Es difícil preveer cuanto papel tendrán a disposición, si lo tendrán, esos descendientes nuestros y cuantos canales lograrán tener encendidos para pasar el poco tiempo que les quede a disposición para divertirse. Cerca de casa, porque la palabra de orden “kilometro cero” será de obligación.
Leo sin embargo, por ejemplo, que las grandes compañías aereas del mundo están comisionando nuevos aviones por un valor de 26 mil millones de dólares. Y pienso en como se quedarán estupefactos por nuestra estupidez actual aquellos que tendrán que dosar repartir sus viajes en avión en base a una rigurosa distribución estatal de la disponibilidad. Parece que están todos enloquecidos.
¿Es posible que no se den cuenta de que el precio del combustible y en consecuencia el de los billetes subirá vertiginosamente? ¿Como se pueden preveer nuevos aviones o nuevos aeropuertos en las condiciones que se están delineando? Pero es así que da vueltas el mundo sin sentido, guiado por señores que en este mes de agosto andan por los mares cálidos a bordo de sus yacht fantasmagóricos y que proyectan el desastre de nuestro próximo futuro. Leo en el Financial Times de un día de julio, que los datos estadísticos dan a conocer cómo decenas de miles de millones de euro, dólares, yen, esterlinas, están emigrando hacia billeteras en efectivo. Las explicaciones de los expertos: aquellos que están a bordo de esos yatch se esperan una nueva caída de las bolsas de acciones y de obligaciones.
Tienen el dinero efectivo en fondos especulativos de caracter monetario porque saben que invertirlos en cualquier operación productiva significa perderlos. Sus billeteras están bien equilibradas, entre dólar, euro y otras monedas, de manera que si cae una sacan beneficios con la otra. Es decir que no perderán nada. Pero millones de personas, sin embargo, siguen invirtiendo porque les han dicho que la economía se está recuperando.
Naturalmente es todo falso, así como son falsos los rating de las famosas agencias de la estafa, que asignan puntos en base a cálculos políticos de los señores que beben whisky a bordo de los yacht con los cristales fumé, para que nadie vea adentro.
El experimento greco está en pleno desarrollo, es decir, en pleno desastre, pero ahora reina el silencio alrededor de España y Portugal, próximas víctimas designadas. Se volverá a tocar el tema en septiembre en base a una agenda de las noticias que es respetada por los grandes medios de comunicación del mainstream, que forman parte de la banda. Aquí y allá brotan de la superficie aceitosa como el mar del Golfo de Méjico, como por casualidad, fragmentos de realidad, de los cuales emerje que no existe ninguna verdera recuperación en todo el Occidente. Camina como una locomotora solo la China. Lo cual se está convirtiendo en un problema tanto para los Estados Unidos como para el resto del mundo e incluso para China misma: es obvio que en Washington (y en las reuniones del Bilderberg Group) se plantea el problema de como detenerla.
Un problema que por el momento es insoluble en términos pacíficos. Pero sabemos que los señores de los yacht no piensan necesariamente en términos pacíficos. Locuras, naturalmente, que toda persona de bien consideraría impracticables. Pero –y éste es uno de los pernos centrales de cualquier razonamiento realístico –no se puede medir, ni preveer, el comportamiento de los señores que están detrás de esos cristales fumé en base a lo políticamente correcto.
Por la razón banal y simple de que esa gente, que proyecta nuestro desastre, considera normal y lógico que nuestro desastre deba ser su triunfo. En efecto así ha sido hasta hoy. Pero la inteligencia de los señores de los yatch no alcanza a comprender que ha comenzado una “transición” gigantesca.
Y en esta transición, aunque ellos tengan muchas más chances que los comunes mortales, ni siquiera ellos (y menos sus hijos) estarán seguros. Dado que no cuentan con ninguna brújula diferente de la que han utilizado hasta hoy, navegan con la del pasado. Pero de esta forma ya no ven el futuro, ni pueden garantizarse una ruta segura en un cielo en el que la Estrella Polar americana ya no brilla más y otra estrella, que la mayoría desconoce, empieza a elevarse hacia el cielo al lado de una luna que también resulta irreconocible.
Nadie sabe cuánto durará esta transición. Y entonces muchos de aquellos que se encuentran en los pisos de abajo de la torre, y que no ven el futuro, se aferran a la esperanza. Empiezan las campañas tranquilizadoras que nos invitan a estar calmos: no os preocupeis, de aquí al 2050 las energías renovables sustituirán completamente al carbón, al petroleo y al gas. Y la energía nuclear nos ayudará a disminuir la producción de CO2, así que podremos volver a consumir como hemos hecho hasta ayer.
Valentía y los corazones en alto.
Todo falso, naturalmente. Porque este diagnóstico hace agua por todos los lados, como nuestros descendientes ya habrán podido comprobar, en su propia carne. ¿Y sabéis donde está el defecto más grande? En nuestra incapacidad de comprender que no hay una sola crisis que se nos está cayendo encima: hay muchas. Y todas tienen un denominador común: que ha aparecido el “límite”.
Antes no lo veíamos. Ahora –basta que abramos los ojos- lo vemos.
Energía, recursos naturales, agua, temperatura. Todo está limitado dentro de un quizás.
Y ni siquiera si tuviésemos a disposición energía infinita podríamos superarlo. La idea del “business verde” es, en este contexto, el último espejuelo. Han sido necesarios más de 100 años para la civilización del automóvil. ¿No pensaréis que se necesite menos tiempo para construir una alternativa? Y todo nos dice que no tenemos este tiempo. Esto es lo que significa transición y como prepararse para afrontarla.
Y por este motivo dedico este comentario a nuestro futuro. También para evitar que se siga dando demasiada atención al “muerto que camina” en nuestra casa. Antes de que deje de caminar también él tendremos que preguntarnos si hay en Italia alguien que tenga en la cabeza una idea de la transición que nos espera.

Escrito por Giulietto Chiesa – 4 de septiembre 2010

Extraido de:
http://www.megachipdue.info/rubriche/34-giulietto-chiesa-cronache-marxziane/4484-segni-di-follia-discontinua.html