NOTICIAS
CLAUDI PÉREZ - Madrid - 04/09/2010
En los días previos al último G-20, EE UU lanzó una soflama para que ningún país retirara los paquetes de estímulo económico: Alemania respondió anunciando un plan de austeridad de aúpa y toda Europa ha elegido esa vía por unas u otras razones. Lejos de amainar, esa polémica -austeridad o más estímulos para salir de la crisis- amenaza con protagonizar el próximo G-20, que quiere convertirse en una suerte de Gobierno económico mundial, lo que en su día trató de ser, con escaso éxito, el G-7. La UE tiene previsto reclamar en la próxima cumbre, prevista para noviembre en Seúl, "un ambicioso programa de consolidación fiscal" a EE UU y Japón, según un borrador del documento que fija la posición europea y que empezará a discutirse en una minicumbre que se celebra a partir de hoy en Gwangju (Corea del Sur).
El órdago europeo llega en un momento delicado: Europa reclama disciplina fiscal justo cuando los Gobiernos de Japón y EE UU anuncian nuevos planes de estímulo por los riesgos de recaída en la recesión. Japón acaba de poner en marcha medidas adicionales ante las dificultades que atraviesa su economía, que tras una salida sorprendentemente rápida de la crisis se ha gripado en los últimos meses. Barack Obama pretende aprobar también un tercer plan de estímulo: la economía norteamericana lleva ya cuatro trimestres fuera del túnel de la crisis, pero ese ímpetu va decayendo y ya hay quien avisa de los riesgos de una doble recesión.
El documento, al que ha tenido acceso este periódico, atribuye a los planes de austeridad la mejoría de la economía europea: "Las nuevas medidas de consolidación fiscal para 2010 y 2011 han contribuido a restaurar la confianza de los inversores y a estabilizar la situación". En cambio, "los riesgos han aumentado en EE UU y Japón", que han optado por la política económica opuesta: seguir con los estímulos y dejar la austeridad para más adelante, tal y como venía reclamando el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero eso era antes: ahora el Fondo se alinea con Europa. El FMI reaccionó a la crisis pidiendo estímulos fiscales y sostiene que todo eso evitó un remake de la Gran Depresión. Pero poco a poco ha vuelto a ser el FMI de siempre. Esta misma semana aseguraba que EE UU, el país que más aboga por los estímulos, no tiene más margen fiscal por el incremento espectacular de su deuda pública.
Europa o Estados Unidos: el éxito de una u otra receta de política económica marcará los próximos años, pero los expertos no se ponen de acuerdo acerca de quién tiene razón. Europa afirma que la austeridad genera confianza y eso contribuye a la recuperación, mientras que EE UU, con el Nobel Paul Krugman a la cabeza, dice que las medidas de ajuste pueden minar el crecimiento, y a la larga eso impedirá pagar la factura de la deuda acumulada. En medio de ese debate, la UE cierra filas: EE UU "debería diseñar estrategias creíbles para buscar una salida a los estímulos fiscales y a la vez iniciar las reformas para salvaguardar la sostenibilidad de sus cuentas públicas", según el documento que fija la posición europea en la reunión a la que asistirán hoy los viceministros de Economía, el equivalente a secretarios de Estado en España.
El comunicado final del último G-20 de Toronto ya consagraba como prioridad el recorte del déficit público: las tesis europeas salieron ganadoras, si bien EE UU consiguió incluir varias referencias a la necesidad de "potenciar el crecimiento". Al final cada país ha hecho lo que ha querido; no había medidas sancionadoras para los incumplidores. Pero si triunfa, la tesis europea entraña riesgos: "Hay un peligro evidente de que un ajuste fiscal sincronizado pueda tener un impacto adverso en la recuperación", asegura el economista Raj Patel ante la respuesta europea, que en casos como el español, el irlandés o el griego obedece a las presiones de los mercados, pero que en otros como el alemán es una mezcla de ideología y fantasmas del pasado.
El documento aborda otras cuestiones que se discutirán dentro de un par de meses en Seúl. Europa se muestra tibia en lo relativo a la nueva tasa a la banca, por el impacto en el crédito y por tanto en la recuperación. Apenas hay una mención a los paraísos fiscales, uno de los más sonados fracasos del G-20. En cuanto a un cambio en los derechos de voto en el FMI, el documento echa balones fuera: aboga por dar más votos a los países emergentes, pero a cambio de que pierdan peso todos los países que estén sobrerrepresentados, no solo los europeos.
Formaciones G
- Creado en 1999, el G-20 reúne a los países más ricos y a los emergentes más pujantes (Brasil, China, India, México y Argentina, por ejemplo) y con la Gran Recesión ha tomado el testigo del G-7, en el que participaban sólo las grandes potencias, como foro de cooperación económica internacional.
- Tras las cumbres de Washington y Londres, en las que se pusieron en marcha una batería de medidas tras el colapso de Lehman Brothers, el G-20 se ha reunido también en Pittsburgh y Toronto. Prácticamente todo el capítulo de reformas financieras sigue varado. Frente al entusiasmo inicial, desde Londres las protestas de los antiglobalización han sido la tónica en todas las cumbres.
- Seúl (Corea del Sur), será la sede del próximo encuentro, en noviembre, al que de nuevo asistirá España, que ha realizado grandes esfuerzos diplomáticos para asistir a las cumbres. Antes de esa reunión habrá varias minicumbres preparatorias, como la de hoy y mañana en Gwangju. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, asumirá entonces la presidencia del G-20.
www.elpais.com