Domingo 8 Diciembre 2024
Entre ellos había drogadictos que servían a los narcos, camellos que transportaban droga, policías elegidos al azar o inocentes que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino de sicarios feroces. Los carteles se transformaron en dueños y señores, pese a la guerra encarada por el gobierno de Felipe Calderón. El despliegue de tropas militares parecería que resulta inocua para los narcotraficantes.
Estas últimas masacres comenzaron el viernes de la semana pasada cuando un comando irrumpió en una fiesta de cumpleaños en Ciudad Juárez y asesinó a 14 jóvenes. Al día siguiente otro grupo armado ingresó a un centro de rehabilitación de toxicómanos en Tijuana y mató a 13 internos.
La lista sigue: 15 víctimas más en un centro de lavado de autos en Nayarit, la mayoría de ellos drogadictos en recuperación; seis jóvenes en Tepito, un barrio de trabajadores en el norte del DF, una ciudad que hasta ahora había quedado al margen del baño de sangre . Después cinco empleadas que salían de una fábrica cercana a Ciudad Juárez también fueron asesinadas y ayer, para completar, un comando de asesinos –se presume que de “La Familia Michoacana”- emboscó a una patrulla policial en una ruta del Estado de Jalisco y mató a siete uniformados.
En casi todos los casos el accionar se repite . Los sicarios llegan con armas automáticas, las más avanzadas del mercado y con la mejor tecnología que el dinero puede pagar, y acribillan sin misericordia. A veces hay un intercambio de palabras, otras sólo el sonido seco de los disparos.
La muerte se convirtió en algo corriente en México. Pero no deja de causar conmoción en el exterior. Naciones Unidas, a través de su oficina mexicana del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, pidió a Calderón que “redoble esfuerzos” para volver a garantizar la paz en el país.
El gobierno mexicano enfrenta –sin demasiado éxito- desde diciembre del 2006 a las bandas del narcotráfico con todo el poder de fuego que tiene. Desplegó cerca de 100.000 militares y policías, en un combate que dejó hasta el momento unos 30.000 asesinatos.
Por momentos, la lucha es desigual. Los narcos cuentan con un enorme poder económico y lo utilizan para todo lo que creen conveniente. Como la eterna mafia, hacen de la corrupción una de sus más poderosas armas y compran funcionarios o jefes policiales si son necesarios.
Ayer fue detenido el director de la cárcel federal de Puente Grande en el estado de Jalisco, una prisión de máxima seguridad, acusado de tener vínculos con los carteles de la droga . Se trata de Francisco Javier Gómez Meza, un abogado de 52 años. El penal ya tenía una larga fama a raíz de los escándalos de corrupción que allí se vivieron. En particular la fuga en 2001 del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien contó con ayuda de los guardiacárceles . Gómez Meza tenía una historia singular en las fuerzas de seguridad y llegó a ocupar cargos de relevancia. En 2008 participó en el desmantelamiento de la Agencia Federal de Investigación, muy criticada, que luego dio paso a la nueva Policía Federal. Allí estuvo al frente de la División de Inteligencia.
Calderón se defiende como puede.
Culpa a EE.UU. de convertirse en el “comprador” de la droga que pasa por México, pero sobre todo acusa a su antecesor, Vicente Fox, del mismo partido . Sostiene que “no actuó a tiempo” contra el narcotráfico” y eso permitió que creciera desmesuradamente.

30/10/10
http://www.clarin.com/mundo/america_latina/Mexico-estremece-nueva-ola-narcomasacres_0_362963878.html