BRILLO EN CAUTIVERIO, CUANDO EL BUEN ARTE TEATRAL SENSIBILIZA PARA NO OLVIDAR
Sobre un crimen de la dictadura urugua
Por Redacción Antimafia Dos Mil
El lenguaje teatral, una vez más, resumió con nitidez y solvencia una vivencia humana. En este caso una repudiable y muy dolorosa página de la historia contemporánea del Uruguay, en tiempos de dictadura. El segmento más amargo que le tocó en suerte a un educador cuyos restos fueron hallados enterrados en un predio militar, 34 años después de haber sido dado como desaparecido en la ciudad de Montevideo. Un ciudadano que cometió el delito de despertar conciencias, como maestro y como periodista, y de ayudar a perseguidos de la dictadura, junto a otros uruguayos que optaron por resistir valerosamente un terrorismo de Estado desenfrenado y cruel. {JATHUMBNAIL OFF}Estoy refiriéndome a Julio Castro, un verdadero emblema de la lucha contra la dictadura. Un hombre de salud frágil y espíritu de lucha fuerte que no dudó un instante en oponerse a la prepotencia de aquellos días, sin considerar que hacerlo (o quizás considerándolo demasiado) le habría de significar perder la vida.
Pero como decíamos al comienzo, el lenguaje teatral fue el medio por el cual, su historia y sus detalles más sensibles (y más resonantes, por la crueldad que ejercieron sus victimarios) quedaron a la vista de las generaciones que le sobrevivieron, a través del grupo teatral “El Sótano”. Esto ocurrió en la noche del 7 de agosto, en un espacio escénico -nada convencional por cierto- del bar juvenil denominado Pro Bar, en la esquina de las calles Hocquard y Bacigalupi, zona cercana al Palacio Legislativo, en la ciudad de Montevideo, donde se presentó la obra “Brillo en cautiverio”.
La propuesta, que había sido promocionada desde días atrás a través de un afiche que se expandió a través de las redes sociales y por la tradicional convocatoria del boca a boca tuvo un éxito sorprendente. A la hora de comenzar la obra el local estaba lleno, de bote a bote.
Luz en penumbra, un escaso mobiliario para ambientar la escena y cuatro actores en el espacio elegido alineados frente a la platea, y en simultáneo cada uno diciendo su parlamento a modo de presentación de los personajes. El espectador esta viajando en el tiempo. Es el puntapié inicial de una puesta en escena cargada de sensibilidad y coherencia, sobre un texto prolijamente elaborado, bajo la pluma y la dirección de Christian Almendras, un joven autor sensible y muy consciente de las mezquindades de los días de dictadura. ¿Los resultados? Sorprendentes, tomando en cuenta que tanto actores, como director y el mismo autor, interpretando a uno de los personajes, vienen transitando por sus primeros pasos en el arte teatral, restándoles a todos muchos años de éxito, a juzgar por las evidencias del hoy.
La obra “Brillo en cautiverio” insume no más de 40 minutos, que, digo sinceramente, transcurren vertiginosamente. Minutos perfectamente aprovechados para transmitir, con una muy acertada (y muy bien trabajada) interpretación –en particular la de Christian Almendras, quien lleva el hilo conductor de la historia , recordando al ciudadano desaparecido- la insania de los responsables del atropello dictatorial en un remake testimonial , que sin llegar a ser panfletario se encuadra en el exponente del teatro comprometido y de vanguardia, directamente dirigido a resguardar la memoria (“para tener memoria”), como dice expresa y acertadamente el afiche del grupo.
Desde el punto de vista teatral el grupo El Sótano llega a cumplir con el cometido: la comunicación. Trasmitir la faceta humana e ideológica de un ciudadano que tuvo el coraje de luchar contra la dictadura; transmitir su padecimiento en un cautiverio de la dictadura, del terrorismo de Estado; transmitir esa amarga vivencia uniéndola a un presente en el que los hallazgos de restos humanos es uno de los puntos más altos (y controvertidos) del requerimiento ciudadano del Uruguay del 2013, obviamente entre aquellos que tienen conciencia de que la impunidad es un lastre al que no hay que proteger , ni mucho menos promocionar o incentivar, sino combatirlo y erradicarlo. Y en este caso quizás el teatro sea una forma de hacerlo.
