Por María Santamaria, desde Italia-29 de diciembre de 2022
"He vivido muchas experiencias diferentes desde que me convertí en colaborador de justicia, pero, por breve que sea, el tiempo que pasé en el penal de menores de Nisida adquiere un significado muy especial para mí". Esto fue lo primero que expresó Gaspare Mutolo, al final del encuentro del pasado 23 de diciembre con los jóvenes detenidos en la penitenciaría de la isla napolitana.
Un evento que, probablemente, se ubique entre los más importantes desde el punto de vista educativo que pudimos organizar, gracias, sobre todo, al compromiso del presidente de la asociación E.C.C.O. (Educación Cívica y Continua Ottaviana contra el crimen organizado y contra todas las formas de delincuencia asociada), el abogado y profesor Rosario Scognamiglio, consultor de la Comisión Bicameral Antimafia. Para la ocasión nos reservaron un área pequeña del penal.
Luego de un breve preámbulo, el abogado Scognamiglio presenta a los oradores invitados y pasa la palabra a la doctora Piera Aiello, expresidenta del X Comité de la Comisión Nacional Bicameral Antimafia: "No me gusta que me llamen honorable -comienza diciendo Aiello-... ante todo soy una madre, una hermana, una persona que quiere estar cerca de los últimos".
Y sigue contando su historia, la de una joven forzada a un matrimonio no deseado con Nicola Atria, hijo del mafioso partanés Vito Atria. Obligada a llevar una vida contraria a sus principios, sufrió no pocas violencias por parte de su esposo, pero aún así tuvo la fuerza y el coraje de denunciar a su familia. "Mi padre -agrega- a menudo me repetía una palabra: respeto. No se puede esperar respeto si no se está dispuesto a darlo, respeto por las personas, por el medio ambiente, por los animales. Después de la denuncia, podría haberme retirado y desaparecido bajo la protección del Estado: en cambio estoy aquí, convencida de que colaborar no es ser cobarde, sino tener conciencia de haber tomado antes el camino equivocado". La doctora Aiello también cuenta de su encuentro con otro colaborador que pertenecía a la pandilla Magliana, quien le confesó, durante una entrevista, que recordaba todos los rostros de las personas asesinadas y cuánto deseaba pedirles perdón. Luego, el recuerdo pasa a su cuñada, Rita Adria, quien, como muchos jóvenes que crecieron en un contexto delictivo, creyó durante años que la vida que llevaba su familia era la correcta. Cuando Rita conoció a Paolo Borsellino, se dio cuenta hasta qué punto eran equivocadas sus creencias.
La segunda intervención de la mañana fue la del doctor Eduardo Ammendola, especializado en psiquiatría infantil. En 1978, en Ottaviano, dos sangrientos asesinatos que quedaron impunes marcaron la vida de Ammendola, razón por la cual instituyó la asociación E.C.C.O.
En la primera parte del encuentro, los relatores centraron su atención en la influencia del entorno criminal en los jóvenes, es decir, se les hace creer fácilmente a los jóvenes reclutas que son "alguien", que juegan roles importantes, pero la realidad es muy distinta: en las asociaciones criminales nadie cuenta realmente. "El verdadero problema no es el poder en sí, sino la responsabilidad que se está dispuesto a asumir cuando se cometen errores", concluye la Dra. Aiello, antes de dar la palabra al invitado más esperado por los jóvenes: Gaspare Mutolo.
Invitado a contar su historia, Gaspare se describe a sí mismo ante los jóvenes diciendo: "Yo estuve en este lugar mucho antes que ustedes, tenía las mismas convicciones y las mismas ilusiones que hoy tienen ustedes. Con el tiempo me di cuenta que desperdicié mis mejores años encerrado entre las cuatro paredes de una prisión, causando sufrimiento a las personas que más amaba y que me amaban: mi familia. Me acerqué al mundo criminal cuando, siendo muy joven, trabajaba en un taller mecánico frecuentado por mafiosos. Conocí a Salvatore Riina en prisión, en los años 60 y confieso que lo quería mucho y, durante varios años, fui correspondido con el mismo cariño. Luego, cuando el verdadero negocio pasó a ser el narcotráfico, todo cambió. Los valores cambiaron, la mafia cambió y Riina también cambió".
En este punto, la doctora Aiello le pregunta: "Salvatore Riina fue considerado un loco sanguinario que hizo matar a muchas personas, ¿cómo es posible considerar en forma positiva a este hombre?".
Gaspare responde y explica: "A pesar de todo, Riina conservó siempre un trato 'humano' hacia las personas que amaba. Por ejemplo, nunca aceptó el tratamiento que le dio el Estado a su esposa Ninetta, le parecía una injusticia que la estuvieran molestando. Después de que lo atraparon, casi se vuelve loco cuando se dio cuenta de que había sido traicionado y sentenciado a cadena perpetua. Estos son sentimientos muy normales, no puedo evitar sentir una especie de piedad humana por él".
