Viernes 6 Diciembre 2024

Los jóvenes salieron a las calles junto a sindicatos y asociaciones

Un grito surge de la multitud reunida bajo el Árbol de Falcone: ¡Traidores! ¡Traidores! Fuera la mafia del Estado. Acaba de transcurrir el minuto de silencio en memoria del juez Giovanni Falcone, de su esposa Francesca Morvillo y de los oficiales de su custodia Antonio Montinaro, Vito Schifani y Rocco Dicillo.

¿A quién va dirigido este epíteto?

Va contra los representantes de las instituciones ubicados en el palco, como el alcalde de Palermo, Roberto Lagalla, y el presidente de la región de Sicilia, Vito Schifani, que, por un lado, recuerdan al juez asesinado en Capaci hace 32 años y, por otro, aceptan el apoyo indecente de los condenados por mafia, Totò Cuffaro y Marcello Dell'Utri. Y contra quienes, a través de reformas, debilitan las herramientas en manos de magistrados e investigadores en la lucha contra la mafia y la corrupción.

Contra aquellos que no dijeron nada el año pasado, mientras muchos ciudadanos, estudiantes, hombres y mujeres eran golpeados con porras. Contra las hipocresías estatales de quienes intentan normalizar el fenómeno mafioso.

La mafia perdió y nosotros ganamos: ésta es la consigna tan querida por quienes, después de más de treinta años, quisieran cerrar definitivamente la cuestión de las masacres de los años 1992-1994. Para tranquilizarse utilizan el famoso mantra "fue sólo la mafia", sin rastro de funcionarios del Estado, instigadores ocultos, traiciones, y sin ninguna presencia externa.

Todas las cuestiones sumergidas en la retórica estatal alimentada, lamentablemente, por la Fundación Falcone.

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Durante más de treinta y dos años el Estado ha ignorado los pedidos de verdad y justicia en torno a la masacre de Capaci. Una masacre, recordémoslo, que aún no fue esclarecida. Pero mientras el pozo negro de los "normalizadores" presiona para que todo se guarde y se olvide, cientos de ciudadanos han vuelto a salir a las calles de Palermo.

La marcha, promovida por la Coordinadora Antimafia junto con otras realidades sociales de Palermo, se abrió con la imagen de la primera ministra Meloni cubriéndose el rostro, subiéndose la chaqueta y cuatro policías con equipo antidisturbios y armados con porras falsas. "Presidenta Meloni -dice un cartel- sus porras no garantizan el orden público, son abusos de poder".

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"Con este gesto queremos representar toda la represión de la que jóvenes como nosotros hemos sido víctimas en los últimos tiempos -afirmó Marta Capaccioni del colectivo Our Voice- y cada vez que la primera ministra se puso del lado de la policía y ha fingido no ver y no saber. Denunciamos también la represión que tuvo lugar contra nosotros el año pasado, cuando nuestra marcha pacífica y autorizada fue bloqueada. Supimos por el diario Repubblica Palermo que los instigadores externos de esa acción fueron el alcalde Lagalla y la Fundación Falcone -añadió- y hoy exigimos respuestas". De inmediato quedó claro que se trataba de una iniciativa con un tono diferente al de otras conmemoraciones antimafia "de palacio" que hoy se promueven.

Nosotros "desde la antimafia queremos coherencia, de las palabras a los hechos. Éste es el terreno que nos divide", afirmó Mario Ridulfo, secretario general de la CGIL Palermo, a la sombra de los Quattro Canti.

Hacia el Árbol de Falcone

La procesión avanzó por el centro. Desde calle Maqueda hasta calle Notarbartolo.

Entre los participantes estaba la secretaria del Partido Demócrata, Elly Schlein, que declaró ante nuestros micrófonos: "Debemos seguir luchando por la verdad y la justicia. Debemos hacerlo por todos los ciudadanos porque es una batalla por la dignidad de la República y del Estado".

En la procesión también estuvieron presentes Luisa y Giovanni Impastato, sobrina y hermano de Peppino Impastato, símbolo de la antimafia y de la lucha social.

Su pasión como activista la ha llevado a tomar conciencia de que hoy ya no podemos hablar de lucha contra la mafia sin abordar también la cuestión social: el empobrecimiento de las familias, con una tasa de desempleo del 22% en la ciudad, las muertes en el trabajo, la privatización de la asistencia sanitaria y la lacra de la drogadicción, que se cobra centenares de víctimas entre los jóvenes de Palermo. Esta lucha es "interseccional" y abarca cuestiones que van más allá de las fronteras nacionales, como el genocidio en curso en Palestina. La guerra también es una forma de mafia y por esta razón es necesaria una acción que no se ajuste a esquemas prefabricados.

"El verdadero movimiento antimafia nunca ha sido conformista", afirmó Fausto Melluso, recordando que lo que sucede hoy en la política no tiene nada que ver con la visión revolucionaria deseada por el juez Falcone.

