Our Voice y ANTIMAFIADuemila asistieron como invitados de la iniciativa impulsada por el Grupo Salutearte
El martes 15 de abril, los jóvenes estudiantes del Liceo Ettore Majorana y del Instituto Agnelli fueron protagonistas de una significativa mañana, dedicada a temas fundamentales como la memoria, la verdad sobre las masacres y la libertad de información. La iniciativa nació de una idea de Simona Dal Corso y Pino Fiumanò de Salutearte A.O. Orden de Maurizio.
El primer evento, celebrado en Majorana, fue moderado por Giada Trotta, representante de Our Voice Torino, quien entrevistó a Jamil El Sadi, redactor de ANTIMAFIADuemila y miembro de Our Voice. También intervinieron Maria Grazia Grippo, presidenta del Ayuntamiento de Turín, y el oficial Emidio Centracchio del Grupo de Carabineros Forestales.
El segundo encuentro se celebró en el Instituto Agnelli y contó con la participación de don Luigi Ciotti, fundador del Gruppo Abele y de la asociación antimafia Libera. Junto a él, además de Jamil El Sadi y Giada Trotta, intervino también Marco Porcedda, consejero de Legalidad del Ayuntamiento de Turín. Tras una breve introducción, los ponentes dejaron un amplio espacio para las preguntas de los estudiantes quienes, tras un largo trabajo realizado con los docentes en las clases, se centraron en la evolución de la lucha antimafia y en la delgada línea entre legalidad y justicia. Los ponentes intentaron ofrecer ejemplos concretos de lo que un joven puede hacer, en su vida cotidiana, para luchar contra la corrupción y la delincuencia, a pesar de la dificultad de "no poder ver a la mafia a la cara".
Jamil El Sadi recordó la "emblemática y potente Primavera de Palermo", un movimiento popular nacido tras las masacres del bienio 1992-1994, subrayando que "una ciudad se levantó contra un sistema criminal que se había convertido en una institución" y que, después de haber contaminado Sicilia, invadió Italia e incluso Europa, como "un cuerpo lleno de metástasis". Contó la historia del nacimiento de la revista ANTIMAFIADuemila, fundado por el director Giorgio Bongiovanni junto a un grupo de jóvenes con una "utopía", cuyo objetivo era -y sigue siendo- "dar rostro, nombres y apellidos a los instigadores externos de las masacres que han desestabilizado el orden democrático de nuestro país".
Al final de su discurso, recordó a dos "monumentos de la antimafia": Augusta Schiera y Vincenzo Agostino, padres del policía Nino Agostino, asesinado junto a su esposa embarazada, Ida Castelluccio, el 5 de agosto de 1989. Durante 35 años no se dieron por vencidos, a pesar de las investigaciones obstaculizadas y los desvíos. Su sed de verdad y justicia va más allá de la muerte. Por último, el recuerdo del periodista turinés Mauro Rostagno, también víctima de la mafia: "A nosotros, jóvenes y estudiantes, nos corresponde la tarea de crear una sociedad en la que valga la pena encontrar un lugar", solía repetir.
A continuación, le cedió la palabra a don Ciotti, que abrió su intervención recordando su relación con el juez Giovanni Falcone, "una persona de gran profundidad y autoridad". Contó que los momentos que precedieron a las masacres de Capaci y de via d’Amelio, vividos personalmente en Palermo, contribuyeron al nacimiento de Libera, con el objetivo de "reunir a personas de toda Italia y hacerles comprender que el problema de la mafia no concierne sólo al Sur". Fue don Luigi Sturzo, recordó Ciotti, quien profetizó ya a principios del siglo XX la expansión de la mafia hacia el resto del país, "para llegar más allá de los Alpes".
Don Ciotti recordó luego figuras claves en la lucha contra la mafia: el general Carlo Alberto dalla Chiesa, asesinado sólo cuatro meses después de ser nombrado prefecto de Palermo; Pio La Torre, autor de la ley que lleva su nombre, asesinado "por la idea de querer quitarles el dinero a los mafiosos"; y el fiscal Bruno Caccia, asesinado en Turín en 1983.
Luego subrayó que, aún hoy, 170 años después de la unificación de Italia, hablamos de mafias que evolucionan y refuerzan su poder: "La inteligencia artificial se convierte en inteligencia criminal". Advirtió del riesgo de utilizar la palabra "legalidad" de manera instrumental: "Se ha convertido en la bandera de todos, incluso de la mafia". Recordó el informe de la Comisión Antimafia presidida por Rosy Bindi, que destacó la presencia de "asociaciones antimafia fundadas por mafiosos". También invitó a reflexionar sobre cuántas manifestaciones fueron organizadas por delincuentes disfrazados de benefactores, involucrando sin saberlo a sacerdotes, directores y estudiantes: "La legalidad es una herramienta, el fin es la justicia".
Don Ciotti recordó la aprobación de una ley que aumentaba las penas para los delitos cometidos por migrantes, posteriormente anulada por el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo: "No es admisible en un país que se funda en la Constitución. Las leyes deben aplicarse por igual a todos". Finalmente mencionó al exmagistrado Gian Carlo Caselli, quien asumió el cargo de fiscal jefe de Palermo tras las masacres del '92 y se vio obstaculizado por una ley creada ad hoc para excluirlo de la Fiscalía Nacional Antimafia debido a sus investigaciones inconvenientes. "Necesitamos leyes justas, por el bien de todos, no para el privilegio de alguien". Don Ciotti se definió como "una pequeña cosa, una pequeña parte de nosotros", desconfiando de los "navegantes solitarios" porque "solo uniendo fuerzas nos convertimos en una fuerza".
Por último, recordó que "nuestra Constitución no dice 'mafia', pero si realmente se aplicara, sería el mayor texto antimafia de nuestro país". Como hombre de fe, destacó que el Evangelio llama al compromiso contra la injusticia, la violencia y la opresión, para garantizar la libertad y la dignidad a toda persona. Es necesario, por tanto, crear una red entre diferentes realidades para combatir la criminalidad, como sucede en Libera, que reúne grupos religiosos católicos, ortodoxos y valdenses, y asociaciones laicas como Legambiente, ARCI y muchas otras. "Unámonos para crear una sola fuerza", dijo Don Ciotti. "Los peores son los neutrales, los que siempre están presentes pero siempre callan, o los que juzgan y simplifican: los quejosos profesionales".
Dos importantes encuentros concluyeron, pues, con el ritual de la plantación del esqueje del árbol de Falcone: símbolo de vida y crecimiento, donado por el Hospital Mauriziano para que los estudiantes los cuiden y se comprometan a organizar nuevos encuentros el año que viene.
La esperanza es que los estudiantes hayan encontrado respuestas a sus preguntas y que, reflexionando sobre las intervenciones, comprendan que la lucha contra la mafia no se puede llevar a cabo en solitario: la unidad es necesaria, y debe empezar desde abajo, desde la vida cotidiana. A todos se les pide que hagan su parte.
*Tomado de: ourvoice.it
*Foto 3. Jamil El Sadi