Los misterios sin resolver detrás de la captura del jefe de jefes
Mañana del 15 de enero de 1993. Totò Riina es arrestado en Palermo después de 24 años de fuga.
Un día histórico de redención después de las masacres que entre mayo y julio habían matado a Giovanni Falcone, Francesca Morvillo, Paolo Borsellino y los agentes de sus custodias (Antonio Montinaro, Vito Schifani, Rocco Dicillo, Agostino Catalano, Emanuela Loi, Vincenzo Li Muli, Walter Eddie Cosina y Claudio Traina).
Riina, sentado en el asiento del pasajero de un Citroën ZX conducido por Salvatore Biondino, se detuvo en la rotonda de la calle Leonardo da Vinci, cuando el auto acababa de pasar por el motel Agip. Eran aproximadamente las nueve de la mañana.
Lo cierto es que es que fueron a arrestarlo los Carabineros dirigidos por Sergio De Caprio, también conocido como Capitán Ultimo.
Desde hacía algún tiempo él y su equipo estaban apostados cerca de la residencia de calle Bernini, donde el jefe corleonés vivía desde hacía tiempo con su familia. Con ellos estaba Balduccio Di Maggio, quien desde el interior de la "ballena" (el furgón utilizado como punto de observación) reconoció al jefe de jefes.
La foto del super jefe tomada en el cuartel bajo el retrato del general Carlo Alberto dalla Chiesa comenzó a circular casi inmediatamente. Luego se mostró un video filmado mientras era llevado al helicóptero que lo trasladaría a prisión.
Han pasado treinta y dos años desde entonces, pero detrás de aquella brillante operación, celebrada por documentales y series de televisión, todavía hay un aura de misterio hecha de preguntas y agujeros negros inquietantes.
Pensemos en el fracaso de la búsqueda del escondite de calle Bernini, que quedó sin custodia durante 18 días, o en las declaraciones de los colaboradores de justicia sobre los documentos secretos de Riina que fueron hechos desaparecer y entregados a Matteo Messina Denaro.
Sombras sobre las que las investigaciones y los juicios han conseguido arrojar muy poca luz.
El proceso sobre el fallido registro del escondite de calle Bernini, que tuvo como imputados a Mori y al Capitán Ultimo, puso de relieve los fallos operativos cometidos en la decisión de no llevar a cabo inmediatamente el registro e identificó conductas "ciertamente aptas para el surgimiento de responsabilidades disciplinarias".
Es un hecho conocido que los dos Carabineros fueron absueltos del cargo de complicidad agravada con la mafia, porque "el hecho no constituye delito".
Mori siempre se justificó diciendo que en su momento la decisión fue tomada de común acuerdo entre los magistrados y la policía judicial, pero es igualmente conocido que la Fiscalía de Palermo, entonces dirigida por Gian Carlo Caselli (que asumió el cargo el 15 de enero de 1993), fue convencido de no realizar la búsqueda con la garantía de que se haría una observación del escondite.
Una promesa no cumplida ya que las cámaras fueron desconectadas al cabo de pocas horas, sin informar a las autoridades competentes.
Cuando se realizó el registro el 2 de febrero, los investigadores encontraron el escondite del jefe de Corleone completamente limpio, con los muebles amontonados en una habitación, la caja fuerte desamurada, las paredes encaladas e incluso el papel pintado y los revestimientos retirados, para eliminar cualquier rastro de ADN.
Justificaciones a distancia
Desde hace tiempo, los agentes del ROS Mario Mori y Giuseppe De Donno intentan reescribir la historia de aquella decisión afirmando que la villa de la calle Bernini "no era el escondite, sino la casa donde vivía la mujer".
