Domingo 8 Diciembre 2024
La decisión llega casi exactamente dos años después de que la máxima corte se pronunciase por primera vez en su historia sobre el derecho constitucional a poseer armas (fue el 26 de junio de 2008). Entonces, el Supremo declaró inconstitucional una ley vigente desde 1976 que existía en la ciudad de Washington, Distrito de Columbia, que prohibía la venta y posesión de armas de fuego. En el caso fallado hoy, el Tribunal va más allá de poner límites a leyes federales -como era la de Washington- y protege el derecho individual de los ciudadanos frente a su Gobierno local o estatal.
El fallo fue ajustado -como el de 2008-. Cinco votos a favor y cuatro en contra sobre el total de nueve jueces que integran el Supremo, uno de los cuales, John Paul Stevens, vivía hoy su último día en el Tribunal. Después de 34 años sirviendo a la justicia estadounidense, Stevens se retira a los 90 años de edad. Como en otras muchas ocasiones, la corte se dividió en dos líneas ideológicas a la hora de emitir su veredicto. Cinco jueces conservadores -John Roberts, Antonin Scalia, Anthony Kennedy, Clarence Thomas y Samuel Alito- se alinearon a favor del derecho a poseer y portar armas y cuatro lo hicieron en contra -Stephen Breyer, Ruth Ginsburg -cuyo marido fallecía el domingo de cáncer a los 78 años y aún así ella asistió a la última sesión del año del Tribunal-, Sonia Sotomayor y John Paul Stevens-. Stevens declaró en su voto particular final en contra que "la decisión se probará destructiva para las comunidades de nuestra nación y nuestra estructura constitucional".
El fallo de hoy está relacionado con una serie de leyes de hace 28 años en la ciudad de Chicago y una localidad cercana que prohíben la venta y posesión de armas. Tras la decisión del Supremo de hace dos años y su sentencia de anular la ley que regía en Washington, los partidarios del derecho a llevar armas presentaron casi inmediatamente demandas en tribunales federales para acabar con la legislación de Chicago y del barrio Oak Park -una de las más estrictas del país-. La decisión del Supremo ya se califica de "histórica" y supone un éxito rotundo para la Asociación Nacional del Rifle (NRA, siglas en inglés) y millones de ciudadanos que no conciben la vida sin una pistola al lado.
El carácter simbólico del fallo es incuestionable. Lo que está por verse es el impacto que tendrá a corto plazo, ya que, como en la decisión de 2008, los jueces no han entrado en la definición de control. ¿Se puede vender un misil stinger? ¿Puede comprar un arma una persona que acaba de salir de la cárcel? ¿Puede poseer un revolver un enfermo mental? ¿Puede ir armado el guarda de un parque infantil? Los magistrados, de hecho, ya apuntan en su fallo que "algunas limitaciones del derecho [a poseer armas] podrían sobrevivir a desafíos legales".
Ochenta personas mueren cada día en EE UU por armas de fuego, cerca de 30.000 al año. El 34% de las muertes son homicidios -la mayoría de los casos son suicidios o accidentes- . Noventa millones de estadounidenses (sobre una población de 310 millones) poseen un total de 200 millones de armas, lo que convierte al país en la nación del mundo con mayor índice de armas en manos de civiles. El 40% de los hogares norteamericanos posee, al menos, un arma de fuego. El fenómeno está plenamente aceptado por la población que lo asocia al carácter individualista de la nación. La familia más respetable del barrio más seguro de Estados Unidos duerme con un revólver bajo la almohada. Garantizado por el Tribunal Supremo