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Las violaciones comprendían exportaciones ilegales de armas a Afganistán, propuestas subrepticias de entrenar tropas en Sudán y formaciones de francotiradores para la policía taiwanesa.
Para determinados productos como armas o la transferencia de componentes tecnológicos, EE UU impone una serie de controles que la firma de seguridad se saltó sistemáticamente. También está probado que intentó ocultar sus malas prácticas, por ejemplo cuando introdujo armas en Irak ocultas en cajas de comida para perros. El acuerdo, que aún no ha sido anunciado oficialmente pero que adelanta el diario New York Times, permitirá que la empresa evite cargos criminales. Aun así, no resuelve varios problemas legales que arrastra, como son el proceso contra su ex presidente y otros cuatro antiguos ejecutivos por tráfico de armas y obstrucción a la Justicia; una investigación en curso por intento de soborno a miembros del Gobierno iraquí; y el arresto de dos guardias de la firma acusados de asesinar a dos afganos el año pasado.
La principal ventaja que obtiene Blackwater con el pago de una multa respecto a un proceso judicial, es que podrá continuar obteniendo contratos gubernamentales. La polémica empresa perdió ya el año pasado su principal fuente de ingresos cuando la embajada estadounidense en Bagdad rompió el acuerdo para que agentes privados se ocuparan de la seguridad en sus instalaciones. La causa de la rescisión fue un tiroteo en el que los agentes liquidaron a 17 iraquíes. Aun así, Blackwater continúa trabajando con el Departamento de Estado y la CIA en Afganistán. En junio de este año firmó un acuerdo de 120 millones de dólares con el primero y de 100 con la segunda.