- el caso fue tratado a nivel de una Comisión Parlamentaria a la que fue citado Carreras en el 2023, quien optó por no concurrir a declarar, aduciendo que se trataba de una persecución política carente de fundamento. Hoy, a Carreras, sin duda, y a los hechos me remito, el panorama le resulta ser uno muy distinto al de aquellos días en que se le hubo acercado la citación parlamentaria.
Desde nuestra redacción hemos escrito en múltiples oportunidades sobre el caso de Víctor Hernández: el joven que una noche de mediados de noviembre del 2012 estando en su casa escuchó tiros y salió a la calle preocupado, y en la ocasión, una bala lo alcanzó dejándolo parapléjico de por vida; Víctor vivía en la calle de la Comisaría de La Paloma, muy cercana a la terminal de ómnibus,vale decir frente a la repartición policial y a una casa en donde se realizaba una fiesta de cumpleaños, a la que al parecer asistieron policías de diferente rango, empresarios y mujeres; en la oportunidad, se presume que alguien tomó un arma de fuego e hizo disparos, con los resultados conocidos. Hubo un herido, y nadie salió de la casa a prestar ayuda. Todos en el inmueble pactaron el silencio. Resumiendo: por años, ni una sola persona que participó de esa fiesta fue investigada; los abogados de Víctor Hernández nunca lograron que los múltiples jueces penales que desfilaron por la causa se expidieran, y en consecuencia, tiempo transcurrido mediante, la misma prescribió corriéndose igual suerte en la órbita civil. En paralelo, se suscitó un episodio anómalo que involucró al todavía hoy senador Charles Carrera quien oportunamente haciendo parte de la cúpula del Ministerio del Interior hizo que Víctor Hernández recibiera atención en el Hospital Policial, desde julio de 2013 hasta el 2016, sumándole también la entrega de tickets de alimentación valor 20 mil pesos mensuales por todo ese lapso. Esta situación fue siempre mencionada por Víctor y su hermano Daniel, éste último tenazmente comprometido frontalmente con la denuncia, tanto de ese inusitado hecho de asistencia en el Policial, como del episodio del balazo. Finalmente, tras años de idas y vueltas en la titánica tarea de dar a conocer esta historia por parte de los hermanos, los hechos -a instancias del Senador Jorge Gandini- llegaron al Parlamento en el 2022 y el año pasado se conformó una Comisión especial para aclarar lo acontecido, y en ese marco fue citado Carreras a declarar. El senador en cuestión, de filas partidarias del MPP, nunca se hizo presente ante la Comisión, la que además del caso Hernández, le iba a pedir explicaciones sobre los motivos por los cuales también en el Hospital Policial recibieron atención su ex pareja y la hoy viuda del Ministro de la época Eduardo Bonomi.
Desde el año pasado se fueron dando las circunstancias para que finalmente el caso tomara mayor magnitud y es entonces que en las últimas horas el pedido de desafuero del legislador por parte de la fiscalía desató la tormenta: el senador renunció y el sistema político -en plena campaña electoral- se sacudió, especialmente en tiendas del MPP, y del Frente Amplio, desde donde sus dirigentes opinaron en diferentes tonos. Los unos defendiéndolo, los otros manteniéndose a prudente distancia. Se aguarda ahora que se acepte o no su renuncia de acuerdo a lo establecido por la Constitución de la República. Y esto acontecerá en los próxima semana, estimándose que podría suscitarse un tenso debate en el seno de la Cámara alta.
En ese muy tenso vaivén de opiniones y evaluaciones el mismo hoy ex senador Charles Carrera dijo por ejemplo: “Estoy muy tranquilo con el accionar humanitario desplegado por el Ministerio del Interior de la época, brindando atención sanitaria al señor Víctor Hernández en el Hospital Policial y convencido de que bajo ninguna circunstancia se ha cometido delito”.
La otra campana la tuvo la familia Hernández, la que siempre mantuvo una coherente y muy bien fundamentada línea de denuncia a cargo de su abogado Roberto Ferreira y del propio Víctor, junto a su hermano Daniel. Ambos puntualizaron que desde un primer momento tuvieron la sospecha de que éstas acciones no fueron ni más ni menos que un intento de ocultar la responsabilidad en los hechos, aludiendo a los aportes económicos de Carrera y a la inexplicable atención por tres años en el Hospital Policial.
