Las recientes decisiones de los tribunales de vigilancia que han concedido permisos premio a varios jefes de la mafia que cumplen cadena perpetua están creando un clima de miedo entre los colaboradores de justicia. Según informó el diario La Repubblica en los últimos días, algunos arrepentidos de Palermo ya han expresado temor por su propia seguridad y la de sus familias, hasta el punto de que están considerando la posibilidad de mudarse al extranjero.
"¿Quién será el próximo en obtener un permiso premio? Quizás uno de los hermanos Graviano, o Leoluca Bagarella. Y no me quedará otra que escapar", dice uno de los colaboradores de justicia contactado por Salvo Palazzolo. "Mi familia y yo pagamos un precio muy alto. Nunca retrocedí, pero ahora estos permisos de bonificación dan miedo. Nos enfrentamos a personas que no olvidan".
La alarma no viene sólo de los arrepentidos. La Fiscalía de Palermo, encabezada por el fiscal Maurizio de Lucia, sigue de cerca el regreso de los jefes de la mafia al territorio. El riesgo es doble: por un lado, la posibilidad de una reorganización de los clanes, por otro, la venganza contra quienes colaboraron con la justicia.
En Palermo desde hace algún tiempo hay un gran movimiento de dinero sucio, lo que es un indicio de una posible reorganización mafiosa. Entre los viejos jefes que pretenden gestionar los asuntos legales y los jóvenes que presionan para aumentar el tráfico de drogas, se teme un intento de reconstituir la comisión provincial.
Hasta la fecha, todos los intentos han sido derrotados. La última vez en el 2018, con el arresto de Settimo Mineo y varias decenas de líderes mafiosos.
Volviendo a la emergencia de las excarcelaciones excelentes, se sabe que desde el 2019, incluso los mafiosos irreductibles pueden obtener beneficios penitenciarios, gracias a una sentencia del Tribunal Constitucional.
Para demostrar la alarmante situación, basta pensar que entre los que ya se han beneficiado de los permisos premio se encuentra Giovanni Formoso, uno de los responsables de la masacre de via Palestro en Milán en 1993. A pesar de no haber colaborado nunca con la justicia, Formoso fue considerado un prisionero modelo.
El único rayo de esperanza para evitar esta deriva proviene de la Corte Suprema, que recientemente reiteró que los presos deben demostrar que han cumplido con sus obligaciones de resarcimiento a las víctimas de sus crímenes. La Corte citó la sentencia de enero del 2004, Nº 16321, subrayando que el acceso a las prestaciones exige también una compensación económica. Pero todavía es demasiado pronto para saber si esto frenará la situación.
Mientras tanto, hay alarma entre los especialistas. Hace algún tiempo, en una entrevista, el fiscal adjunto de Catania, Sebastiano Ardita, destacó el riesgo que se esconde detrás de las "interpretaciones burocráticas del comportamiento de los mafiosos dentro de la prisión". ¿La razón? El mafioso en la celda siempre ha sido un preso modelo y por ello se deben analizar otros parámetros para decidir si excarcelar o no a un detenido de este rango.
Hace tiempo que viene dando la voz de alarma: "Tenemos gente peligrosa, que ha cometido delitos graves, incluso asesinatos, y que ha vuelto a la libertad. Ésta es la realidad. ¿Qué pasará cuando tengan la fuerza suficiente para volver a gobernar los territorios como lo hicieron en los años 70, 80 y 90? Esta es la pregunta que debemos hacernos".
Según la Secretaria Nacional de Unadir, María Rosaria Ingenito Gargano, "nos encontramos ante un escenario cada vez más inquietante que ya ha sellado abundantemente el triunfo de la injusticia. Una vergüenza mundial".
No podemos decir que esté equivocada.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila