Domingo 15 Junio 2025

Había que matar a Luigi Ilardo, por orden del Estado-mafia.

El ex jefe de Cosa Nostra de Caltanissetta y entonces hombre de confianza del coronel del ROS de Carabineros (hoy general retirado) Michele Riccio fue asesinado el 10 de mayo de 1996 antes de convertirse definitivamente en colaborador de justicia.

Después de muchos años fueron condenados los mafiosos de siempre, tanto como instigadores o ejecutores: Giuseppe Madonia, Vincenzo Santapaola (instigadores), Maurizio Zuccaro (organizador) y Orazio Benedetto Cocimano (ejecutor material). Las condenas, recordemos, se dictaron definitivamente en octubre del 2020.

¿Pero tenemos toda la verdad en nuestras manos? Por supuesto que no.

Una eventual colaboración con la justicia de Ilardo podría haber provocado un verdadero terremoto en las más altas esferas del poder.

Para algunos, lo que estaba en juego era demasiado importante.

Hay demasiadas preguntas sin respuesta detrás de una historia que está inevitablemente entrelazada con el estatus de prófugo del jefe corleonés Bernardo Provenzano y la tratativa entre el Estado y la mafia.

El 31 de octubre de 1995, en una masía del campo, se encontraban Provenzano, Salvatore Ferro, Lorenzo Vaccaro, Giovanni Napoli y Nicola La Barbera. Después de la cumbre, el infiltrado se encontró cara a cara con Don Binu. Esperaba una redada, avisó a los carabineros, los llevó a Provenzano; pero no pasó nada. Ese día, sólo cuatro personas sabían lo que estaba sucediendo: el teniente coronel Michele Riccio (que dirigió la infiltración de Luigi Ilardo), el entonces coronel Mario Mori, el entonces mayor Mauro Obinu y Sergio De Caprio, alias 'Ultimo'.

Ese octubre de 1995, los militares se limitaron a observar porque no podían intervenir, según declaró el oficial Mauro Obinu durante el juicio (el militar fue luego absuelto junto con Mario Mori), dada la presencia de ovejas, pastores y vacas.

Pero Provenzano no pudo ser capturado porque, después de la fase inicial de la tratativa (que se llevó a cabo, digan lo que digan los negacionistas) en la que el interlocutor mafioso fue Riina, había asumido el papel de referente como exponente de una Cosa Nostra siempre mafiosa y asesina, pero no con masacres. Una Cosa Nostra que no quería la guerra sino que volvería a "coexistir" con el Estado.

Además, gracias a su aportación como infiltrado, ya había permitido la captura de varios jefes y también había hablado con Riccio sobre los autores externos de las masacres del '92 y '93, sobre las relaciones desviadas con la masonería y otras entidades externas a Cosa Nostra que el informante había tenido oportunidad de conocer. De todo esto habría hablado supuestamente a los magistrados una vez que ingresó al programa de protección.

Varios colaboradores de justicia han contado la historia del asesinato. En el crimen también habrían participado Maurizio Signorino y Pietro Giuffrida, ambos fallecidos posteriormente. Por el mismo delito, el 19 de mayo de 2014, el juez de la audiencia preliminar de Catania, Sebastiano Fabio Di Giacomo Barbagallo, condenó, en juicio abreviado, al jefe 'arrepentido' Santo La Causa a 13 años y cuatro meses de prisión. La Causa había organizado algunas inspecciones para llevar a cabo la emboscada, pero luego fue obviada en la comisión del crimen debido a una aceleración repentina provocada precisamente por la sospecha de que Ilardo tenía intención de colaborar con la justicia.

Ilardo no sólo planteó la posibilidad de detener a Provenzano el 31 de octubre de 1995, sino que también habló primero de una reunión celebrada a fines de los años '80 en Palermo que sancionó la alianza oficial entre Cosa Nostra y la masonería. También se habla de relaciones con personas como Gianni Chisena, un hombre vinculado a ambientes de inteligencia desviados, a la extrema derecha y con Luigi Savona, que era el custodio de secretos de una determinada esfera.

Otra cuestión clave es la aceleración del delito. Los procesos celebrados hasta ahora han establecido claramente la responsabilidad de Cosa Nostra en el crimen pero lo que hasta el día de hoy permanece envuelto en misterio es cómo Cosa Nostra de Catania se enteró de la voluntad de Ilardo de colaborar. En los últimos años ha trascendido de las declaraciones del ex jefe de Caccamo, hoy arrepentido, Antonino Giuffrè, que los ambientes judiciales de Caltanissetta hubo una filtración de información desde ambientes judiciales, e incluso el coronel Michele Riccio confirmó la información después de algunas conversaciones con otro oficial de la fuerza. Un "chivatazo institucional", como lo confirma la sentencia con la que fueron condenados los mafiosos instigadores y ejecutores de su homicidio.

Unos días antes de morir, Ilardo había anticipado que proporcionaría a las autoridades judiciales revelaciones candentes sobre la masacre de Pizzolungo, sobre el caso Agostino-Castelluccio, sobre los instigadores ocultos de las masacres de 1992 y 1993, que creía vinculados a los círculos subversivos de derecha y a los servicios desviados que en los años '70 habían implementado la "estrategia de la tensión", y sobre las opciones políticas de la mafia de Palermo, que en 1994 había encontrado en Forza Italia el proyecto político en el que apostar tras el mega escándalo de Tangentopoli y el sustancial "reinicio" de sus ex referentes políticos.

"Luigi Ilardo -declaró el fiscal adjunto de Palermo, Nino Di Matteo, durante el discurso de clausura de la primera instancia del juicio por la Tratativa Estado-mafia-, mientras ocupaba altos cargos en Cosa Nostra -la regencia de las provincias mafiosas de Caltanissetta y Enna-, reveló en directo al coronel Riccio las estructuras, los antiguos secretos y la dinámica cambiante de Cosa Nostra, y -por favor, no lo olviden nunca- no solo en relación con los delitos mafiosos comunes, sino también con las relaciones más elevadas e inconfesables de Cosa Nostra con la política, con la masonería y con elementos desviados de los servicios de seguridad".

"Tras muchos años siguiendo esta historia desde la fase de investigación, no dudo en definir, porque estoy convencido de ello, a la de Ilardo como una historia única, sin duda más singular que excepcional, en el panorama de los acontecimientos mafiosos y antimafiosos en nuestro país. Una historia increíble, una historia excepcional, una historia vergonzosa, una historia trágica en su epílogo, en primer lugar con respecto -no lo olvidemos nunca- a su protagonista principal, Luigi Ilardo, asesinado en Catania el 10 de mayo de 1996, ocho días después de haberse reunido con tres magistrados de las fiscalías de Palermo y Caltanissetta, el coronel Mori y otros oficiales en la sede central del ROS en Roma, y cinco días antes del momento -la fecha ya estaba fijada- en que Ilardo, con su primer interrogatorio formal ante la autoridad judicial, fijado para el 15 de mayo, habría asumido formalmente el rol de colaborador de justicia y habría sido sometido al programa de protección reservado para duchos colaboradores. Cosa Nostra, esencialmente, al matar a Ilardo, demostró que podía cortar de raíz una colaboración de muy alto nivel que habría sido devastadora para la organización y para todos aquellos que colaboraron con la organización mafiosa".

*Foto Portada: Antimafia Duemila