Saverio Lodato-14 de abril de 2022

Siempre sonríe de corazón. Parece haber engordado. Haría falta Orwell, para darle su lugar en una reedición actualizada del mítico Animal Farm o Rebelión en la granja en su versión en español. Porque Orwell era inglés y al imperio inglés lo conocía muy bien. Presten atención. En todas las fotos, tomas de TV, vídeos o selfis, el líder británico, Boris Johnson, muestra su alegría ante las noticias diarias de Ucrania. Y cuanto más feroces son, más se ríe. Cuanto más dura la guerra, más disfruta. Cuanto más se alejan la negociación y la paz, más parece estar de buen humor. Si, por casualidad, vislumbra un atisbo de tregua, aunque sea verbal entre las partes contendientes, inmediatamente se pone en acción para cerrar el paso a los que perturban a los operadores estadounidenses. Y lo bonito es que ni siquiera es parte de Europa, pero los comentaristas con un concepto europeísta bonachón y tenaz ya lo han perdonado.

En cuanto a Italia, ya lo sabemos, circulan muchísimos perros fieles a Biden y a la OTAN. Por el amor de Dios, hablamos de excelentes personas.

Son las vestales del Plan Marshall y del desembarco en Normandía, del soldado Ryan, las que en su casa usan la bandera de barras y estrellas como cortina de baño, las que en la época del '68 decían peste y cuernos del alma buena de Ho Chi Minh, y que en tiempos más recientes se hacían agua la boca en horario de máxima audiencia en nuestras salas de televisión para hablar del ántrax de Saddam Hussein, la causa de la invasión estadounidense a Irak (los estadounidenses admitieron, aunque tardaron años, que fue un invento de su propaganda, demostrando que el problema, al final, no son tanto los americanos, sino los que se convierten en perros que mueven la cola ante los americanos) los mismos que, decíamos, se encogían de hombros si la discusión recaía en las torturas de Guantánamo, o en el desastre de Chile, Argentina, la Grecia de los coroneles, o los líderes separatistas africanos asesinados porque África debía permanecer eternamente de rodillas… Detengámonos.

Hubo una masacre premeditada de toda la familia Romanov, ordenada por Lenin. Hubo fosas de Katyn, ordenadas por Stalin. Hubo Gulags. La KGB y Siberia. Hubo el Muro de Berlín. Los misiles en Cuba. Ahora la invasión rusa de Ucrania.

Etcétera, etcétera, etcétera.

Solo por decir, sería bueno que alguno de nosotros no tuviera banderas en la ducha de su casa.

Pero ahora, volviendo al principio, hay que decir que trajimos a colación al líder británico Johnson luego de su última declaración disruptiva. En la que expone su terapia para combatir la inmigración ilegal. En otras palabras, el gobierno de Londres estudia un plan para enviar a Ruanda a miles de personas que cruzan el Canal "ilegalmente", o de forma subordinada a sus países africanos de origen. Media Gran Bretaña protestó. Pero él, que no se da por vencido, se revuelve en ello y añade: "Si nuestro país es considerado débil frente a la inmigración ilegal por algunos socios es por culpa de un grupo de abogados politizados que desde hace años hacen negocio obstaculizando las deportaciones y limitando las acciones del gobierno". Deportaciones. Ruanda, un país asolado por el genocidio derivado del enfrentamiento entre las etnias hutu y tutsi. Los criminales de guerra, o los posibles criminales de guerra, sin duda alguna, tienen su propio vocabulario personal.

En estas manos estamos. Y habría que añadir que quien de genocidio mata de genocidio muere, al menos verbalmente.

Ahora, muchos países europeos deberían hacerse algunas preguntas.

¿El Occidente que queremos es el de Johnson?

¿El Occidente que nos representa es el de Johnson?

Y, por favor, ¿podríamos pedirles a los dandis de Bruselas que finalmente tengan una inyección de orgullo y den a luz algunas ideas propias sobre la guerra?

Discúlpennos entonces, si nos escapamos del grupo de pensadores de barras y estrellas que están elaborando diligentemente las listas negras de los pro Putin en nuestra casa. Un viejo adagio dice que el más limpio tiene sarna. Frase áspera, pero con algo de verdad.

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*Foto de portada: reelaboración gráfica de Paolo Bassani (Foto original: it.depositphotos.com)