Por Claudio Rojas desde Chile-17 de enero de 2021

¿Pueden las Fuerzas Armadas “democratizarse”? (que es el término empleado en cada una de las múltiples reformas, que en los últimos años se han realizado en las instituciones castrenses y carabineros). Al parecer y definitivamente no. Sería una medida insuficiente para resolver todos y cada uno de los profundos problemas que les aquejan y que intervienen negativamente en el cumplimiento de sus funciones

Un proceso como este en las FFAA, el que necesariamente requiere la participación de expertos no militares, indudablemente ofrecerá duras resistencias, pero permitirá en primer lugar, abrir un espacio para terminar con las lealtades mal entendidas, con el temor a que lo que se dice, y la denuncia quedará en los círculos del poder establecidos, y fundamentalmente abrirá una puerta formal y respaldada, para que militares y carabineros honestos, que no están vinculados a malversaciones ni a la corrupción existente en sus instituciones, aporten a terminar con casi cinco décadas de abuso.

La refundación de las FFAA y Carabineros es un tema complejo, pero es problema urgente que tratar y resolver, razón por la cual deben sumarse los partidos y movimientos políticos, los movimientos sociales, las universidades. Es una irresponsabilidad dejar de lado al principal núcleo de poder, donde está el monopolio de las armas, instituciones que en el estado actual de descomposición en la que se encuentran son un peligro para la democracia.

No sería la primera vez que políticos inescrupulosos desencadenen o inventen una guerra para blindarse y asegurar sus privilegios e intereses, sacando a los militares a la calle a reprimir a la población o, para presionar una solución política afín. Estos políticos corruptos son los que permanentemente defienden a los herederos de la dictadura o afines a ella, los que aún están hoy entre sus filas, dispuestos a defender el modelo económico, y de país que construyeron a balazos en 1973.

El discurso de que las Fuerzas Armadas Chilenas y Carabineros no son deliberantes y que son obedientes de los poderes constitucionales, primero, hoy con el grado de descomposición que tienen, es solo una falacia; y segundo, no es contrastable con nuestra historia, ya que en sus páginas hay suficientes antecedentes para afirmar lo contrario. Tres hechos históricos así lo demuestran, el derrocamiento de José Manuel Balmaceda (1891) y el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende (1973), ambos presidentes que en épocas distintas intentaron llevar a la práctica propuestas de organización económica, desplazándose hacia una dimensión diferente a la del capital, sin comprometerse con el capital, liberándose de forma creativa de la tradición abusiva que impone el capitalismo. En ambos casos la oligarquía y las elites económicas movilizaron todo su poder, en Chile y en el extranjero, para interrumpir estas experiencias y utilizaron a las FFAA para actuar bajo el argumento político creado por ellos, de que la patria estaba amenazada y en el caso de Allende, de hacer caer a Chile “en las garras del comunismo”. Un tercer hecho histórico: la matanza de 2.000 o más obreros, hombres mujeres y niños, en huelga y pertrechados en la Escuela Santa María de Iquique. Un asesinato en masa provocado por el general Roberto Silva Renard, quien ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud indefensa.

¿A qué patriotismo se refieren? Cada vez que los militares salen a la calle a desfilar los 19 de septiembre, a celebrar las glorias del ejército, si y como se ha comprobado, fueron oficiales del ejército, de la marina de la Fuerza Aérea, los que participaron en la conspiración para asesinar a dos generales, el general Rene Schneider, comandante en jefe del ejército, para evitar que Allende, ya elegido democráticamente, asumiera la presidencia de la república, y al general Carlos Prats, financiados por el gobierno de EEUU.

¿De qué patria se habla? Cuando los Comandantes en jefe de las tres ramas de las FFAA y Carabineros fueron los que traicionaron a su país, para permitir que un gobierno extranjero (Estados Unidos) interviniera con recursos e inteligencia para proteger sus intereses, a costa de derrocar a un presidente elegido democráticamente, transformando a las instituciones militares en el brazo armado del terrorismo de Estado, al servicio de un dictador, por casi veinte años.

Ya no es sostenible continuar con la mentira histórica sobre la cual la elite política diseñó la transición a la democracia, reafirmando que estas FFAA “nos liberaron en una guerra contra el comunismo y derrotando al enemigo interno”. La nueva Constitución al establecer bases doctrinarias distintas para las FFAA, debe generar lineamientos que impidan el negacionismo sobre el pasado, para permitir que, en la formación de nuevas generaciones de militares, se establezca que en Chile nunca hubo tal guerra, sino mas bien cobardes asesinatos y crímenes de lesa humanidad.

La seguridad de la nación no puede explicarse bajo conceptos que instrumentalizan a las FFAA y las someten a intereses económicos, fundamentalmente, nacionales y extranjeros, quienes identifican la seguridad con amenazas y enemigos que ponen en peligro sus intereses. Lo que se tradujo, no solo en Chile, sino que en todo el continente, en la identificación y la persecución del enemigo interno, que no es otro u otra que el disidente y el que reclama por sus derechos. Esta u otra denominación de enemigo es la que ha servido para justificar la acción militar represiva y abusiva.

Por esa razón la Seguridad de la Nación no solo se remite a definiciones puramente militares. La seguridad de un Estado democrático se fundamenta en valores como los de paz, libertad, justicia, igualdad, protección de los derechos humanos y convivencia democrática, entre otros, valores y conceptos de los cuales los militares deben ser partícipes y estar convencidos de ellos. Por lo tanto, en la nueva Constitución el concepto de Seguridad Nacional no puede ni debe seguir como está definido hoy.

Asociado a lo anterior está el rediseño de los procesos formativos de las escuelas matrices, porque son una herramienta fundamental de transformación de la mentalidad militar, tanto de la oficialidad como de la suboficialidad, en todas las ramas de las FFAA y Carabineros. La formación actual de los militares es clasista, está orientada fundamentalmente a consolidar la mentalidad militar basada en la supuesta supremacía sobre el ciudadano y ciudadana civil, formando cuadros para el ejercicio de la Seguridad Nacional, convencidos de que su misión principal es la búsqueda y persecución del enemigo interno entre sus propios compatriotas.

Por todo esto y más, lo que se requiere es enfrentar con claridad y valentía una refundación de la FFAA y Carabineros, lo que se traduce en una profunda transformación institucional, incluyendo los valores y las perspectivas representativas de una sociedad democrática.

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*Foto de portada: www.kaosenlared.com