Mientras en estos momentos en Francia, país por excelencia nuclearizado, se debate como buscar una salida a la próxima crisis energética del invierno europeo, en el otro extremo del planeta, el lobby chino juega sus cartas en Argentina ofreciéndonos, un reactor nuclear para abrir el mercado y posicionar sus intereses estratégicos en Sudamérica.
El Hualong One significa “Dragon chino número uno” y es un reactor HPR de 1090 MW de potencia. El 1° de febrero de 2022, Nucleoeléctrica Argentina S.A. y la Corporación Nacional Nuclear China firmaron un contrato de ingeniería, suministro y construcción para la compra de un modelo Hualong One, a un costo de ocho mil trescientos millones de dólares (8.300 MUSD).
Si el proyecto se concreta, Argentina se convertirá en el segundo país en incorporar esta tecnología después de Pakistán. Hay que recordar que China financió económicamente y trasfirió tecnología a los planes nucleares de países como Corea del Norte y Pakistán, que terminaron desarrollando arsenal atómico. En este contexto de polarización de las potencias, en medio de grandes provocaciones y amenazas con el bloque de la OTAN, no pasa desapercibido para la política internacional, que Argentina cierre un acuerdo nuclear con China.
El contrato financiero aún no está firmado debido al fuerte cruce de intereses foráneos y opuestos que se disputa en argentina. Sin embargo, a partir de las condiciones del crédito difundidas por la prensa (a pagar en 20 años, con 7% de interés y 8 años de gracia), es posible calcular que Argentina deberá pagar una cuota anual de unos 1.400 millones de dólares durante 12 años. Es decir que durante el mismo período la energía eléctrica producida por el reactor va a costar aproximadamente 3,5 veces más que el promedio.
Los mencionados reactores que China vendió en Pakistán (Karachi-2 y Karachi-3) costaron 10.000 MUSD (5.000 MUSD por reactor). No está claro por qué China fija el precio del reactor en 8.300 MUSD y por qué el gobierno de Argentina lo acepta. El coste extra no está justificado. ¿Hay algo más en el acuerdo, además del reactor, que esté haciendo subir su precio?
El arco político argentino quedo dividido respecto a este tema. Por un lado, hay un espectro de la política local, que ve en China la oportunidad del nuevo socio estratégico que el saque de la profunda crisis financiera. Pero por el otro, hay un ala local que intenta renegociar la deuda impagable con el FMI y no quiere malentendidos con los EEUU, por lo tanto, rechaza justamente la propuesta China que interfiere esos intereses.
“Atucha 3 (*Hualong One) pudo ser un buen proyecto hace un tiempo, hoy ya no, las condiciones de la argentina son otras” dijo Julian Gadano, exsubsecretario de energía nuclear, queriendo justificarse a sí mismo, cuando años atrás durante su gestión opinaba lo contrario y operaba para traer el Hualanog One. “Implica compromisos por más de 10.000 millones de dólares porque no es una inversión China, es un prestamos al Estado Nacional”. ¿Cuáles son esas condiciones, que según Gadano, cambiaron para justificar su nuevo discurso? No lo sabemos, el reactor sigue siendo el mismo de siempre.
“Es la compra de un reactor llave en mano, para un país que tiene 70 años de experiencia en energía nuclear es extraño”, expresó Alfredo Caro, uno de los expertos que tiene el sector nuclear argentino, esta vez desde su oficina en la universidad de Washington. “Parece extraño que se compre un reactor, sin licitación y sin participación de la industria nacional. El costo de producir energía según la secretaria es de 65 u$s/MWhr, la central Hualong One, hasta que se termine de pagar alrededor del 2046, tendrá un costo de su energía producida entre 200 y 210 u$S/MWhr, más de 3 veces el valor promedio. La diferencia la va a pagar el consumir en la tarifa o el Estado Argentino a través de subsidios”.
“Como vamos a devolver los argentinos ese préstamo? Es lo primero que uno se plantea cuando quiere acceder al crédito”, se preguntó Jimena Latorre, diputada nacional y secretaria de la Comisión de Energía. “Falta saber bien de que se trata esta cuarta central nuclear. Es una tecnología distinta a la que tenemos instalada”.