“Brillo en cautiverio”, como texto y como puesta en escena lo que menos busca es que la impunidad enturbie la memoria de nuestra sociedad y mucho menos de nuestra juventud. No por casualidad el estreno de esta obra se hizo en un ámbito juvenil, donde la sabia nueva del teatro nacional independiente, a través de una realización actoral sin prejuicios y en absoluto encorsetada, no hace otra cosa que crear conciencia entre la platea, descubriendo (o revelando), en cada tramo de la propuesta, páginas del ayer para masticarlas hoy, con miras a contribuir a la búsqueda de la verdad y al castigo de los culpables.
Un aspecto debemos resaltar de “Brillo en cautiverio”: su frontalidad y su frescura en el planteo. Un planteo que va respondiendo interrogantes y que va desentrañando los recovecos de una historia que no hace más de un año tuvo su cuarto de hora mediático. Un cuarto de hora mediático que dejó el sabor amargo de la impotencia pública al saberse la verdad sobre la forma en que el protagonista halló la muerte. De ahí que Almendras, muy oportunamente apeló al recurso de la entrevista para transportar al presente una historia del pasado.
El autor fue logrando el clímax con cada uno de sus parlamentos, intercalando la historia del educador desaparecido (en diálogo con su represor) , con la historia de quien lo fue recordando al ser entrevistado por una periodista de nuestros días. Una interrelación de tiempos cronológicos y de situaciones que clarifican al espectador desinformado, sobre los difíciles trances de un secuestrado por el terrorismo de Estado y sobre los miedos y los triunfos inherentes a la condición humana.
En definitiva, más allá de la interpretación –en la que se destacan notoriamente la de Almendras y la de quien hace el papel del educador en cautiverio, apuntalado por Merlina Machado, como periodista- la obra en sí misma, de la mano de Christian Almendras habla mucho de su talento, de su capacidad para trabajar en dirección y en equipo, y de su habilidad para propiciar desde su misma actuación un sentido y un rumbo a la obra y al grupo, al que se lo percibe unido y en armonía con su objetivo actoral y su objetivo de comunicación , para transmitir una historia a pura sensibilidad y a puro tesón.
En definitiva, “Brillo en cautiverio” es una excelente realización escénica de nuestros días y para nuestros días, arrancada de los anaqueles del ayer. En definitiva, es una propuesta temática que recomendamos ver, porque seguramente la convocatoria se reiterará para literalmente disfrutarla en otros espacios escénicos de Montevideo y del Interior del país, es de desear más amplios y más apropiados para poder disfrutar de la realización básicamente intimista y dotada de mucha sensibilidad. En definitiva, “El Sótano”, es un grupo teatral que promete y mucho. En definitiva, Christian Almendras, es un joven realizador teatral que siendo al mismo tiempo actor, también promete y mucho, por su talento en la interpretación acorde a su nivel de conciencia como ciudadano libre, que sabe perfectamente que no se puede ser indiferente porque corren tiempos de compromiso. En definitiva, la obra “Brillo en cautiverio” es un desafío a la sociedad, y fundamentalmente una obra de denuncia, para desmantelar la impunidad y para que siempre pueda prevalecer la memoria, especialmente cuando se trata de terrorismo de Estado. Pero además, es un muy oportuno ensayo sobre la condición humana. Muy válido por cierto.
NR: Grupo Teatral El Sótano presenta: Brillo en Cautiverio de Christian Almendras. Una entrevista, un interrogatorio. Dos historias que se unen para tener memoria. Mateo Altez, Mathías Albarracini, Merlina Machado, Christian Almendras. Técnica: Clara Cachón.
-Artículo relacionado se publicó en Antimafia Dos Mil bajo el título “Julio Castro sigues tan militante como nosotros”/ Ver en Dictadura Uruguaya / Ver en Comprometidos con la Humanidad.
Redacción de Antimafia Dos Mil Uruguay