Lunes 29 Abril 2024

40 años después, lo dijo la Casación. Lia Pipitone fue asesinada por la mafia. A veces, esos son los tiempos

¿Lía Pipitone? ¿Quién era?

Quizás la mataron porque se lo buscó.

Y esto se podría pensar, dada la decisión de la región de Sicilia de hace un mes de poner por escrito que Lia Pipitone: "No tiene el estatus de víctima inocente de la mafia".

En efecto, parece ser que, según los refinados juristas del Palacio de Orleans, sede de la Región de Sicilia, existen "víctimas culpables".

En consecuencia, no habrá ningún reconocimiento institucional en nombre de su memoria.

Ningún nombre grabado en el granito de una lápida; sin fecha de nacimiento ni de asesinato, ya que Lia se rebeló por amor contra las leyes del clan, motivo no previsto por los ministerios que se ocupan de la financiación de las víctimas afectadas por la ferocidad de la mafia.

Una sucia página de la antimafia.

Estamos escribiendo sobre una gran historia que clama venganza.

Lo ocurrido -y que Jamil El Sadi ha relatado muy bien en esta revista- se puede resumir de la siguiente manera: Lia Pipitone fue asesinada el 23 de septiembre de 1983, a la edad de 25 años, durante la realización de un falso robo en la calle Papa Sergio, en Arenella, pueblo costero de Palermo donde vivía, a manos de los mafiosos del pueblo, y con el consentimiento tácito de su padre, el viejo jefe Antonino Pipitone.

Lia era culpable, a los ojos de Cosa Nostra y de sus familiares, de una relación extramatrimonial.

Era la época de la gran guerra de la mafia, cuando decenas de víctimas cayeron en las calles de Palermo, es de imaginar que nadie se esforzara por buscar los auténticos motivos de las ejecuciones individuales.

Años y años de investigaciones confusas, abiertas, cerradas y reabiertas, de desvíos de las investigaciones, de rumores difundidos por colaboradores de justicia, hasta que, el 17 de julio del 2018, la jueza de Palermo, María Cristina Sala, en juicio abreviado, condenó a 30 años de prisión a los jefes Vincenzo Galatolo y Antonio Madonia por haber dado la orden de cometer del crimen.

La jueza dice en la sentencia: "El asesinato de Lia Pipitone se produjo en el seno de Cosa Nostra... de tal manera que la muerte de la joven aparece como el trágico epílogo de un robo, con el objetivo de ocultar el real y efectivo motivo del crimen".

Palabras similares, igualmente definitivas, fueron utilizadas el 10 de junio del 2020 por la segunda sección de la Corte Penal de Apelación de Palermo, presidida por Fabio Marino, confirmando las condenas de primera instancia.

Finalmente, la sentencia de la Casación fue dictada en el 2022, con una nueva confirmación de las condenas. El padre de Lia, sin embargo, fue absuelto del cargo de haber consentido el sacrificio de su hija decretado por los jefes.

Pues bien, a esta altura, después de décadas, el proceso investigativo y judicial llega a su fin. Era hora.

La lógica dictaría que donde fue asesinada Lia, en la calle Papa Sergio 1, en Arenella, se colocaría una placa en memoria de su sacrificio.

Y así, con mérito, lo propusieron los jóvenes de Libera, de don Luigi Ciotti.

Pero en Italia no parece fácil colocar una lápida.

El actual titular del inmueble es Giovanni Benfante, un oficial de carabineros jubilado, quien declaró: "Podría sufrir grandes daños económicos por la lápida. Es un almacén que estoy reformando para intentar sacar alguna rentabilidad, vendiendo o alquilando. Y ya tengo una oferta de alquiler para este verano".

En definitiva, pretende hacer uso de su derecho a oponerse a la presencia de la lápida.

Llegados a este punto los chicos de Libera propusieron al menos una piedra recordatoria. De ninguna manera. La música es siempre la misma: habría un daño económico.

La presencia de ese nombre -Lia Pipitone, nacida en Palermo el 16 de agosto de 1958, asesinada en Palermo el 23 de setiembre de 1983- afecta el valor de mercado del inmueble.

Un poco como las casas que, según la leyenda, están perseguidas por fantasmas. Historias que siempre se han escuchado, desde los albores de los tiempos.

Permanecen vacantes durante años. Nadie quiere vivir allí. La gente tiene miedo. Los propietarios bajan periódicamente los precios, tal vez tratando desesperadamente de vender por debajo del costo. De ninguna manera. Nadie quiere esas casas y se abandonan.

¿Pero Lia Pipitone es un fantasma? Depende del punto de vista.

En la Italia actual, tal vez sí. En la Sicilia y Palermo de hoy, tal vez sí.

Para la Italia de ciertos periódicos y ciertos intelectuales, tal vez sí.

¿Y qué opinan de todo este asunto el presidente de la Región de Sicilia, Renato Schifani, o el alcalde de Palermo, Roberto Lagalla?

Que lo digan.

Nos gustaría escuchar sus palabras. Quizás, más simplemente, podrían tomar la iniciativa de liquidar económicamente a Giovanni Benfante, el "propietario", y reconocer a Lia como víctima de la mafia.

Su hijo, Alessio, tenía cuatro años el día del crimen. Desde entonces no ha obtenido la rehabilitación de la memoria de su madre.

En mi opinión, tiene todo el derecho a hacerlo, como muchos otros familiares de víctimas de la mafia más ilustres que Lia, que cuando salen a la calle para celebrar sus aniversarios quizás se encuentren con Schifani y Lagalla, por elegir al azar.

Foto: Antimafia Duemila