Hace mucho tiempo que el velo de Maya se rasgó. Cuando se habla de mafia no se puede hablar sólo de la organización criminal que se ha convertido en el brazo armado del poder, sino que debemos ampliar el horizonte para escrutar el rostro de un sistema criminal más amplio que a lo largo del tiempo ha querido, promovido y ordenado delitos excelentes y masacres para garantizar su existencia incluso de forma preventiva.
El exfiscal general de Palermo, Roberto Scarpinato, lo explicó claramente en la conferencia que organizamos en el pasado mes de julio, con motivo de las conmemoraciones de la matanza de vía d'Amelio, recordando la esencia de ese poder "enfermo y asesino, que primero utilizó las masacres de Capaci y vía d'Amelio, y las masacres del Norte, para condicionar las nuevas estructuras de poder tras el final de la Primera República y luego intervino sistemáticamente para evitar que las verdades desestabilizadoras salieran a la luz en los tribunales en aras del nuevo equilibrio político que se escondía tras la masacre de via d'Amelio y las demás masacres. Un poder dotado de la capacidad de intervenir rápida, secreta y quirúrgicamente cada vez que la malla de la impunidad corre el riesgo de romperse en algún punto abriendo una brecha por la que luz de la verdad podría iluminar los rostros de los autores intelectuales externos".
Entre estos crímenes excelentes, encaja perfectamente el del joven urólogo Attilio Manca, hallado muerto el 12 de febrero del 2004 en su domicilio de Viterbo.
Es escandaloso que, a dieciocho años después de su muerte, aún no haya habido un juicio que le devuelva la verdad y la justicia a la familia, a su madre Angelina, a su padre Gino y a su hermano Gianluca.
La autopsia señaló como causa de la muerte a una mezcla de sustancias presentes en su organismo: heroína, alcohol en cantidades no excesivas y barbitúricos.
Desde el primer momento los investigadores apuntaron a la tesis del suicidio, centrándose en documentar la relación entre Attilio Manca y una mujer romana con antecedentes de drogas, una tal Monica Mileti que, en la tarde del 10 de febrero del 2004, había conocido efectivamente a Manca en Roma.
Según esta tesis, la mujer habría vendido la heroína que mató a Attilio, pero tras la condena de primera instancia, el año pasado Mónica Mileti fue absuelta "porque el hecho no fue probado" y las motivaciones de los jueces hablan de "indicios frágiles y equívocos sin elementos concretos".
Un proceso absurdo en el cual la familia Manca no fue admitida por el juez como parte civil.
Pero más allá de este aspecto, lo que es aún más escandaloso es la cantidad de pruebas no consideradas, las omisiones, los desvíos, las líneas investigativas descartadas de forma, cuanto menos, superficial.
Sin embargo, las fotos de la muerte de Attilio hablan de un hombre que fue asesinado.
Basta con ver su imagen, acostado sobre el edredón de la cama matrimonial. Lleva sólo una camiseta, mientras que el resto está desnudo. El cuerpo está lleno de hematomas, el tabique nasal aparece desviado, la cara tumefacta y los labios hinchados, por no hablar de los dos pinchazos en el brazo izquierdo cuando se sabe que Attilio Manca era un "zurdo puro".
No, no fue un suicidio. Para alimentar la sospecha están las dos jeringas, con el capuchón colocado en las agujas, totalmente desprovistas de huellas dactilares.
Y a todo esto hay que agregar las llamadas telefónicas que desaparecieron de los registros telefónicos, realizadas a la madre en los días previos a su muerte.
He aquí algunas de las dudas que los investigadores podrían (o mejor dicho deberían) plantearse de inmediato en el contexto de una investigación realizada realmente a trescientos sesenta grados. Sin contar que, de los exámenes, del reconocimiento cadavérico, de la autopsia y de los numerosos testimonios de compañeros, enfermeros, amigos y familiares, quedó claro que Attilio no era un drogadicto ni frecuente ni ocasional.
