Domingo 5 Mayo 2024
Por Giorgio Bongiovanni-28 de septiembre de 2021

Era de esperarse. En los días posteriores a la sentencia de segunda instancia sobre la Tratativa Estado-mafia, la radio, la televisión y los periódicos dieron voz y aliento a la plétora habitual de negacionistas y justificadores, siempre en primera fila para apoyar las razones de los excelsos acusados (de Mori a Dell 'Utri, pasando por los distintos Subranni, De Donno, Mancino y Mannino).

Y se hacen "competencia" para ver quién lanza la mayor andanada contra el juicio.

En la mira están los fiscales de primera instancia, sobre todo Antonio Ingroia, hoy abogado, y Nino Di Matteo, consejero togado del Consejo Superior de la Magistratura (CSM), que junto al resto de integrantes del pool han "osado" instruir procesos contra los altos niveles de la mafia y el Estado por arrojar luz sobre un espinoso asunto para el poder de ayer y de hoy cuando, durante las masacres, se produjo un diálogo entre hombres de las instituciones y los jefes mafiosos.

Los magistrados están invariablemente en la mira. Y al mismo tiempo se ataca a la prensa libre (nuestro diario ANTIMAFIADuemila ha tratado de hacer un pequeño aporte contando toda la evolución de las investigaciones y los procesos) que en los últimos años no se conformó con las versiones preestablecidas o jurídicas, apoyando esa búsqueda de la verdad, sin más y sin menos.

Parece que hemos vuelto a siglos atrás, a la época de la Revolución Francesa.

En el siglo XVIII hubo panfletistas (una especie de "periodistas de la época") pagados generosamente por Reyes y Cardenales para arremeter y desacreditar a aquellos pensadores iluministas y filósofos que, como Voltaire, estaban llevando a cabo una verdadera revolución cultural y filosófica.

Es el mismo oscurantismo que en el siglo XVII golpeó a Giordano Bruno, entre muchos otros, por haber provocado una verdadera revolución copernicana, ensalzando a la libertad de pensamiento y a la justicia contra una Iglesia ya corrompida por el poder, y que, antes de ser arrestado, juzgado y condenado a la hoguera, terminó en la mira de los "pseudo periodistas" de entonces.

He aquí que la de los panfletarios, servidores del poder, es una categoría que parece no tener fin.

Hoy, como ayer, escriben mentiras para ganarse la vida, ridiculizando y persiguiendo a las personas que desagradan al poder.

Y la sensación que se tiene al leer y escuchar los comentarios de ciertos personajes escuálidos es cuanto menos desagradable. Porque en lugar de responder sobre el fondo de los hechos, prefieren dar espacio a la burla y al insulto, sin siquiera medirse ante sentencias firmes que dejan vislumbrar exactamente lo que sacó a la luz el proceso Estado-mafia en Palermo.

Ciertamente, no podemos asombrarnos ante los diversos Facci, Sallusti, Sottile, Porro y otros mercenarios de turno, desde hace tiempo al servicio del "Rey" y cercanos a ese universo de centro derecha que hoy presiona a viva voz para tener a Silvio Berlusconi (un condenado) como presidente de la República.

Desde Libero a Il Foglio, de La Verità a Il Giornale, todos estos cotidianos servidores del poder han "resucitado", después de levantar un "muro de goma" sobre las 5000 páginas en las que los jueces de primera instancia habían alineado una serie de hechos que no pertenecen al pasado, sino que siguen teniendo un fuerte impacto en la actualidad, y que a la luz de la sentencia de apelación han vuelto a proponer una representación mediática del absurdo, compuesta de tergiversaciones, falsedades y ocultamiento de los hechos.

Una campaña que está flanqueada por el compromiso de esos periodistas, en un tiempo "comunistas", como Tiziana Maiolo o Piero Sansonetti que en Il Riformista llegaron incluso a proponer a Mario Mori como senador vitalicio.

Una idea adoptada inmediatamente incluso por el líder de la Liga, Matteo Salvini. Un partido que en sus inicios siguió el proyecto federalista del ideólogo Gianfranco Miglio, que proponía la división del país en tres áreas geográficas con características de desarrollo homogéneas, Norte, Centro y Sur, tal como habrían querido las organizaciones criminales que al principio de los años noventa se estaban organizando y creando movimientos independentistas como Sicilia Libre.

El mismo Miglio que en entrevista con Il Giornale llegó a afirmar que "no todo lo que giraba en torno a las mafias era malo. Y que tal vez había algunos aspectos que debían constitucionalizarse".

Volviendo a Il Riformista, no había necesidad de leer el periódico de estos días para saber cómo pensaba Sansonetti sobre ciertos temas. Es uno de los que sostuvo abiertamente que "la tratativa Estado-mafia fue sacrosanta" porque "salvó vidas humanas" a pesar de que luego de ese diálogo, iniciado entre los Carabineros del ROS y el alcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino, no se salvaron vidas, por el contrario, víctimas inocentes murieron en los atentados de vía D'Amelio, Florencia, Milán y Calabria.

