Piera Aiello y Salvatore Borsellino se encuentran con los jóvenes en el Festival Themis: testimonios y compromiso cívico
"La realidad de la estructura mafiosa se caracteriza por la capacidad de hacer mucho más de lo que una simple banda de delincuentes podría hacer operando en el sector tradicionalmente criminal, es decir, matando, incendiando, extorsionando, traficando con drogas y con armas". Así lo explicó el fiscal de Prato, Luca Tescaroli, que intervino hace unos días durante la última jornada del Festival Themis, el evento organizado por la asociación Legalitria titulado "La legalidad es libertad". Una reflexión, la del fiscal Tescaroli, profunda y desencantada sobre la verdadera naturaleza de las organizaciones mafiosas. "El crimen mafioso -precisó- se vuelve mucho más peligroso y puede lograr resultados cualitativamente significativos cuando logra disfrutar de complicidad y contribuciones en ámbitos en los que, por su propia formación, naturalmente no podría actuar. De hecho, uno de los canales privilegiados a través de los cuales las mafias fortalecen su influencia es la relación con el poder político. Se trata de una dinámica que está lejos de ser reciente. De hecho -como subrayó Tescaroli- el poder mafioso, adquirido gracias a sus vínculos con el sector político, se ha arraigado con el tiempo y se ha sedimentado a lo largo de muchas décadas. La conexión con figuras institucionales y políticas ha permitido a la mafia entrar en las altas esferas de decisión, dirigir contratos, obtener protección y, sobre todo, legitimarse. No es casualidad que numerosos procesos celebrados a lo largo del tiempo "hayan demostrado que han existido formas de colusión: varias personalidades políticas, incluso en Sicilia, han sido condenadas por delitos relacionados con la colusión".
Un vínculo difícil de romper
Esto se debe a que, en ciertos casos, mantener relaciones con entornos mafiosos puede incluso ser "útil" para quienes están involucrados en política, especialmente durante las elecciones, cuando el consenso puede intercambiarse por favores, promesas o apoyos cuestionables. "También por este motivo -precisó el fiscal de Prato- es necesario partir del análisis de los programas, es decir, de lo que los candidatos prometen querer lograr, para luego, una vez elegidos, verificar su coherencia real con las acciones concretas. De todos modos, queda una veta de pesimismo, natural y fisiológico si se consideran los resultados de los numerosos procesos que han llevado a la condena de diversos exponentes políticos, empezando por Vito Ciancimino, ex alcalde de Palermo, que representó una especie de punto de partida de un largo recorrido judicial. Un viaje que reveló vínculos profundos y perturbadores entre los aparatos institucionales y el crimen organizado. "Es esencial, por tanto, que los ciudadanos aíslen políticamente a quienes no manifiesten oposición a la mafia, o peor aún, a quienes hayan mostrado formas de contigüidad. Si esta filosofía impregnara las acciones de cada ciudadano que vota, creo que podríamos elegir personas confiables, capaces de implementar una perspectiva, un proyecto, un plan funcional para erradicar el crimen mafioso".
El testamento moral de Paolo Borsellino: "Nunca aceptaré huir"
Uno de los momentos más intensos del debate llegó con la intervención de Salvatore Borsellino, hermano del juez Paolo Borsellino, asesinado en via d’Amelio el 19 de julio de 1992. No fue un simple testimonio, sino un sentido llamamiento a la responsabilidad, así como a la esperanza. Borsellino se dirigió directamente a los jóvenes presentes, definiéndolos como "su esperanza", como lo habían sido para su hermano Paolo: "Un hombre con un profundo sentido del Estado". Un gran hombre que, aun consciente del destino que le esperaba, siguió cumpliendo con su deber hasta el último día, con coherencia, determinación y valentía. El recuerdo conmovedor se remonta a la llamada telefónica que tuvo con Paolo unos días antes del atentado, en la que Salvatore le rogó que abandonara Palermo y buscara refugio en una ciudad más segura. "Nunca aceptaré huir", respondió el juez Borsellino. "Cumpliré hasta el final el juramento que hice al Estado". Después de su muerte, Salvatore Borsellino comprendió que la lucha contra la mafia no podía ser sólo de su hermano, sino también suya. "Esperé a que mataran a mi hermano para hacer lo que hago hoy, para empezar a hacer mi parte, para obedecer la recomendación que nos hizo mi madre, mientras aún recordaba en sus oídos el estruendo de aquel rugido, de aquella explosión que le arrebató a su hijo, con quien ella también habría querido morir. Al día siguiente, mi madre llamó a sus hijos restantes. Nos llamó a mí y a mi hermana Rita, y nos dijo: Desde hoy deben ir a todas partes, adonde los llamen, para no dejar morir el sueño de Paolo".
La soledad institucional contada por Piera Aiello
Entre las voces más directas y desilusionadas del debate, estaba la de Piera Aiello, testigo de justicia y figura simbólica de la lucha contra la mafia, no sólo por su historia personal, sino también por su gran compromiso institucional. Aiello no se anduvo con rodeos. Reconoció la existencia de parlamentarios serios, comprometidos y capaces de trabajar con rigor en estos temas. Pero también denunció, con franqueza, que una gran parte del Parlamento no toma en serio el trabajo antimafia. "Puedo decir claramente que ni siquiera el 30% de los que forman parte de antimafia hacen las cosas como deberían hacerse". Y agregó: "En la Comisión Antimafia, de 25 diputados y 25 senadores, solo quince trabajábamos seriamente. Hacíamos todo, tocábamos y cantábamos", dijo con amarga ironía, para subrayar el aislamiento y, a veces, la frustración que uno siente cuando solo unos pocos luchan por un objetivo común. A pesar de ello, Aiello reivindicó con orgullo la actividad de la Comisión de la que formó parte, una de las más longevas y productivas, que se ocupó de testigos de justicia, colaboradores, empresarios víctimas del crimen organizado y de la usura bancaria. Un resultado nada obvio en un Parlamento a menudo impregnado de lógicas partidistas y dinámicas autorreferenciales.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila