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Las lluvias torrenciales se han producido en los meses de julio, agosto y septiembre y han afectado a 105.000 personas en Burkina Faso, 200.000 se han quedado sin hogar en Níger y miles están sufriendo en Malí. La situación es desesperante en un panorama donde no sólo el agua cubre las tierras de las que vive mucha gente; las personas se debilitan y además aumenta el riesgo de contraer enfermedades como la malaria y el cólera.
Los ganados no tienen pasto, los animales se mueren y flotan en el agua y el aumento del precio del grano agrava el problema. Los alimentos importados son muy caros y la próxima cosecha, que seguramente será escasa, no será hasta octubre.
Todo esto deja un clima desolador donde 10 millones de personas sufren por la crisis alimentaria, 400.000 niños por desnutrición aguda y más de la mitad de la población de Níger está en riesgo de hambruna.
Cristina Ruiz, responsable regional de emergencia de la ONG InspirAction para África Occidental lamenta que "esperábamos que la temporada de lluvias aliviaría el sufrimiento en el Sahel, pero las lluvias torrenciales han agravado la falta de alimentos y empeorado aún más las perspectivas para las próximas cosechas. El aumento del precio del grano en los mercados de la región también está agravando el problema. Los alimentos importados son demasiado caros para la mayoría de la población, y la incertidumbre actual en el mercado mundial de alimentos posiblemente hará que suban aún más".