La pintura de Mario Mori como "héroe del tercer milenio" ahora se propone desde todas partes, a pesar de que las mismas sentencias absolutorias reiteran las gravísimas responsabilidades sobre ciertas acciones llevadas a cabo, como la falta de registro del escondite de Totò Riina, o el fracaso de la redada en Mezzojuso, donde se escondía Bernardo Provenzano en 1995.

Los panfletistas mercenarios 3

¿Qué héroe?

También en estos dos casos fue absuelto "porque el hecho no constituye delito". Sin embargo, en la sentencia por la no búsqueda del escondite de Riina, la Corte no fue para nada ligera en el análisis de su conducta, al considerar la existencia de una valoración errónea de los espacios de intervención de los imputados (Mario Mori y Sergio De Caprio, alias Capitán Ultimo) y de graves responsabilidades disciplinarias por no comunicar su decisión de suspender la vigilancia al Ministerio Público de Caselli, señalando que el registro omitido de la guarida del jefe de Cosa Nostra y el abandono del lugar hasta ese momento bajo vigilancia "entrañaba el riesgo de desvío de las investigaciones, lo que, de hecho, en este caso fue plenamente verificado, estando a las manifestaciones de alivio y alegría expresadas por Bernardo Provenzano y Benedetto Spera".

Incluso la Corte de Apelaciones de Palermo, en el otro juicio que lo tuvo imputado junto a Mauro Obinu, no fue amable con el trabajo de los dos oficiales.

"Sigue siendo realmente inexplicable -ni los imputados lo pudieron explicar- por qué todas las actividades de investigación posteriores a la reunión del Mezzojuso se llevaron a cabo de manera tardía, descoordinada y sobre todo burocrática, enviando notas a varios departamentos, que hasta ese momento habían quedado ajenos a las investigaciones, absolutamente burocráticos y, sobre todo, sin la atención que la particular delicadeza del caso, sin duda, requería de los imputados. [...] La opción investigativa, cuestionable y finalmente revelada en vano y por tanto equivocada, de apostar todo sólo a la perspectiva de un nuevo encuentro de Ilardo con Provenzano, el planteamiento sustancialmente burocrático y ciertamente censurable en cuanto a diligencia investigativa en las pesquisas para la identificación de los dos facilitadores de Provenzano señalados por Ilardo, y finalmente la demora con la que se remitió el informe 'Grande Oriente' a la Fiscalía competente, sin duda se llevan a cabo en forma abstractamente idónea para comprometer el éxito de una operación que habría sido capaz de procurar la captura de Bernardo Provenzano".

Todo está escrito en negro sobre blanco, pero este es un país con poca memoria donde los fundamentos de las sentencias se ocultan deliberadamente al público en general, incluso cuando son inconvenientes (la sentencia Andreotti así lo enseña).

Y duele aún más y da rabia constatar que incluso algunos familiares de víctimas de la mafia, por quienes se siente pesar y pena, y con todo el respeto por el gran dolor que han sufrido, se dejan envolver por los mercenarios en este vórtice negacionista.

Al hacerlo, demuestran que no tienen discernimiento. Un grave error que expone y aísla a los pocos magistrados que realmente quieren llegar a la verdad sobre los instigadores externos de las masacres.

Pero este es un mundo al revés.

Afortunadamente también hay quienes, con coraje, como Salvatore Borsellino y Luciano Traina (hermano de Claudio, uno de los custodios asesinados en vía D'Amelio), expresaron su indignación por una sentencia que deja impunes a los poderosos.

Es el mundo en el que, como escribió Giorgio Gaber, "lo falso es lo que todos creen, es la historia enmascarada de los hechos, lo falso es misterioso y mucho más oscuro si se mezcla con un poco de verdad".

Y en la tratativa, la "historia enmascarada" radica en su negación. Los periodistas y comentaristas lo hacen enérgicamente, sabiendo que mienten. Porque en la parte dispositiva de la sentencia del juez Pellino, está claro que la tratativa existió, pero es delito solo para los mafiosos.

Sin embargo, solo unos pocos periódicos han destacado el dato, recordando que los hechos siguen siendo hechos.

Y algunos medios pretenden ignorar las palabras del propio Mori en el juicio sobre las masacres de 1993. "Pero señor Ciancimino ¿cuál es la historia? –había relatado el general– ahora hay una pared contra otra pared. ¿Por un lado está Cosa Nostra y por el otro lado está el Estado? ¿Pero no podemos hablar con esta gente? Lo tiré allí convencido de que iba a decir: '¿qué quiere de mí coronel?' En cambio, dijo: 'pero sí, podría, estoy en condiciones de hacerlo'. Y luego nos quedamos... y dije: 'entonces inténtelo'. Y así terminó el segundo encuentro, a modo de síntesis claro (…). Entendió a su manera, fingió comprender y en todo caso siguió adelante. Y coincidimos en que queríamos desarrollar esa tratativa".

Estas palabras bastarían para condenar éticamente esa sucia operación de diálogo con la mafia.

Corresponderá a los jueces de apelación explicarnos cómo fue posible condenar a los jefes mafiosos y no a los oficiales del Arma. Y deberán asumir la responsabilidad frente a la historia.