Finalmente, uno de los chicos supera la vergüenza y, en napolitano cerrado, pero usando el respetuoso "usted", le pregunta: "¿Por qué decidió desvincularse de Cosa Nostra?".
"La decisión de colaborar a menudo se ve como una traición, pero no fui yo quien traicionó a la mafia: fue la mafia la que se traicionó a sí misma y, por lo tanto, a mí también, especialmente cuando comenzó a matar mujeres y niños sin piedad. Esto me llevó a cambiar completamente de rumbo. Hoy, la mafia ya no hace ruido, se viste de saco y corbata y trata con el Estado. Es vergonzoso que el Estado haga pactos con la mafia. Ustedes deben aspirar a ser gobernados por personas justas y honestas. Si continúan en el camino criminal, seguramente terminarán en la cárcel o asesinados".
Otro joven pregunta: "Si el padre del pequeño Di Matteo se hubiera retractado, ¿se habría salvado el niño? ¿Lo habrían perdonado?". "No lo creo -responde Gaspare-, el niño conocía las voces de quienes lo habían secuestrado y eso representaba un peligro".
La siguiente pregunta crea un momento de suspenso: ¿Por qué no arrestan a Matteo Messina Denaro?
Sin rodeos, Gaspare responde: "Es muy probable que no lo quieran arrestar. Cuando en 1996 el jefe de Estado impidió que se extendiera o ramificara la intercepción de sus llamadas telefónicas, esa decisión produjo muchas muertes, muertes evitables, pero no evitadas, por tanto, de alguna manera queridas. Si no hubiera habido colaboradores, todavía hoy habría masacres. En mi camino personal de colaboración yo actué de otra manera: no he tenido miedo de tocar a los políticos".
"¿Aún se siente mafioso en su corazón?", pregunta otro chico. "En el libro que escribí con Santamaría expliqué cómo nos sentíamos realmente los mafiosos en comparación con la gente común. Nos sentíamos como caballos de pura sangre, tal como dice el título del libro. Sin embargo, cuando se produce el cambio, se comprende que fuera de ese mundo hay otros valores, la verdadera belleza está contenida en las cosas sencillas, en las miradas benévolas de las personas que te respetan y te quieren por lo que eres, no porque te teman o por lo que uno quiere creer que es".
El abogado Scognamiglio interviene recordando una afirmación de Salvatore Borsellino: "Si tuviera que tomar un café con alguien, ese alguien sería Gaspare Mutolo".
Las preguntas continúan para Mutolo: "Si había decidido colaborar, ¿por qué esperó a que lo detuvieran?". "En la cárcel comencé a reflexionar sobre las masacres que se estaban dando, pensé en las palabras de condena de mi familia y de mi esposa por los hechos atroces de esos años. Sus palabras resonaron en mi mente, al igual que muchos niños que fueron asesinados o mutilados volvieron a mi mente. Esperé para colaborar porque quería hacerlo a mi manera".
"Puedo entender su decisión de cooperar, pero ¿por qué denunciar y hacer arrestar a otros mafiosos?". "Les dije a los magistrados que lo primero que debían hacer era bloquear el grupo con poder de fuego y luego seguir con los políticos. A la hora de colaborar es necesario ser fiable, sobre todo es fundamental moverse en el camino correcto".
"Cuando, antes de morir, Borsellino dijo: 'Soy un muerto que camina', ¿lo traicionaron o lo dejaron solo?". "Fue traicionado por las instituciones, por sus propios colegas. Solo después de su muerte todos se convirtieron en sus amigos, todos lo honraron".
Una vez finalizado el debate, nos trasladamos a la cantina para compartir con los chicos un panettone artesanal de 5 kilos preparado para la ocasión. Incluso en esta coyuntura, el carisma de Mutolo llamó la atención de los jóvenes presos, quienes rodearon al anciano invitado para continuar la conversación de manera amistosa. Antes de despedirnos, entregamos a cada joven un panettone y el folleto "La metamorfosis del alma", un resumen de la trayectoria artística de Gaspare que contiene una pequeña colección de sus obras.
El arte puede ser un ancla de salvación, él lo sabe bien. Mientras caminamos hacia la salida nos despedimos, todos los jóvenes nos sonríen, y abrigamos en el corazón la esperanza de haberlos llevado, al menos, a reflexionar.
Después de todo, Gaspare era uno de ellos, sus palabras tienen un peso especial. Quién sabe si, siguiendo su ejemplo, alguno de ellos encuentre su propia ancla de salvación.
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*Fotos de portada y restante: Antimafia Duemila