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Motivos para un crimen
Todas las sospechas, dudas y "lagunas" en la investigación sobre la muerte del joven urólogo fueron denunciadas detalladamente en el informe de la minoría (firmado por Sarti, Gaetti, D'Uva, Dadone y Giarrusso) de la Comisión Antimafia de la anterior legislatura, presidida por Rosy Bindi.
Y en ese documento se destacan las contradicciones de los supuestos "amigos" de Attilio Manca, así como del primo de Attilio, Ugo. Todos pertenecientes a un área geográfica particular como es la de Barcellona Pozzo di Gotto.
La pista mafiosa
A lo largo del tiempo, nunca se quiso profundizar en la tesis sustentada en elementos relevantes, según la cual Attilio habría sido asesinado por haber atendido a Bernardo Provenzano por su cáncer de próstata (antes o después de ser operado en Francia) y sobre todo porque era un testigo inconveniente de la red de protección establecida alrededor de dicho jefe mafioso por partes "desviadas" del Estado.
Porque con seguridad Attilio Manca, uno de los mejores urólogos de la época, se habría convertido en una luminaria famosa, en Italia y en el extranjero, y probablemente sería invitado por varios canales de televisión, como lo fue durante mucho tiempo Umberto Veronesi, o lo son hoy los muchos virólogos que hablan de Covid.
El testimonio de Attilio Manca hubiera sido invaluable en cualquier sede judicial, si hubiera sido llamado a declarar sobre lo que vio y observó, mientras visitaba al entonces prófugo Bernardo Provenzano.
Porque es muy probable que Attilio Manca se haya dado cuenta de que al lado del jefe mafioso no había otros jefes ni padrinos, sino hombres del Estado. Las mismas personas que durante años protegieron a Provenzano, garantizándole un récord en la clandestinidad.
Por esta razón debía ser eliminado. Y sólo así se explican los silencios y desvíos investigativos perpetrados en todos estos años.
En este punto basta recordar la escucha ambiental del 13 de enero del 2007 (dentro de la operación antimafia de Messina denominada "Vivaio"), en la que Vincenza Bisognano, hermana del jefe barcellonés Carmelo Bisognano (hoy colaborador de justicia), mientras va en auto junto a su pareja Sebastiano Genovese y un par de amigos.
Los cuatro empezaron a hablar de la historia de Attilio Manca, vinculándola con la presencia de Provenzano en Barcellona Pozzo di Gotto hasta que uno de los hombres del auto, Massimo Biondo, afirmó con extrema certeza que el jefe de Cosa Nostra se escondió durante un tiempo en la ciudad de Messina y, refiriéndose a Attilio Manca, agregó: "Pero francamente, este chico estaba en Roma ¿por qué molestaba?". En ese momento, Vincenza Bisognano respondió: "Porque lo reconoció". Esta es solo una de las muchas pruebas que refuerzan la pista mafiosa.
Pio Cattafi y los aparatos desviados detrás del crimen
En el juicio de Viterbo por la muerte de Attilio Manca, nunca declararon colaboradores de justicia del calibre de Carmelo D'Amico, Giuseppe Setola, Giuseppe Campo, Stefano Lo Verso, Antonino Lo Giudice, a los que se agrega recientemente el arrepentido de Milazzo, Biagio Grasso, y que pueden ofrecer elementos útiles para entender por qué el joven urólogo fue asesinado.
La sospecha de que detrás de la muerte de Manca estuvo la pesada mano de aparatos desviados, como sucedió en otros crímenes excelentes, se acrecienta precisamente al leer las declaraciones del colaborador de justicia de Barcellona, Carmelo D'Amico, en las que ubica en el escenario del crimen de Manca a una figura como la de Rosario Pio Cattafi, ya señalada en el pasado por varios arrepentidos como el nexo de unión entre Cosa Nostra, los hombres de los servicios de inteligencia y la masonería.
El pasado mes de octubre Cattafi fue condenado en segunda instancia a 6 años por haber estado afiliado a Cosa Nostra hasta el año 2000.
