Sábado 22 Marzo 2025

Un poder económico abrumador, que se traduce en poder político y de decisión en manos de un puñado de grandes grupos financieros. Un escenario que ya no pertenece al mundo de los misterios y conspiraciones del cine, sino más bien a la cruda ciencia oficial comúnmente entendida.

"Los dueños del mundo: 117 personas controlan 50 billones de dólares" es el título de la retransmisión Millennium Live del diario Il Fatto Quotidiano, que se inspira en el reciente estudio Titans of Capital, de Peter Phillips, sociólogo de la Sonoma State University (Universidad pública de California).

En la charla estuvieron presentes Alessandro Volpi (historiador, autor de "Los dueños del Mundo", Laterza), y los periodistas del Fatto Mauro Del Corno y Luca Martinelli, mientras que el moderador fue Mario Portanova.

"Son entidades financieras gigantescas que recaudan dinero de los ahorristas, de los fondos de pensiones y luego lo invierten para obtener rentabilidad", comienza diciendo Mauro del Corno, para explicar que los 10 principales fondos del planeta controlan una riqueza aterradora, equivalente, en realidad, a 50 billones de dólares, más que el PIB de Estados Unidos y China juntos.

"Blackrock -sigue diciendo del Corso- mueve 11 billones de dólares, o el PIB de Alemania y Japón".

Una disponibilidad de liquidez estratosférica que ha permitido a este fondo, junto a otros nombres como Vanguard y State Street, crear lo que ya no es un mercado, sino un auténtico monopolio garantizado por el control de las principales empresas, empezando por Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, Meta y Netflix.

Un hecho aún más sorprendente que vale la pena mencionar son los vínculos mutuos que existen entre estos grandes colosos.

BlackRock pertenece en un 14% a Vanguard, en un 6,7% a la propia BlackRock y en un 4,5% a State Street. Vanguard, a su vez, está controlada en un 13,5% por BlackRock, un 9,5% por la propia Vanguard y un 3% por State Street, además de una participación en manos de otros fondos más pequeños. Finalmente, State Street Corporation pertenece en un 12,6% a Vanguard, un 8,1% a BlackRock y un 5% a la propia State Street. Una maraña de participaciones que crea una estructura opaca, en la que resulta difícil identificar quién es el verdadero propietario.

Pero la cosa no acaba ahí: los mismos diez fondos poseen ahora alrededor del 30% (según algunos estudios, el 40%) de las 500 principales empresas mundiales.

"Está claro que esta inmensa concentración de poder y de relaciones permite a quienes lo detentan, a quienes forman parte de él, ejercer una presión muy poderosa sobre cualquier gobierno", concluye del Corno.

A este respecto, el historiador Alessandro Volpi ha descrito las repercusiones concretas de tal centralización de la riqueza que experimentó un auge desde la crisis del 2008.

"Aprovecharon la crisis para hacerse espacio a través de una serie de productos financieros que pusieron en el mercado, para robar cuotas de mercado a los sujetos más tradicionales, como los bancos americanos, protagonistas de la temporada inmediatamente anterior", sostiene Volpi, repitiendo la tesis de su reciente libro, The Masters of the World, donde explica cómo este inmenso cártel, creado gracias a la íntima relación entre el CEO de Black Rock, Larry Fink, y el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, ahora también controla las agencias de calificación crediticia, que deciden el destino de las deudas públicas de los Estados, gran parte de la prensa económica, los principales bancos del planeta, las compañías de seguros, las farmacéuticas, la industria militar, las empresas de alta tecnología, toda la cadena de suministro de alimentos y bebidas, y la energía, incluyendo las energías renovables.

Hace unos meses destacamos que estos fondos se benefician de la guerra en Ucrania, ya que tienen participaciones importantes en las principales industrias bélicas, pero no solo eso. También son propietarios de la deuda de Kiev, hoy incobrable al gobierno de Zelensky, que se traduce en programas de ajuste estructural y consolidación del control sobre empresas estratégicas y millones de hectáreas de tierras agrícolas que son propiedad de gigantes como Cargill y Monsanto.

"La liquidez en la que se basan estos fondos es el ahorro, y cuanto más aumenta el número de personas que tienen que dirigir sus ahorros hacia los fondos, más liquidez y municiones tienen para mantener alto el precio de los títulos que hacen su fortuna", afirma el historiador, explicando que diversos estudios indican que un retroceso del Estado de bienestar da lugar a un aumento de la necesidad de financiación privada.

"Si ya no tengo pensiones públicas, necesito prestaciones complementarias libres de impuestos y, por tanto, incentivadas", prosiguió, describiendo un panorama ya preocupante para nuestro país, donde los fondos de pensiones y los fondos de seguridad social constituyen un activo total equivalente a 300 mil millones de euros, pero ahora solo el 35% de esto se destina a la deuda pública italiana. La cantidad restante huye hacia bonos públicos y privados extranjeros, prefiriendo tal vez las grandes empresas estadounidenses que pertenecen a los mismos colosales fondos de cobertura.

En este tema, otro aspecto discutido se refiere a la financiarización extrema de la economía que estas empresas están logrando a una velocidad sin precedentes.

"Inyectaron una fuerte liquidez a las empresas en las que compraron acciones, como Apple, o Nvidia. Esto significó que la capitalización de estas empresas se disparó a las estrellas (3 billones en Nvidia). Sin embargo, este mecanismo: retirar ahorros, comprar acciones e inyectar liquidez a las empresas cuyas acciones compro es un mecanismo que ha llevado a una gigantesca burbuja financiera. El volumen de negocios anual de estas empresas es mucho menor incluso en términos porcentuales que el crecimiento del valor de las acciones", concluyó Volpi.

Hacia la parte final de la entrevista se comentó la reciente visita de Larry Fink al Palacio Chigi, que se desarrolló con homenajes de la Primera Ministra, Giorgia Meloni, que vislumbró oportunidades de inversión en el ámbito de las infraestructuras de transporte nacionales y otros sectores naturales estratégicos.

"Esencialmente esta visita es una representación del poder real que tienen estos sujetos que se sientan a dialogar con quienes gobiernan. Estos sujetos se sientan a las mesas más importantes donde se decide el futuro del país", afirmó Luca Martinelli al respecto.

Volpi hace una interpretación más siniestra de todo el asunto, que podría referirse a una financiarización más profunda de nuestro país.

"El Estado italiano tiene una deuda de 3.000 mil millones de euros, con una necesidad de renovación cada año del orden de 300-400 mil millones. De 2012 a 2023 esta intervención estuvo a cargo del Banco Central Europeo. Hoy el Banco Central Europeo dejó de comprar deuda pública italiana. Los ahorros de las familias italianas no son suficientes, los ahorros gestionados por los italianos acaban en Estados Unidos y los grandes fondos son gestores de cuotas muy importantes del ahorro. Creo que Meloni le pidió a Larry Fink que compre una parte de la deuda italiana, quizás ofreciendo una vía privilegiada para futuras privatizaciones", concluyó el historiador.

Tememos, por tanto, un panorama sombrío en el que los ciudadanos se van a convertir en sujetos financieros cuyo destino dependerá, más que del Estado italiano, de fondos como Blackrock, que ya tienen un poder casi absoluto sobre nuestras vidas.

*Foto de Portada: © Imagoeconomica