El propio De Donno, hablando en la Universidad de Chieti, con motivo de la presentación de un libro de Mori, afirmó: "Otra cosa que la prensa no informa es que ese no era el lugar donde vivía Totò Riina. Ese era el lugar donde vivía la familia. Riina no vivía con su familia. Vivía en otro lugar que nunca identificamos". Y luego agrega: "¿Por qué podemos afirmar que ese no era el lugar donde vivía Riina? Porque habíamos filmado esa casa de la calle Bernini durante varias semanas antes". Todo esto se hizo conocido gracias a un vídeo grabado por Massimiliano Di Pillo, miembro del movimiento antimafia Agendas Rojas, y difundido en febrero por Massimo Giletti. en un episodio del programa Non è l'Arena. Lástima que esas declaraciones contradigan la versión que siempre han dado los Carabineros, es decir, que la videovigilancia de la puerta por la que salió Riina el 15 de enero de 1993 comenzó en la madrugada del día 14 y finalizó en la tarde del día 15 de enero.
El propio De Donno, interrogado por el medio Adnkronos, se vio obligado a admitir el error, diciendo que ciertamente había tenido "una confusión entre las actividades de observación sobre empresarios como los Gancis, que duraron mucho tiempo, y las realizadas en via Bernini donde los involucrados los empresarios Sansone y duró un par de días. En esa zona había una serie de villas, en una de las cuales vivía el jefe y su familia y que, repito, en mi opinión, no creo que estuviera situado el 'escondite' de Salvatore Riina. En el calor y la necesaria síntesis del relato -añadió el ex coronel del ROS- evidentemente superpuse recuerdos, llegando luego a hablar del grupo de trabajo que se había constituido con los Carabineros de Palermo y que yo debía dirigir para iinvestigar el circuito económico y político de referencia de Cosa Nostra, iniciando las actividades investigativas a partir de la documentación que el jefe, recientemente capturado, tenía consigo, aportando sin saberlo elementos para interpretaciones erróneas y engañosas".
La reunión en casa de Biondino
Es un hecho relatado por colaboradores de justicia que en la mañana del 15 de enero Riina era esperado en la casa de Biondino, en via Tranchina, donde se tenía prevista una reunión en la que participaban todos los grandes exponentes de la organización mafiosa, con excepción de Bernardo Provenzano. En cambio, llegó la noticia, traída por Salvatore Biondo, de que Totò había sido arrestado, junto con Biondino, del que los investigadores sabían poco o nada.
Pero no era sólo un chofer, sino el jefe del distrito de San Lorenzo.
Obviamente cuando se difundió la noticia del arresto todos desaparecieron y cuando la policía fue a la casa de Biondino no había nadie. Incluso eso, en retrospectiva, podría definirse como una oportunidad perdida.
Mientras tanto, a la detención de Riina se sumaron testimonios sensacionales que han contribuido a alimentar las sospechas de lo sucedido entre bastidores, de "acuerdos inconfesables", pactos, silencios y tratativas.
La rueda de prensa tras la detención
Las palabras pronunciadas durante la conferencia de prensa en la que se anunció la detención del "jefe de jefes" son bastante inexplicables.
Giorgio Cancellieri, comandante de los Carabineros de la legión de Palermo, afirma textualmente: "Tengo una buena noticia que compartir: Riina Salvatore fue capturado por los Carabineros esta mañana en Palermo". El General explica que la personalidad de Totò Riina "es conocida". "Es parte, diría yo, de la literatura de la mafia. Él -subraya el alto funcionario- es responsable de toda una serie de episodios de criminalidad muy graves y reiterados en la Isla, en toda la Nación y también fuera del territorio del Estado. Fenómenos que han agredido los ganglios vitales de la población, del ciudadano común, de cualquier actividad productiva, con reiterados ataques contra las instituciones del Estado". En un momento dado, el general Cancellieri entra en más detalles hasta el punto de pronunciar palabras que, vistas hoy, parecen increíbles: "Y esto -subraya refiriéndose a los ataques mafiosos contra representantes institucionales- dentro de un plan que es también, llamémoslo en términos militares, estratégico, lo cual podría incluso tener algo de 'inaudito y absurdo', al cuestionar a las autoridades institucionales. Casi como para hacer un trueque, para establecer una tratativa para liquidar toda una época de asesinatos, de duelos, de masacres en todos los sectores de la vida civil nacional". En esa ocasión, nadie le pregunta al General sobre qué base explica tales escenarios, ni hay nadie que profundice en esas inquietantes observaciones. No sólo eso. Ninguna agencia de noticias ni artículo de prensa de los días siguientes comunicó tal afirmación.
Años después aquella rueda de prensa acabó en los registros del juicio sobre la llamada Tratativa entre partes del Estado y Cosa Nostra. Así recordó el excomandante de Carabineros de la Región Sicilia lo sucedido en aquella frenética jornada en su testimonio en el juicio en primera instancia: "El general Mori vino a mi despacho y me dijo: 'tengo buenas noticias, Totò Riina está esposado en tu cuartel'. Inmediatamente comenzamos los preparativos para la conferencia de prensa que tendría resonancia mundial. Estas declaraciones se acordaron sobre la base de sugerencias del ROS. Estaba Mori, también recuerdo a Subranni. Recuerdo que tenía hojas de papel con notas".
En aquella época Subranni y Mori eran los vértices del ROS que en junio de 1992 entraron en contacto con Vito Ciancimino para iniciar un diálogo con los jefes mafiosos.
Sin embargo, el recuerdo del general Cancellieri acerca de cómo había llegado a poseer estas notas era bastante confuso. En un primer momento afirmó que se los había entregado el propio Mario Mori, luego dijo que eran notas suyas redactadas "después de hablar con Mori y Subranni". Luego agregó: "También le preguntamos al Comando General si en esa conferencia de prensa debían hablar los oficiales del ROS que habían llevado a cabo el arresto o el comandante territorial que era el símbolo de la fuerza en el contexto siciliano. Se decidió que yo sería el que hablara y acordamos el tema general de las declaraciones que debía hacer. Recuerdo estas dos hojas. Sobre la detención de Riina, había que tener cuidado de no decir nada sobre la modalidad del arresto y otras actividades y salió este escrito". Y finalmente concluyó: "Tenía esos papeles debajo de mí, los había leído y releído, me había preparado y había memorizado lo que tenía que decir".
El misterio de Di Maggio
Un factor determinante en la detención de Riina fue siempre la implicación de Baldassare "Balduccio" Di Maggio, un mafioso de San Giuseppe Jato que anteriormente había actuado como chófer del jefe de jefes.
Se había refugiado en el norte de Italia para evitar ser asesinado por Giovanni Brusca, que lo tenía en la mira desde hacía tiempo.
Fue detenido oficialmente por los Carabineros en un taller de Borgomanero, en la provincia de Novara, el 8 de enero de 1993.
Entra en esta historia otra figura particular: la del general Francesco Delfino. En aquella época era comandante de los Carabineros del Piemonte, con un pasado en la cúpula del SISMI (Servicio de Informaciones y Seguridad Militar). En aquella época vivía cerca de Borgomanero y fue con él con quien Di Maggio pidió hablar después de su arresto.
Sólo a él, que ya en el verano de 1992 le había prometido al entonces ministro de Justicia, Claudio Martelli, un "regalo de Navidad" (es decir, la detención de Riina, ndr), estaba dispuesto a dar información sobre el jefe de la mafia corleonesa.
Di Maggio fue interrogado por Delfino y otros 13 militares del comando de Novara la tarde del 9 de enero. El acta de dicho interrogatorio comienza así: "A petición del interesado que quiso informar con urgencia al suscrito una información que le vino a la mente y que cree ser de la mayor importancia".
Al día siguiente, el ministro del Interior, Nicola Mancino, que en septiembre ya había planteado la hipótesis de que el arresto del jefe de la mafia siciliana corleonesa era inminente, declaró públicamente: "Vamos a por Riina".
Lo cual luego ocurrió en la forma que hemos descrito. Pero no habrá rastro de Delfino y los protagonistas de la detención serán otros.
Otra figura de alto perfil que arroja una sombra de misterio sobre el momento de la captura de Di Maggio es el jefe de Brancaccio, Giuseppe Graviano.
Desde 1991, junto a su hermano Filippo, pasó su tiempo como fugitivo en Omegna, a unos veinte kilómetros de Borgomanero.
Graviano, tanto en 2017, en las escuchas telefónicas hablando con su compañero Umberto Adinolfi, como en las declaraciones espontáneas de 2020 en el proceso de Reggio Calabria conocido como 'Ndrangheta Stragista (en el que está acusado junto a Rocco Santo Filippone), quiso aportar algunos detalles sobre la detención de Di Maggio.
Según él, no ocurrió el 8 de enero de 1993, sino entre el 27 y el 28 de diciembre de 1992.
Al parecer recibió la información de Salvatore Baiardo, el heladero que gestionó su estancia en la clandestinidad y que ahora está de nuevo en prisión. "¿Sabías que arrestaron a Di Maggio? Está hablando y lo tienen aquí, en una villa en Omegna", habría dicho.
Graviano también informó al declarar en el tribunal que había intentado, sin éxito, hacer llegar la noticia a Sicilia. Tiempo después, el propio Baiardo, en varias entrevistas, confirmó la historia, diciendo sin embargo que fue Graviano quien lo detuvo después de pedirle que se preparara para partir hacia Palermo.
¿La contraorden de Graviano significa que el jefe, de alguna manera, ayudó a la captura del jefe de jefes corleonés? Si fuese así, ¿es posible que el propio Graviano hiciera un pacto indecible con otros miembros de Cosa Nostra (Provenzano y Matteo Messina Denaro, que permanecieron prófugos durante años) y otros componentes del Estado en ese momento tan delicado?
La duda persiste. Lo que es seguro es que Graviano no se movió de la zona de Omegna, ayudado por un "fabuloso encubrimiento". Fue detenido junto con su hermano el 27 de enero de 1994.
Esa historia también encaja en la lista de misterios que giran en torno a las masacres y los investigadores han tratado de dar una respuesta a la siguiente pregunta: ¿por qué con su arresto la campaña de masacres terminó a pesar de que jefes mafiosos como Messina Denaro, Leoluca Bagarella, Giovanni Brusca y Bernardo Provenzano estaba todavía libre en esa época?
Tan sólo un año antes las masacres no habían cesado con la detención de Totò Riina. Entonces ¿qué había cambiado?
¿Se había llegado a un acuerdo definitivo para poner fin al "muro contra muro" (para utilizar las palabras del general Mori, ndr)? Tal vez.
Las sombras permanecen. Demasiado. Con historias que se entrelazan continuamente.
Por ejemplo, hace unos años, retomando viejos testimonios, como los del brigadier Walter Giustini o del general Marco Minicucci en el proceso de Mori-Ultimo, se supo que incluso antes del 15 de enero los Carabineros sabían que el chofer de Riina era Salvatore Biondino. Al igual que en el verano de 1992, una fuente confidencial le dijo al mariscal Antonino Lombardo (encontrado sin vida el 4 de marzo de 1995, en su automóvil, dentro del cuartel de Palermo) que la fuga de Riina fue "encubierta por las familias mafiosas de Noce, Ganci-Spina y los hermanos Sansone de Uditore". Los mismos individuos que, según la versión oficial, los Carabineros de Ultimo siguieron hasta llegar a la residencia de la calle Bernini. ¿Se siguió la sugerencia de Lombardo? No es posible saberlo.
Una cosa es segura. La verdad sobre lo que realmente ocurrió en aquella temporada de sangre y bombas aún no ha sido revelada del todo debido al culpable silencio institucional.
Después de más de treinta años, es hora de decir basta.
*Foto de Portada: Adaptación gráfica de Paolo Bassani basada en una secuencia de fotografías originales tomadas inmediatamente después del arresto de Totò Riina, creadas específicamente para representarlo junto al retrato del general Carlo Alberto dalla Chiesa.
*Foto 2: Totò Riina siendo trasladado en helicóptero
*Foto 3: Mario Mori y Giuseppe De Donno © Imagoeconomica
*Foto 4: Vito Ciancimino en el tribunal © Shobha
*Foto 5: En la gráfica, Salvatore Baiardo y Giuseppe Graviano por Paolo Bassani
*Foto 6: Una fotografía de archivo de la villa de Riina en la calle Bernini