Gracias a la Fiscalía de Florencia una mujer pronto será interrogada. Tal vez pertenezca a los servicios secretos desviados.
Nunca es demasiado tarde para descubrir la verdad. El camino para llegar a ella puede ser lento, tortuoso. A veces parece imposible debido a las distorsiones y desvíos que se perpetran para ocultar la responsabilidad, pero tarde o temprano sale a la luz.
Ahora, gracias al importante trabajo de la Fiscalía de Florencia, y en particular de los fiscales adjuntos Luca Tescaroli y Luca Turco, podría emerger otro fragmento de verdad sobre las masacres de 1993 en Florencia, Roma y Milán, y apuntar a que se conozca la identidad de los autores intelectuales y participantes externos a Cosa Nostra.
Ayer se conoció la noticia de que el domicilio de una mujer de 57 años residente en la provincia de Bérgamo fue registrado por los carabineros del ROS (Reagrupamiento Operativo Especial) de Florencia. Su nombre es Rosa Belotti. Y según los investigadores, podría tratarse de la misteriosa 'rubia' a la que unos testigos vieron alejarse, junto a otro joven, de vía Palestro, en Milán, la noche del atentado del 27 de julio de 1993.
Desde hace tiempo, los investigadores tenían algunos identikits. Y uno de estos, también conocido como 'identikit número 14', sería muy similar a la foto de una mujer que fue encontrada en septiembre de 1993, durante un registro realizado en una casa de campo en Alcamo, nuevamente como parte de la investigación sobre las masacres que llevó a la incautación de numerosas armas.
Eso sí, solo nos encontramos ante una hipótesis acusatoria, basada en algunas pruebas fotográficas, de las que la mujer pronto será llamada a defenderse.
Lo cierto es que la presencia de una figura femenina en los lugares de las masacres representa sin duda un elemento que cambia el escenario, abriéndose a una simple consideración: ¡en las masacres del Continente no actuó sólo la Mafia!
La idea de una mujer en Florencia
Se habla de una mujer en algunas actas de la masacre de vía dei Georgofili, ocurrida la noche del 26 al 27 de mayo de 1993. Como recordó hace unos años el magistrado asesor Gianfranco Donadio en la Comisión Antimafia, un testigo constató la presencia de una mujer cerca del lugar de la explosión, dando una descripción precisa, aunque el color del cabello era diferente. En concreto, un testigo habló de una mujer de 25 años, de contextura delgada, cabello oscuro, melena corta y castaña. Y también dijo que había visto a otros dos sujetos "que intentaban recuperar un sobre de una puerta de un edificio cercano al lugar de la masacre".
En la Comisión Antimafia, Donadio también destacó la existencia de un "informe de la DIGOS (División de Investigaciones y Operaciones Especiales) en el que se habla de una mujer terrorista perteneciente a una organización paralela, que supuestamente actuó junto a Cosa Nostra en las masacres de 1993. Hay una mención expresa del SISDE (Servicio de Información y Seguridad Militar) que recuerda el análisis documental".
ADN femenino en Capaci
La posible participación de alguien de sexo femenino en los atentados también surgió a partir del hallazgo, a 63 metros del cráter de la masacre de Capaci, de un par de guantes de látex, encontrados junto a una linterna, pilas y una bombilla. Sobre este punto, la genetista de la Universidad de Bari Nicoletta Resta, que declaró en el juicio Capaci bis, confirmó que en esas muestras "hay algún rastro del que no se puede excluir que haya habido una mujer en el sitio de la masacre".
Estos son los elementos que están sobre la mesa. Y que cambian la perspectiva de las masacres.
Es un hecho conocido que en los '90 (aunque hoy ha cambiado) la regla absoluta en Cosa Nostra decía que las mujeres no podían afiliarse. Y al mismo tiempo, de los testimonios de los colaboradores de justicia nunca surgió la presencia de un miembro femenino entre los encargados de realizar masacres y crímenes. La única respuesta lógica al posible papel de una mujer en las masacres es que no pertenecía a Cosa Nostra, sino a algún aparato desviado del Estado.
Aparatos que también emergen detrás de la muerte de Paolo Borsellino. El colaborador de justicia Gaspare Spatuzza, habla con certeza sobre un sujeto ajeno a Cosa Nostra presente durante las fases de carga explosiva dentro del automóvil. Es el mismo Spatuzza que en el juicio Borsellino quater dijo: "Desde 1992 hasta enero de 1994 la familia mafiosa de Brancaccio, a la que yo pertenecía, se convirtió en autora de crímenes que no entran en la perspectiva, aunque perversa, de Cosa Nostra. Me refiero a las masacres en el Continente. Capaci nos pertenecía, via D'Amelio también. Si bien Falcone y Borsellino eran nuestros enemigos, las personas inocentes que fueron víctimas de los atentados de Florencia, Roma y Milán no tenían nada que ver. Y lo mismo habría ocurrido con los atentados fallidos de vía Fauro y del Olímpico. Matar, como en Firenze, gente indefensa, es algo anormal hasta para el lenguaje mafioso".
El significado de esas masacres era, por tanto, diferente.
Esto no le quita responsabilidad a Cosa Nostra que, ciertamente, fue protagonista de aquel atroz y criminal plan de ataque al Estado que tuvo como protagonistas a los dos "picciotti", Matteo Messina Denaro (hoy todavía prófugo) y Giuseppe Graviano (preso bajo el régimen del 41 bis, pero con la esperanza de salir pronto gracias a leyes y tecnicismos) que, como le dijo Totò Riina a Giovanni Brusca en diciembre de 1992, "lo sabían todo" en caso de que él fuese arrestado.
Esas masacres fueron funcionales a otros. Probablemente a un ulterior cambio político, al nacimiento de nuevas relaciones con el poder de la época. La Fiscalía de Florencia también investiga este frente, tanto que abrió un expediente sobre los autores externos de las masacres en el que se investiga a Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri. Giuseppe Graviano habló largo y tendido sobre el ex primer ministro y las supuestas relaciones económicas que tendría con su familia, tanto en el juicio 'Ndrangheta Stragista como con los propios fiscales de Florencia. También en este caso se están buscando pruebas.
Pero la historia es bien conocida. Después de las masacres que pusieron patas para arriba al país con el fallido atentado al Estadio Olímpico, se le puso punto final a la estrategia de masacres. Los hermanos Graviano fueron arrestados (¿sacrificados? ndr), Berlusconi (que, como dicen las sentencias, le pagó a la mafia) anunció su ingreso al campo político con un partido fundado con un hombre de la mafia (Marcello Dell'Utri, condenado definitivamente por concurso externo en asociación mafiosa). Y desde ese momento Italia nunca volvió a ser la misma.
Estos son los hechos. Pero hay algo más que hace muy inquietante el panorama: es decir, la imagen cada vez más evidente de un Estado dividido en dos. Por un lado, el Estado-mafia, que utiliza a las organizaciones criminales como brazo ejecutor para sus trabajos sucios. Por otro lado, lo que el ex fiscal adjunto de Palermo (hoy jubilado) Vittorio Teresi definió como el Estado-Estado, formado por verdaderos hombres de las instituciones y ciudadanos honestos que realmente quieren ganar esta guerra.
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*Foto de portada: la masacre de vía Palestro y el 'identikit número 14'
*Foto 2: Gianfranco Donadio © Imagoeconomica
*Foto 3: Paolo Borsellino © Letizia Battaglia