Jueves 25 Abril 2024

Estimado Doctor Grasso:

Le escribo como estudiante de Derecho de la Universidad de Palermo y como integrante del Movimiento Our Voice, que fue uno de los impulsores de la marcha del 23 de mayo "No han sido ustedes, pero fueron ustedes".

Le escribo porque usted, en la tarde del 23 de mayo, estaba en el palco ubicado bajo el Árbol de Falcone, junto a Maria Falcone y al alcalde Roberto Lagalla (al que apoyan hombres que fueron condenados por delitos mafiosos como Dell'Utri y Totò Cuffaro), leyendo los nombres de las víctimas de la mafia, lo cual fue seguido por un emotivo aplauso.

Soy una de los cientos de estudiantes a los que se les ha impedido llegar al Árbol de Falcone para conmemorar a nuestros mártires. Recibí empujones violentos de la policía, a pesar de que estaba parada y totalmente indefensa. A diferencia de muchos de mis otros compañeros, tuve suerte, porque un amigo me salvó de una cachiporra que estuvo a punto de partirme la cara.

Estoy triste, indignada y enojada, porque en la marcha había menores, muchos menores de diferentes escuelas; había familias, niños, personas en sillas de ruedas, ciudadanos comunes.

Tenemos informes documentados de fracturas y fotos de las lesiones reportadas por muchas personas; tenemos videos y fotos de todos los abusos de poder. Hechos no informados en el comunicado de prensa difundido por la Jefatura de Policía. Estamos listos para llevar todo este material ante un Tribunal.

No quiero cuestionar el hecho de que quizás no se haya dado cuenta de lo que estaba pasando a unas decenas de metros del escenario; tampoco quiero cuestionar su disposición a no tomar partido abiertamente contra las golpizas que sufrimos los estudiantes.

Pero le digo la verdad: después de haber asistido a algunos seminarios que usted ha dado en la Facultad de Derecho, en los que habló de la lucha contra la mafia, del maxi proceso y de muchos otros temas, esperaba de su parte una inmediata, clara y contundente posición. Lamento mucho que no haya sido así y que espero que lo subsane de inmediato.

La represión a la libertad de expresión del pensamiento, protegida por el artículo 21 de la Constitución, sólo debería darse en las peores dictaduras y es la primera garantía democrática que se enseña en un curso de Derecho Constitucional.

Además, recuerdo cuando usted dijo que estaba de acuerdo con los estudiantes que denunciaban la retórica y las pasarelas en la marcha del 23 de mayo que tuvo lugar el año pasado, con motivo del trigésimo aniversario (manifestación que llegó, esa vez, eso sí, sin órdenes de último minuto y sin obstáculos, a la altura de calle Giacomo Leopardi, algunas decenas de metros antes del Árbol de Falcone). Una marcha que tuvo lugar en plena campaña electoral, que impugnó no sólo a los Lagalla, Dell'Utri y Cuffaro de turno, sino también a la complicidad institucional y política en las masacres y que reclamó verdad y justicia. En esos días, al ser consultado por uno de los redactores de ANTIMAFIADuemila, respondió: "Es bueno que las instituciones tengan aguijón y estos estudiantes hacen bien porque significa que esta ciudad no está resignada, no es indiferente. Me alegra que exista esta voz de los jóvenes y me da esperanza para el futuro". Siempre fuimos nosotros, tanto el año pasado como este año. ¿Qué cambió?

Como jóvenes nos gustaría ser un acicate para las instituciones, sí, pero también una barrera transparente e incorruptible a cualquier tipo de compromiso moral y político. Espero que esta carta sea contestada por usted, Doctor Grasso. Porque si es cierto que los jóvenes le damos esperanza para el futuro, entonces se nos debe permitir que construyamos un presente diferente y alejado de cualquier forma de cercanía con personajes apoyados por hombres condenados por delitos mafiosos. Precisamente, esos personajes que estaban en el escenario con usted, mientras a nosotros nos aporreaban, a pesar de que seguíamos gritando el nombre de "Falcone".

Foto: Paolo Bassani