D'Amico, sin medios términos, lo señala como autor externo del crimen de Manca. En particular, relatando lo que le contó Salvatore Rugolo, médico general de Barcellona Pozzo di Gotto, fallecido en el 2008 en un accidente de tráfico, dijo: "Poco después de la muerte de Attilio Manca, ocurrida alrededor del año 2004, conocí a Salvatore Rugolo, hermano de Venerina y cuñado de Pippo Gullotti (condenado a 30 años como instigador del asesinato de Beppe Alfano, ndr). Lo conocí en Barcellona, en un bar que está en una esquina, ubicado sobre el Puente de Barcellona, cerca de la escuela de conductores Gangemi. Una vez que salimos de ese bar, Rugolo me dijo que estaba enojado con el abogado Saro Cattafi porque 'había matado' a Attilio Manca, su querido amigo. En esa ocasión Rugolo me dijo que un sujeto que no precisó, un General de Carabineros, amigo de Cattafi, cercano y muy relacionado con los ambientes de la 'Corda Fratres', le había pedido a Cattafi que pusiera en contacto a Provenzano, que necesitaba tratamiento médico urgente de la próstata, con el urólogo Attilio Manca, cosa que Cattafi hizo".
Y luego agregó: "Salvatore Rugolo estuvo muy mal con Cattafi porque, precisamente a la luz de esa tarea que realizó, lo responsabilizó de la muerte de Attilio Manca, que ciertamente pensaba que era un homicidio y no un caso de sobredosis. Rugolo no me dijo expresamente que Cattafi había participado en el asesinato de Manca, pero lo responsabilizó de su muerte por las razones antes mencionadas. Cuando Rugolo me dijo estas cosas, tuve la impresión de que me estaba pidiendo que eliminara a Cattafi, lo que ya había sucedido antes, como ya dije cuando hablé de Saro Cattafi, porque lo consideraban responsable de la captura de Nitto Santapaola".
Incluso D'Amico en el acta señaló que entre los ejecutores materiales hubo integrantes de aparatos desviados. Entre ellos habría estado, según le contó en prisión al jefe Nino Rotolo, un militar perteneciente a los servicios secretos, de origen calabrés, conocido como "'U Bruttu'", que "era bueno haciendo aparecer como suicidios los que en realidad eran homicidios".
¿Una referencia velada al agente de los servicios, Giovanni Aiello, apodado "cara de monstruo"?
El homicidio preventivo de un Estado mafioso
¿Por qué es tan difícil investigar ciertos temas, haciendo la vista gorda o, en el peor de los casos, ocultando los hechos bajo la alfombra de los archivos? ¿Deberíamos pensar que incluso cierto poder judicial, por oportunidad o por complacencia, es cómplice de ese sistema de poder que no quiere conocer la verdad?
Las pruebas reunidas en los últimos años son más que suficientes para que no ya la fiscalía de Viterbo, sino la de Roma, ahora encabezada por Francesco Lo Voi, pueda abrir un expediente sobre el asesinato de Attilio Manca. Una investigación que, a todos los efectos, debería ser realizada por la DDA, sin necesidad de una nueva denuncia de la familia Manca, a través de sus abogados, Fabio Repici y Antonio Ingroia.
Lo esperamos, así como esperamos que pronto concluyan los trabajos de la actual comisión parlamentaria antimafia para que se pueda establecer, de una vez por todas, que Attilio Manca fue víctima de un asesinato preventivo del Estado mafia.
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*Foto de portada y restantes: Antimafia Duemila
*Foto 2: Desde la izquierda: Gianluca, Angelina y Gino Manca
*Foto 3: Una imagen del cuerpo de Attilio Manca
*Foto 4: El exjefe de Cosa Nostra, Bernardo Provenzano
*Foto 5: Rosario Pio Cattafi
*Foto 6: El policía Giovanni Aiello, llamado "cara de monstruo"