La procesión se detuvo luego en calle Notarbartolo y la activista de Our Voice, Marta Capaccioni, tomó la palabra: "Estamos aquí, en las calles de Palermo, en contra de los desfiles de la hipocresía y la traición. Esta mañana hubo una pasarela hipócrita en el Palazzo Jung con Maria Falcone, rodeada de traidores de las instituciones. El año pasado no nos dejaron llegar al Árbol de Falcone, usando la fuerza, traicionando a Giovanni Falcone y a Paolo Borsellino una vez más. María Falcone dijo que los jóvenes no necesitan palabras, sino emociones. Nosotros le respondemos que tenemos necesidad de verdad".

"Durante demasiado tiempo bajo ese árbol se guardó silencio sobre la complicidad del Estado detrás de la masacre de Capaci y sobre la tratativa Estado-mafia, que sigue siendo un hecho históricamente comprobado por sentencias definitivas. Se hace silencio sobre los autores externos detrás de la masacre; los mismos que Vincenzo Agostino buscó durante treinta y cinco años, llamándolos 'los titiriteros'".

"La nuestra -prosiguió- es una resistencia antimafia. Pero hace un año fuimos detenidos por tres cordones policiales. Es importante recordar esto, porque esa represión, además de conmocionar a toda una nación, golpeó a nuestros cuerpos recientemente. El 25 de febrero del 2024, supimos por Repubblica Palermo que los instigadores externos de esa acción habrían sido el alcalde Lagalla y la Fundación Falcone, quienes habrían pedido que no se permita a nuestra comitiva llegar al escenario para evitar pitos y denuncias a las autoridades. Una afirmación que hasta la fecha nunca fue desmentida ni por la Fundación Falcone ni por Lagalla. Y que, por tanto, los convierte en cómplices de lo ocurrido el año pasado", declaró.

"Pedimos explicaciones", continuó el activista Jamil El Sadi, "pero respondieron con el silencio típico de la mafia y no con la honestidad de Giovanni Falcone".

Después del silencio y de un largo aplauso para las víctimas de la masacre de Capaci, a las 17.58, hora de la masacre, los cánticos de "Fuera la mafia del Estado" y "¡Traidores!" se elevaron desde la marcha hacia el escenario.

Esto marcó el final de este 32º aniversario. Una muestra clara de las dos almas diferentes de la memoria. Una viva, contestataria y revolucionaria. La otra desoladora e hipócrita representada por la pasarela institucional del Palacio Jung.

Gracias 'Fundación Falcone' por las pasarelas de la nada

En poco más de una mañana, los representantes antimafia de palacio se llenaron la boca con palabras como "legalidad", "justicia", "sentido del deber", "memoria", etc.

La presidenta Maria Falcone declaró que no quería creer que detrás de la masacre "haya actuado el poder del Estado" porque "amo al Estado italiano y no puedo pensar que algunas instituciones hayan conspirado contra Giovanni".

Sin embargo, muchos hechos históricos indican claramente que algunas "partes del Estado" querían la muerte de Falcone y el olvido de lo que había descubierto.

No se puede olvidar, como recordó Pino Aralcchi hace unos días en el programa Report, que Falcone había comprendido las conexiones entre los servicios secretos, el aparato paramilitar Gladio y la mafia.

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No se puede olvidar que Falcone le dijo a Paolo Borsellino que, una vez obtenido el cargo de fiscal nacional Antimafia, iba a retomar la investigación sobre el asesinato de Piersanti Mattarella y descubrir la conexión entre la mafia y el Estado que estaba detrás de su asesinato.

No se puede olvidar que fueron precisamente los grandes puestos del poder judicial los que obstaculizaron en todos los sentidos a Giovanni Falcone, tildándolo de juez "sheriff" y con delirios de protagonismo.

Y, por otra parte: ¿quién se robó los diarios y las bases de datos de Falcone de su oficina en el ministerio sino hombres del Estado?

Todas estas cosas desaparecieron de la historia oficial del 23 de mayo. Pero los abanderados de la "normalización" han logrado hacerlo mejor. Consiguieron traer al escenario instalado en Kalsa a los defensores de la nueva restauración: el ministro de Justicia, Carlo Nordio, y el ministro del Interior, Matteo Piantedosi.

Este último aún no ha respondido a las preguntas parlamentarias sobre las palizas recibidas por los estudiantes en el 2023. Golpes que se repiten sistemáticamente cada vez que los estudiantes expresan su desacuerdo contra el genocidio en curso en Gaza.

Nordio, sin embargo, esta mañana declaró que Falcone y Borsellino deberían ser "santos". Palabras hipócritas dichas mientras se promueve una reforma de la justicia que desmantela las leyes antimafia en nombre de un "supuesto garantismo", como la legislación sobre los arrepentidos, la abolición de facto de las escuchas telefónicas, etc.

Así es como se traiciona la memoria de Giovanni Falcone.

*Foto de Portada:Fotoreportaje © Paolo Bassani