Hay cuatro reactores Hualong One funcionado en el mundo: dos en China (Fuqing-5 y Fuqing-6 que son unidades de demostración) y dos en Pakistán (Karachi-2 y Karachi-3). El 27 octubre 2020, a las semanas de comenzar a operar, Fuqing-5 se realizó una parada de emergencia. Los expertos chinos determinaron que se produjo un atasco en el sistema de tuberías de vapor y que el operador carecía de conocimientos y experiencia suficientes para gestionar una situación como esa.
“(El proyecto nuclear) tiene que cumplir con la ley de obra pública, que dice que para aprobarlo debe contar con la factibilidad técnica, económica, financiera y ambiental. Que yo sepa no tiene hecho esos estudios”, explicaba el exsecretario de Energía Emilio Apud. “Se pueden producir 1000 MW con un monto 10 veces menor que lo propuso la oferta China. Y (además) tenemos que importar el combustible porque acá no se hace. Es más beneficioso para China que para argentina, de eso no hay dudas”.
El verdadero negocio para China es vender el combustible nuclear para el Hualong One. Como el reactor tiene una vida útil de diseño de 60 años, una vez transcurridos, Argentina habrá pagado el equivalente al precio de dos reactores adicionales solamente en la compra del combustible nuclear. Se puede hacer una analogía doméstica con una impresora, luego de unos años, un usuario habrá gastado en los cartuchos de tinta tanto, o más, como el costo de la impresora.
También es incierto el destino del combustible gastado del Hualong One. Existen dos posibilidades, ambas peligrosas: 1- Puede quedar almacenado en las barrancas del río Paraná junto con el actual combustible gastado de Atucha I y II, lo cual genera un problema que heredarán inevitablemente las futuras generaciones, quienes no sabrán como gestionar la basura radioactiva, y 2- Puede que se pacte la devolución del combustible gastado a China, lo que implica el peligroso traslado en barco del combustible nuclear. Pero además debemos aclarar como antecedente, que en los acuerdos mencionados de Karachi (Pakistán), el combustible gastado vuelve a China, quien está vertiginosamente incrementando su arsenal nuclear y que requiere cada vez más material fisionable para seguir enriqueciendo el uranio de sus nuevas cabezas atómicas.
China tiene como objetivo global el financiamiento de obras estratégicas alrededor del mundo, con el fin de articular nuevas alianzas comerciales que les son fundamentales para sostener su ritmo de crecimiento y necesidades de recursos. Esa influencia es la que busca plasmar en Argentina. Según Alfredo Caro, “China tiene intereses de entrar en América latina, que es un mercado nuclear importante y si pone un pie en argentina lograría un éxito político enorme, por ello apuestan a financiar un reactor a un país de riesgo como Argentina”. También Emilio Apud coincidió en que “China es una aspiradora de energía, sus recursos no les alcanzan. Hay que poner todo en perspectiva y no entregarse como el gobierno Kirchnerista que ahora se casa con China”.
Como movimiento antinuclear venimos enfrentando al Hualong One desde alrededor del 2014, en los inicios del acuerdo. En el medio ha sucedido de todo, idas y venidas, avances y retrocesos, incluyendo el intento de llevarlo en el 2017 a Rio Negro y la movilización masiva de toda la Patagonia argentina para evitarlo. También anunciábamos desde aquel entonces, que este proyecto era sencillamente inviable para la política de entrega y subordinación a los EEUU que se viene llevando adelante.
Por lo tanto, no nos parece increíble, que una parte de los voceros del poder tomen como propio los argumentos que venimos diciendo desde siempre. Ellos son quienes se oponen con más firmeza al proyecto nuclear, incluso a veces con más determinación más que el propio pueblo. La obediencia respecto a quienes tienen que responder, en los vértices de sus estructuras políticas, supera todo límite de lo que son capaces de hacer.
Incluso pueden volverse antinucleares, si les conviene.
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Extraído de la nota:
Agradecimientos a Cristian Basualdo (MARA)
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*Foto de portada: captura de video