Los panfletistas mercenarios 2

Dell'Utri hombre de la mafia

Otro disparate absoluto que hemos escuchado de los panfletistas de turno sobre el ex senador Marcello Dell'Utri, convertido en santo después de esta absolución, a pesar de que hay una sentencia firme que dice que el mismo debe ser considerado como un hombre de la mafia, por lo que fue condenado a 7 años por concurso externo en asociación mafiosa (sentencia cumplida).

Porque el juicio del jueves sobre otro delito no cancela el anterior, como les gustaría creer a algunos abogados cuando hablan de sus clientes.

Ellos también mienten, sabiendo que mienten.

No olvidemos que Dell'Utri durante dieciocho años, de 1974 a 1992, fue el garante "decisivo" del acuerdo entre Berlusconi y Cosa Nostra con un papel de "importancia para ambas partes: la asociación mafiosa, que trazó un cauce constante de enriquecimiento significativo; el empresario Berlusconi, interesado en preservar su ámbito de seguridad personal y económico". Además, los fundamentos de la sentencia subrayan que Silvio Berlusconi le pagó a la mafia. Está escrito en negro sobre blanco que "el carácter sistemático del desembolso de grandes sumas de dinero de Marcello Dell'Utri a Cinà (Gaetano Cinà, jefe mafioso, ndr) muestra la firme voluntad de Berlusconi de implementar el acuerdo más allá de los cambios en la jefatura de Cosa Nostra".

Y son siempre los jueces de la Corte Suprema quienes hablan, más que de una policía privada contratada para protegerse a sí mismo y a su familia, de un "pacto de protección que se desarrolló sin interrupción". Dell’Utri fue el garante de "la continuidad de los pagos de Silvio Berlusconi a favor de los miembros de la asociación mafiosa, a cambio de la protección global que ésta otorgaba al empresario".

Todo esto, sin embargo, ha sido omitido deliberadamente por los panfletarios del Rey.

Así como nunca se recuerda la investigación, con la acusación de complicidad en el ámbito del despiste de las investigaciones en el caso del crimen de Peppino Impastato, archivada por prescripción, contra el general Antonio Subranni. Según el juez de instrucción, detrás de esa primera investigación sobre la muerte del militante de Democracia Proletaria, asesinado en Cinisi el 9 de mayo de 1978, existía "un contexto de omisiones graves y anomalías investigativas evidentes". Y en ese contexto "a priori, incomprensible, injustificable y apresuradamente se excluyó la pista mafiosa". Una historia opaca también para la Comisión Parlamentaria Antimafia presidida por Beppe Lumia, quien escribió en el informe final: "Giuseppe Impastato desafió a la mafia en un territorio en el que se había establecido un sistema de relaciones entre segmentos de los aparatos del Estado y mafiosos muy poderosos. Un sistema de relaciones que, en esos años, también se podía encontrar en otros territorios, dirigido, ilusoriamente, a la captura por vía confidencial de algunos jefes mafiosos, al aporte que estas relaciones podrían hacer a algunas líneas de investigación o, en todo caso, a una convivencia pacífica para un control pacífico de la zona".

Pero todo esto a los nuevos panfletistas, servidores del Rey, no les importa. Es mucho mejor mentir, manipular u omitir.

Ha comenzado una nueva época oscurantista.

Como escribió nuestro subdirector Lorenzo Baldo, este es probablemente el tiempo narrado en ese viejo proverbio árabe que dice que "sobre los cadáveres de los leones festejan los perros, creyendo que han ganado. Pero los leones siguen siendo leones y los perros siguen siendo perros".

Un tiempo que no durará mucho.

Nino Di Matteo, los demás fiscales que conformaban el pool antimafia de Palermo (Antonio Ingroia, Vittorio Teresi, Francesco Del Bene y Roberto Tartaglia) o magistrados como Giuseppe Lombardo, Luca Tescaroli, Roberto Scarpinato, Sebastiano Ardita, Nicola Gratteri, Domenico Gozzo y otros, son los "herejes" que el sistema penal quiere eliminar porque tienen la audacia de creer que "todos los ciudadanos son iguales ante la ley".

Esa es la estrella polar que guía a todos aquellos magistrados que no temen descubrir ni siquiera las verdades indecibles.

Descubrir, incluso, que detrás de las masacres y de los grandes crímenes hay un Estado-mafia.

Los secretos de Estado que están detrás de Portella della Ginestra, Piazza Fontana, Piazza della Loggia, el caso Moro, Ustica, la masacre de Bolonia, Capaci, vía D'Amelio y las posteriores masacres de 1993 en Roma, Florencia y Milán.

Los mercenarios, sin ideas y sin discernimiento, no quieren la verdad de estos hechos.

"Un tribunal de Palermo no puede juzgar al Estado" decía hace unos años "la obra de arte" más bella de esa categoría de panfletistas y mercenarios. Alguien que de arte sabe mucho y que no podía faltar en la lista. ¿Su nombre? Vittorio Sgarbi.

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*Imágenes de portada y restantes: antimafiaduemila.com