Hagamos un alto. ¿Qué acontecerá después, es decir, ahora que Carreras ya no tiene fueron parlamentarios? ¿La instancia fiscal irá hasta el hueso? ¿Las explicaciones que Carrera debía dar en el parlamento las dará a la fiscal Silvia Porteiro? Estimamos que sí. Después, veremos cómo los desenlaces.
Mientras, en teoría todo este procedimiento siga su curso, nos quedan sobrevolando sobre la cabeza de Carreras algunas preguntas que se relacionan con el hecho mismo del disparo: ¿Cuál ha sido la razón, el motivo, la inspiración humanitaria que tuvo Carreras para ofrecer casi compulsivamente atención a Víctor Hernández en el Hospital Policial, siendo que no tenía ni siquiera un vínculo de amistad con el? ¿Acaso los hermanos Hernández le pidieron expresamente esa ayuda? Me consta que no fue así. ¿Entonces, qué extraño mecanismo de razonamiento lo llevó a Carreras a materializar esa ayuda a los Hernández, a sabiendas de que no se trataba de un procedimiento ajustado a las reglamentaciones del Hospital? ¿Será acaso que esa irregularidad ya era una constante en su rutina como jerarca ?¿ O no será verdaderamente que ,como lo afirman los hermanos Hernández, que ese ofrecimiento haya sido una muy sutil forma de ocultar los hechos, y en el buen criollo, una forma de compensar (a conciencia) la gravedad de lo ocurrido en La Paloma y es más, una forma de instigar o inducir a que los Hernández se dejasen nublar por la amnesia y que no hablen más del disparo de aquel día de noviembre del 2012? Muy maquiavélico sería. Muy retorcido también. Sería algo así como encubrir una agresión a balazos, que por más accidental que haya sido -según lo que se ha oído por ahí- iba a sugeris inequívocamente responsabilidades penales, más aún tratándose de funcionarios policiales disparando en zona poblada. En verdad, mirándolo a la distancia en el tiempo habría sido un hecho delictivo, como no menos delictivo habría sido su posterior encubrimiento, en apariencia hasta el día de hoy.
Al margen de lo que vaya a acontecer con las investigaciones al ex Senador Carrera, cuyo proceder tiene apariencia delictiva, no podemos dejar en el tintero del olvido, que el hecho del disparo, con el saldo de una persona herida de bala, es decir Víctor Hernández, quedó impune. Impune, con todas las letras. Ahora bien, y si se lauda por parte de la fiscalía penal esta atención irregular suya, en el Hospital Policial, por sentido común, nos atreveríamos a decir, que de cajón el Estado uruguayo, aún doce meses después, tendría en puerta una asignatura pendiente con Victor Hernández, cuya vida personal, laboral y de convivencia, en La Paloma, cambió radicalmente, a la vista pública.
Creo que tenemos que pensar en ese tono, de una eventual esperanza de que de alguna forma se le haga justicia a Victor. Acá hay una historia, de insensibilidad institucional, de negligencia judicial y de injusticia que salta a la ojos. Y lo que se habrá de investigar a Carreras, tiene estrecho vínculo con el disparo del que fue víctima Víctor Hernández. Técnicamente, jurídicamente hablando quizas son dos hechos diferentes, pero están ligados. Emparentados dramáticamente. Eso es innegable. Gústele a muchos o no.
Verdaderamente, no sé cómo, el Estado, o mas bien, algunos de sus funcionarios públicos de instituciones tales como la fuerza policial, algunos integrantes del sistema político y del poder judicial, o de la fiscalía, podrían tener el coraje de mirar a los ojos sin pestañear, a los Hernández, y en particular a Víctor.
Todo esto nos desconcierta y verdaderamente nos hace incrédulos de la honestidad de ciertos estamentos del Estado. Y por si fuera poco, nos indigna y nos da verguenza ajena. Sin más vueltas.
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*Foto de Portada: Antimafia Dos Mil (de archivo)